Las medidas concretas anunciadas por Jeannette Jara para el desarrollo del país

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Entre los objetivos planteados por la candidata presidencial están el salario vital de 750 mil pesos, la construcción de 360 mil viviendas, Sala Cuna Universal con gratuidad, un tren que una Copiapó con Santiago, la transformación del Biotren en un verdadero Metro de superficie para Concepción, levantar el secreto bancario para combatir el narcotráfico. Todas medidas que tienen financiamiento. Todo indica que Jara no solo representa una opción competitiva: representa una alternativa transformadora con gobernabilidad.

Joaquín González. Periodista. Santiago. 25/6/2025. A días de las primarias presidenciales, el país presencia una campaña marcada por gestos simbólicos y discursos que apelan a la moderación. Sin embargo, hay una candidatura que ha decidido caminar por otra senda: la de las transformaciones profundas. La de los compromisos claros. La de las medidas que nacen desde abajo y apuntan a la dignidad del pueblo. Jeannette Jara, exministra del Trabajo y Previsión Social, ha levantado un programa que remite por convicción, al impulso de las 40 medidas de la Unidad Popular.

Desde el primer momento de su campaña, la candidata del Partido Comunista, Acción Humanista y la Izquierda Cristiana ha centrado su mensaje en las necesidades urgentes del Chile real. Ha hablado de salud pública reforzada, con un plan concreto para reducir las listas de espera, fortalecer la atención primaria y abordar de una vez por todas la salud mental.

En esa misma línea de justicia social, su propuesta de Sala Cuna Universal con gratuidad se presenta como una herramienta concreta para luchar contra las desigualdades que día a día viven. Es una política de cuidados, pero también una declaración de principios: que la autonomía económica de las mujeres y el bienestar de la infancia son pilares de una sociedad verdaderamente democrática.

La vivienda, históricamente utilizada como promesa electoral, adquiere en su programa un carácter de urgencia nacional. Jara se compromete a impulsar la construcción de 360 mil nuevas viviendas. No se trata solo de construir casas, sino de asegurar barrios con servicios, equipamiento y comunidad. Es el derecho a habitar con dignidad.

Pero esta mirada también llega al desarrollo territorial. Su programa contempla dos obras ferroviarias emblemáticas: un tren que una Copiapó con Santiago, y la transformación del Biotren en un verdadero metro de superficie para Concepción. En un país históricamente centralizado, esta apuesta es una señal de descentralización real, donde las regiones no solo importan: son protagonistas.

Una de las propuestas que ha generado mayor impacto político es la implementación de un sueldo vital de 750 mil pesos. Más que una cifra, se trata de un principio: ningún trabajador ni trabajadora debe vivir en la precariedad. Jara ha sido clara: el trabajo debe garantizar lo mínimo para vivir sin miedo, sin deuda y con proyección.

En una señal de firmeza con la seguridad del país, su propuesta de levantar el secreto bancario no solo apunta al combate del narcotráfico, sino también a quienes lavan dinero desde las altas esferas del poder económico. No hay justicia sin transparencia, y no hay seguridad sin tocar a los intocables.

Este conjunto de propuestas no es una suma de medidas. Es una concepción de país. Una hoja de ruta para recuperar el rol del Estado como garante de derechos, para redistribuir la riqueza, para dignificar la vida. Como lo hiciera hace más de 50 años el gobierno popular encabezado por Salvador Allende, esta candidatura pone al centro la vida de los y las postergadas.

Mientras algunos piden calma y otros siembran temor, Jeannette Jara ofrece certezas. La certeza de un programa serio, coherente y profundamente transformador. No se trata solo de competir. Se trata de levantar un proyecto de país, con memoria, con futuro, y con la convicción de que Chile puede volver a soñar en grande.

Lo que se mostró y evidenció en la franja televisiva

En un escenario político tensionado por la incertidumbre y la desafección ciudadana, la franja presidencial de Jeannette Jara no recurrió a efectos especiales ni a construcciones artificiales. Optó por lo esencial: hablarle directamente al país sobre sus propuestas. Y en ese gesto, directo y coherente, radicó su fuerza.

Mientras otros postulantes priorizaron discursos visuales, testimonios o guiños identitarios, la exministra del Trabajo utilizó su espacio televisivo para presentar con claridad las transformaciones que plantea para Chile. Apareció acompañada de su familia, recorriendo zonas rurales y campesinas, escuchando a mujeres, jóvenes y trabajadores. Desde ahí habló con claridad: no hay barrios violentos, hay barrios violentados, señalando la urgencia de enfrentar las desigualdades estructurales.

Entre las medidas destacadas, Jara planteó el levantamiento del secreto bancario como una herramienta clave para combatir el narcotráfico y perseguir a los evasores de cuello y corbata. Puso en el centro a las mujeres, con un compromiso claro por garantizar derechos reproductivos y erradicar la violencia de género.

Además, se comprometió a fortalecer la Ley de Garantías de la Niñez, para que niños y niñas vivan con seguridad y esperanza en el futuro, y a asegurar la no repetición de violaciones a los derechos humanos. Su propuesta también incluye más deporte en las comunas, respaldo a las juventudes, una economía al servicio de las personas, salud pública reforzada y con atención oportuna, inclusión de las diversidades sexuales, y mayor conectividad para las regiones, que -según enfatizó- “serán protagonistas” del próximo ciclo político.

Esa coherencia no ha pasado desapercibida. A días de las primarias del 29 de junio, Jara aparece como la figura con mayor proyección dentro del progresismo. No por una campaña millonaria ni por operaciones comunicacionales, sino porque ha logrado instalar un mensaje político con contenido, respaldo y convicción.

La candidatura de Jara no se sustenta en nostalgia ni en guiños irrelevantes para la gente. Se sostiene en una trayectoria pública reconocida, en resultados concretos -como la ley de 40 horas, la ley Karin o la reforma previsional-y en una forma de hacer política que no pierde el vínculo con el país real. Un país que pide certezas, derechos y cambios estructurales.

Frente a una derecha agresiva, y a una centroizquierda que a veces titubea, Jeannette Jara ha sido firme: no se ha replegado ni ha renunciado a sus convicciones. Ha demostrado que es posible hacer una campaña austera, seria y profundamente conectada con las mayorías.

Con su franja ya concluida, y a pocas jornadas de una elección crucial, todo indica que Jara no solo representa una opción competitiva: representa una alternativa transformadora con gobernabilidad. Y eso, para buena parte del mundo progresista, no es menor.