Un proceso que pareciera ser activo y que muestra los avances más acelerados en materia de debilitamiento del poder global de Estados Unidos. Algunas pistas sobre el debilitamiento del dólar a escala mundial.
Sergio Rodríguez Gelfenstein(*). Caracas. 7/2023.En artículos anteriores hemos dicho que el poder imperial se sustenta en tres pilares: su gran aparato militar, su indudable superioridad en materia de control del aparato cultural-mediático global y la potestad auto concedida de ser el poseedor y único emisor del dólar, moneda que juega el papel de principal instrumento de cambio para el comercio mundial.
En futuras entregas abundaremos sobre los dos primeros cuya situación es distinta y tiene particularidades porque mientras el predominio militar comienza a desvanecerse, la preponderancia en el ámbito de la cultura y las comunicaciones se ha transformado en la primordial herramienta de sostenimiento de su hegemonía.
Hoy daremos algunas pistas para exponer el avance del proceso de desdolarización que pareciera ser el más activo y el que muestra los avances más acelerados en materia de debilitamiento del poder global de Estados Unidos.
Las cifras son claras: en 2001, las reservas mundiales en dólares eran el 73% del total, al 2021 esa cifra se había reducido a 55% y a 47% al año siguiente. Esto expone que el año pasado la cuota del dólar en las finanzas mundiales tuvo una caída 10 veces más rápida que la media de las últimas dos décadas, lo cual es sin duda alguna, una cifra de extraordinario impacto. Según el analista internacional brasileño Pepe Escobar: “Ahora ya no es descabellado proyectar una cuota mundial del dólar de sólo el 30% para finales de 2024, coincidiendo con las próximas elecciones presidenciales estadounidenses”.
Paradójicamente, el origen de esta abrupta caída vino dada por el congelamiento en Occidente de las reservas rusas (un monto suprior a los 300 mil millones de dólares), haciendo sonar las alarmas en el sentido de que ya no era seguro sostener reservas en dólares en el extranjero. A partir de ese momento, se desató una verdadera avalancha de desdolarización que se ha patentizado a través de decisiones de países y alianzas internacionales a lo largo y ancho del planeta.
Aunque el proceso ha seguido un desarrollo paulatino, podría situarse en el pasado mes de abril el momento en que el mismo tomó un nivel de aceleración profunda. Tal vez, si quisiéramos establecer para la historia un hecho que exprese el instante de influjo de este curso, lo podríamos ubicar en aquel momento cuando el Presidente de Brasil Lula da Silva reflexionara en voz alta sobre el asunto durante su viaje a China en abril pasado: “Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que comerciar respaldados por el dólar (…) ¿Por qué no podemos comerciar respaldados con nuestras propias monedas? ¿Quién decidió que el dólar fuera la moneda (global) tras la desaparición del patrón oro? ¿Por qué no el yuan o el real o el peso?”
Unos días antes, el 30 de marzo, Brasil y China habían anunciado un acuerdo comercial que les permitiría utilizar las monedas de los dos países, el yuan y el real, respectivamente. Esta decisión, aunque no fue la primera, se insertó en una dinámica que sobrevendría, estimulando a otros países latinoamericanos y de otras regiones a seguir ese camino.
Así, Argentina, en una situación de profunda crisis económica y financiera motivada en una carencia de divisas que se agravó por las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y una difícil negociación del pago de la deuda, decidió renunciar al dólar como pago de esta, acudiendo al yuan chino no, solo para comerciar con Beijing, también para pagar la propia deuda con el FMI.
En el mismo mes de abril en otros lugares del planeta comenzaron a decidirse procesos similares. Así, Tailandia y China iniciaron conversaciones para promover aún más sus divisas nacionales para el comercio bilateral, que ya utilizan desde hace años para transacciones entre ambos países. Asimismo, el Banco Popular de China ha establecido mecanismos de cooperación con el Ministerio de Finanzas de Japón, el Banco Central de Malasia y el Banco de Indonesia para emplear las monedas nacionales para el comercio, la inversión y los pagos en el sector privado.
De igual manera, otros países se han sumado a la desdolarización como Rusia, Arabia Saudí, Bielorrusia, Irán y Egipto que están impulsando el uso de monedas nacionales para el comercio bilateral, todo lo cual ha prendido las alarmas en Washington que observan impávidos como se desmorona uno de los pilares de sustento de sus dominación global. En este sentido, el senador republicano Marco Rubio, dijo que “si esta tendencia continúa, en cinco años la Casa Blanca no podrá sancionar a ningún país”. Así mismo, Janet Yellen secretaria del Tesoro de Estados Unidos afirmó que siendo difícil dejar de usar el dólar, reconocía que si ello sucediera, tendría consecuencias muy graves para su país. En un acto de extraña conformidad, Yellen aceptó que “las sanciones contra Rusia han empujado a las naciones a dejar de usar la divisa estadounidense”.
Dado continuidad a lo que a finales de abril ya parecía un curso inevitable de los acontecimientos, el presidente de Siria, Bashar al-Asad urgió abandonar el comercio en dólares proponiendo reemplazar la moneda estadounidense con el yuan chino. Según el mandatario sirio “…la guerra entre Occidente, encabezado por Estados Unidos y los países soberanos es principalmente económica, (por lo que) es necesario deshacerse de los grilletes de comerciar con el dólar estadounidense”.
De la misma forma, el 22 de abril, Bangladesh e India acordaron realizar una parte de sus transacciones comerciales bilaterales en sus respectivas monedas nacionales, el taka y la rupia. Según Afzal Karim, director ejecutivo del Sonali Bank Limited, el principal banco comercial de propiedad estatal de Bangladesh, la decisión se sustentó en la convicción de que “el comercio bilateral con India en taka y rupias reducirá la presión del dólar estadounidense, produciendo un beneficio para ambos países”.
En este marco, los cancilleres del grupo BRICS reunidos en Ciudad del Cabo el pasado 1° de junio abordaron el tema, discutiendo acerca del posible lanzamiento de una moneda común para avanzar en el proceso de desdolarización y su posible expansión, de cara a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del bloque económico que se celebrará el próximo mes de agosto. Al respecto, la ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, Naledi Pandor afirmó que este era un asunto que se debía discutir y “discutir adecuadamente”.
Considerando que algunos de los países involucrados hasta ahora en el proceso, son miembros del grupo BRICS, que más de 20 países han solicitado su incorporación al conglomerado y que a esta altura, los cinco países que configuran esta asociación producen el 32,1% del PIB mundial frente al 29,9% del Grupo de los Siete, el impacto de lo que está ocurriendo cobra una importancia de nivel estratégico global.
Siguiendo la tendencia, Indonesia, una de las mayores economías del sureste asiático, se sumó a la decisión del grupo BRICS para alejarse del dólar y comerciar con su propia moneda. iniciando la diversificación del uso de la moneda en forma de LCT (comercio en moneda local). Según el gobernador del Banco de Indonesia, Perry Warjiyo, la dirección es la misma que la de los BRICS, pero de hecho, Indonesia ha tomado decisiones más concretas, toda vez que Yakarta ya había implementado el comercio en monedas locales con varios países como Tailandia, Malasia, China y Japón y Corea del Sur.
Vale decir que en este marco, como expresión del interés chino por internacionalizar su moneda, en marzo, el yuan se convirtió en el instrumento financiero más utilizado para la realización de transacciones transfronterizas en China superando al dólar por primera vez con un aumento de 26% respecto del mes anterior según un cálculo de Reuters basado en datos de la Administración Estatal de Divisas de China.
Ya en el mes de mayo, siguiendo esta directriz de las finanzas internacionales, el Gobierno de Zimbabue se propuso lanzar una moneda digital respaldada por oro para reducir su dependencia del dólar y proteger a sus ciudadanos de las fluctuaciones monetarias. Según el Banco de la Reserva de Zimbabue, (RBZ, por sus siglas en inglés) en una primera fase se emitirán monedas digitales respaldadas por oro con fines de inversión con un período de consolidación de 180 días y canjeables de la misma manera que las monedas físicas de oro existentes.
En América del Sur, tras la decisión bilateral brasileño-argentina de comerciar con sus monedas locales, Bolivia anunció que estaba examinando la posibilidad de no mercadear en dólares estadounidense y emplear el yuan de China para llevar a cabo sus transacciones internacionales. En una rueda de prensa el día 10 de ese mes, el presidente boliviano Luis Arce afirmó que Argentina y Brasil, siendo las dos economías más grandes de la región ya estaban transando en yuanes en acuerdos con China, y explicó que a pesar de que tradicionalmente la zona ha estado bajo influencia de Estados Unidos, en la actualidad muchos países tienen más comercio exterior con China que con el país norteamericano agregando que la tendencia de la región va a ser esa, A partir de este diagnóstico, Arce declaró que: “Bolivia no podía quedar al margen de lo que está ocurriendo mientras hace comercio directo con China, (por lo que) no es necesario transar en dólares.
En la misma dirección, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro opinó que su país tiene que acoplarse a un sistema en el que «no se utilice la moneda para esclavizar a los pueblos» por lo cual, consideró que Venezuela debe “insertarse en la iniciativa de desdolarización del mundo”. Al mismo tiempo que ordenaba a su gabinete estudiar otras alternativas para el intercambio comercial a fin de evitar el uso político que hace Estados Unidos de su moneda, el presidente bolivariano expuso que “mientras el mundo sea más multipolar, pluricéntrico y con equilibrio, aparecerá una (mayor) canasta de monedas para el comercio y para el funcionamiento financiero”
Parte II y final
La semana pasada hacíamos un “viaje” a lo largo del proceso de desdolarización que caracterizamos como inevitable. Hoy daremos continuidad al análisis tratando de llegar a algunas conclusiones sin dejar de considerar que aún no está clara cuál será la alternativa al dólar como moneda principal de cambio. Al respecto se manejan varias opciones.
Una de ellas emanará de la decisión que tomen los BRICS en su reunión cumbre a realizarse en Sudáfrica durante el próximo mes de agosto. Al respecto, el gobernador del Banco de la Reserva de ese país, Lesetja Kganyago, expresó que cualquier discusión que apunte a establecer una moneda de uso común derivará en otro debate, que es el de la creación y ubicación de un banco central. El dirigente sudafricano manifestó incertidumbre sobre el asunto al opinar que no sabía cómo se hablaría “de una moneda emitida por un bloque de países que están en diferentes ubicaciones geográficas, porque las monedas son de naturaleza nacional».
No obstante, de lo que sí se tiene certeza es que en la Cumbre, los países miembros del conglomerado discutirán -como tema prioritario de la agenda- las medidas necesarias para proteger al Nuevo Banco de Desarrollo del grupo (NDB) ante la hegemonía del dólar. En este marco, Brasil ha propuesto establecer mecanismos de protección de las transacciones financieras dentro del bloque para evitar el “abuso del dólar” según dijo el canciller de ese país, Mauro Vieira.
, Serguéi Lavrov, Canciller de Rusia, opinó que en tanto la desdolarización ya comenzó, se hacía necesario desarrollar otras iniciativas para darle forma al proceso. En el caso de su país, explicó que se había visto obligado a “responder con firmeza, por principio y consecuentemente a la guerra que se nos declaró”.
En el marco de este debate el Presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, respaldó la propuesta de su homólogo brasileño, Lula da Silva, sobre la necesidad de que se creen “nuevas monedas para comerciar”.
Dando continuidad a la revisión que hicimos en el artículo anterior sobre medidas concretas que se han tomado para dar curso al proceso de desdolarización, es importante resaltar el anuncio del ministro ruso de Finanzas, Anton Siluanov, quien informó que más del 70% de los acuerdos comerciales entre Rusia y China utilizan ahora el rublo o el yuan. De la misma manera, se ha iniciado el comercio de petróleo entre Rusia e India en rupias. También se firmó un acuerdo entre Rusia y Bangladesh para la construcción de la central nuclear de Rooppur que se financiará al margen del dólar El primer pago de 300 millones de dólares será en yuanes, pero Rusia intentará cambiar estos a rublos.
Incluso en Occidente el proceso ha comenzado a incubar. La empresa China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y la francesa Total firmaron su primera operación de GNL en yuanes a través de la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái.
En América Latina también se han dado algunas señales positivas en el curso de la desdolarización. Por ejemplo, hace algunas semanas el banco brasileño Bocom BBM se convirtió en el primer banco latinoamericano en inscribirse como participante directo del Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS), que es la alternativa china al sistema de mensajería financiera liderado por Occidente, SWIFT. Así mismo, en días recientes se acordó que el comercio bilateral de Rusia y Bolivia acepte ahora liquidaciones en pesos bolivianos. Esto es fundamental en momentos en que la empresa rusa Rosatom va a comenzar a jugar un papel determinante en el desarrollo de los yacimientos de litio en Bolivia.
Vale decir que en la reciente cumbre de Mercosur realizada en Puerto Iguazú, Argentina el pasado 4 de julio, Bolivia planteó la necesidad de reducir la dependencia del dólar, diversificar las relaciones económicas y fortalecer los lazos comerciales y financieros entre países con el propósito de fomentar la inversión interna y promover la cooperación en materia de política monetaria. El Presidente boliviano, Luis Arce, argumentó que “la disminución de la dependencia del dólar, a través de una mayor integración y cooperación regional, implica cambiar las condiciones de intercambio que hasta ahora solo favorecen al país del norte”. Por ello, propuso fortalecer los lazos comerciales y financieros entre países incluyendo el robustecimiento de las monedas a nivel regional, el fomento a la inversión interna y la promoción de la cooperación en materia de política monetaria y financiera, además de buscar alianzas estratégicas con otros actores internacionales, como China, que ofrecen alternativas al dólar en el comercio y las inversiones.
En una mirada más amplia del asunto, el mandatario boliviano expuso que: “No podemos soslayar en el análisis de este mundo en transición la emergencia de un bloque euroasiático y asiático que, organizados en los BRICS y otros mecanismos de integración, se proyectan como espacios de construcción de un nuevo orden económico mundial”.
En Asia los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) luego de su reunión del 30 y 31 de marzo en Indonesia decidieron también reducir su dependencia del dólar estadounidense. Para ello acordaron “reforzar la resiliencia financiera (…) mediante el uso de monedas locales para apoyar el comercio y la inversión transfronteriza…”.
Con lógica similar durante la reciente Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el Presidente chino Xi Jinping consideró oportuno aumentar el porcentaje de pagos en monedas nacionales dentro de la organización. Vale decir que, resulta de extrema importancia la relación que hizo Xi de esta materia con otros de la agenda internacional cuando se refirió a la responsabilidad de la OCS para hacer frente a “las revoluciones de colores” y a la injerencia de potencias exteriores en los asuntos de los países de la región.
En este ámbito el líder chino propuso a los países del bloque aumentar sus pagos en monedas nacionales instando a los mismos a contrarrestar las sanciones económicas unilaterales, el hegemonismo y la política del poder. El mandatario también lanzó un llamamiento a favor de “cooperar en lugar de competir” estableciendo el compromiso de su país de colaborar para lograr la seguridad mundial. Claramente, Xi encadenó el tema de la desdolarización con el de la seguridad global y la soberanía, dándole un carácter estratégico a este asunto.
Desde la perspectiva de Rusia, la materialización de esta iniciativa pasa por el establecimiento de una alternativa al sistema de intercambio de mensajería financiera SWIFT. En este sentido, el presidente del consejo de administración del banco ruso VTB -uno de los mayores de ese país- Andréi Kostin, propuso al Banco Central de Rusia la creación de un nuevo sistema bancario para el Sur global con el objetivo de reducir la dependencia de la regulación internacional. Kostin opinó que había llegado el momento de una transformación más profunda porque no bastaba con que cada país se ocupara del problema individualmente. Consideró que era necesario “emprender una reforma fundamental para construir un nuevo sistema de pagos internacionales y la infraestructura necesaria para un mercado mundial de capital”.
Para operativizar la decisión, el jefe del VTB estableció una hoja de ruta que incluye cuatro puntos: El primero sería establecer una alternativa al SWIFT, toda vez que la mayoría de los grandes bancos rusos fueron desconectados en el marco de las sanciones de Occidente. Aunque, Rusia, China e India tienen sus propios sistemas de mensajería financiera, los mismos no están ni unidos ni cohesionados.
En el segundo punto se propone reemplazar las actuales corresponsalías bancarias estadounidenses para instaurar una interconexión entre los bancos que se incorporen a la asociación a través de nuevas tecnologías, como la cadena de bloques (blockhain).
De la misma manera resulta imprescindible buscar nuevas herramientas para atraer capital evitando que estos provengan de la Unión Europea como ocurre en la actualidad. Así mismo, se debe construir una infraestructura paralela que no se ubique en Occidente, lo cual genera una debilidad extrema para los recursos financieros que pueden ser objeto de sanciones y bloqueos.
Por último, Kostin a fin de impedir el efecto de las sanciones, sugirió establecer en algún país del golfo Pérsico un “hub” internacional que funcione como alternativa de liquidación depositaria aprovechando que esa región “cuenta con una gran concentración de capital”.
Empero, este proceso no se puede ver como un asunto técnico, su trascendencia viene dada por las implicaciones políticas y geopolíticas que genera. En el fondo, es expresión de la crisis de la hegemonía estadounidense iniciada en la penúltima década del siglo XIX o, si lo vemos en una perspectiva más amplia, podríamos hablar de crisis de la hegemonía de la anglósfera comenzada en 1763 tras la victoria inglesa sobre Francia en la guerra de los Siete Años y consolidada en 1815 tras la derrota napoleónica en Waterloo.
Sin embargo hay que decir que solo estamos en los prolegómenos del proceso. Aunque en franco declive desde el punto de vista estratégico en materia militar frente a Rusia y China, Estados Unidos todavía conserva una fuerza bélica poderosa y un aparato cultural-mediático que favorece su hegemonía. No obstante, como dice el sociólogo argentino Gabriel Merino “la disminución del 10% en los últimos diez años del dólar como moneda de reserva y como medio de pago global muestran un proceso que probablemente se profundice en los próximos años”.
Merino agrega que se están creando condiciones para el desarrollo de un escenario “multimonetario o de bloque de divisas”. Su argumento se sustenta en el hecho de que la utilización del dólar como arma de guerra económica, acelera este proceso. La propia Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos ha dicho que “las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, en particular a Rusia, suponen un ‘riesgo’ para la hegemonía del dólar, para lo que los países afectados están buscando alternativas…”. Aunque, según ella, es difícil que esas alternativas sean conseguidas.
Merino observa que los “ciclos de hegemonía en el sistema mundo capitalista, las etapas de su crisis y su expresión en la órbita económica, se observa primero la pérdida de la primacía productiva por parte del hegemón (aparecen nuevos ‘talleres del mundo’), luego en el comercio mundial y, por último, en la moneda y finanzas. Probablemente estemos entrando a esa última fase y allí va a haber una disputa central, que se definirá en relación a un proceso global”.
Es decir, la ruta de la desdolarización debe verse -tal como lo dijo el Presidente Xi Jinping- como un proceso amplio, signado por la necesidad de garantizar seguridad y estabilidad en el planeta, lo cual resulta muy complejo cuando se está viviendo una evolución en el sistema internacional que apunta hacia la multipolaridad.
Una diferencia con el pasado, es que esta mirada ya no sólo está circunscrita a los países del sur. La participación de China y Rusia y del grupo BRICS como activos protagonistas del proceso podría ser la garantía de que esta vez sí es posible avanzar en un procedimiento que fracture definitivamente a uno de los pilares fundamentales de la hegemonía de Estados Unidos y de Occidente.
(*)Sergio Rodríguez Gelfenstein. Licenciado y magíster en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela. Investigador del Centro de Estudios Sociales y Políticos de América Latina de la Universidad de los Andes (Venezuela).