¿Existe una derecha democrática?, ¿existe una derecha que respete la soberanía nacional?, ¿existe una derecha que piense en el crecimiento económico con justicia social? La realidad indica que eso no es así.
Nelson Carrasco. Analista. Santiago. 25/1/2024. Vivimos en un mundo de verdaderas apariencias todas bien construidas donde nada parece ser lo que es.
El discurso de la derecha en toda América y el mundo es el mismo, hablan de democracia y libertad mientras las violan, dicen trabajar para el pueblo cuando en realidad lo hacen para el empresariado que elude y evade impuestos mientras los trabajadores deben pagarlos, en el fondo, aplican la máxima de Goebels, “miente, miente, miente, que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá”, así, quienes controlan los medios de producción utilizan la estrategia propagandística nazifascista para confundir al pueblo a punta de mentiras en defensa de sus intereses.
La manipulación de las masas es consustancial al afán de dominación de una clase sobre otra, en nuestros tiempos las estrategias de control las aplican principalmente desde los medios de comunicación, los dueños del capital financiero y mediático imponen sus agendas político-comunicacionales que atentan contra los derechos y la soberanía nacional haciéndolas pasar como asuntos de sentido común, esto es lo que está en disputa, la derecha a punta de mentiras, pretende saquear el país y eliminar cualquier obstáculo que les interponga en el camino, y si para eso precisan desestabilizar el país, qué duda cabe, lo harán.
Entonces es necesario preguntarse algo esencial frente a esto, ¿existe una derecha democrática?, ¿existe una derecha que respete la soberanía nacional?, ¿existe una derecha que piense en el crecimiento económico con justicia social?
La realidad indica que eso no es así, que nada importa si la acumulación de riqueza se ve afectada, no importa la vida del trabajador, no importa si es cristiano o ateo, no importa si es negro o blanco, nada importa, ni siquiera si viven o mueren, solo que no afecten las ganancias; ¿Qué tiempos son éstos en los que tenemos que defender lo obvio?, se preguntaba el poeta alemán, Bertolt Brecht.
Los dueños del capital, cuando se ven acorralados, siempre recurren al quiebre institucional, antes lo hacían con el militarismo antipatria, ahora recurren al lawfare, o guerra legal, es decir, al ataque sistemático contra las fuerzas transformadoras por la vía judicial, parlamentaria y comunicacional. Todo junto, todo al mismo tiempo. Ellos, en aras de la democracia y la libertad, han cometido los más terribles crímenes contra los pueblos, en todos aquellos lugares donde existen riquezas útiles para sus intereses, así han saqueado continentes enteros.
Para cambiar la historia es necesario vencer a las fuerzas del capitalismo en retirada y derrotarlo en toda la línea, de este modo se podrá ejercer la verdadera libertad y la verdadera democracia.
Por ello es tan importante resistir las embestidas político-comunicacionales del enemigo, acumular las fuerzas necesarias y dar el gran salto que nos permita transformar la cruel historia, frenando en seco sus relatos demagógicos y populistas, porque eso representan las derechas en América y el mundo, la distorsión de la verdad para dominar y someter a las mayorías. Así lo hizo Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos, Santiago Abascal en España, Sebastian Piñera y José Antonio Kast en Chile, Duque en Colombia, Mauricio Macri y su actual títere Javier Milei en Argentina y así una larga lista de hipócritas y cretinos que no han hecho otra cosa que sumir al pueblo bajo el caos y el terror.
Entonces, ¿cuál es el rol de la burguesía sino otro que defender sus intereses a punta de mentiras, estafas y crímenes horrorosos durante el transcurso de la historia de la humanidad?