“Vamos a usar la Cumbre para alinear a los líderes regionales” reveló Juan González, el asesor del Presidente de Estados Unidos para América Latina, mientras la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, estableció que “Estados Unidos permanece como la fuerza más potente en guiar acciones hemisféricas”. En esa línea, el mandatario estadounidense decidió quién podía y quién no podía ir a la Cumbre de las Américas, y EU pauteó una agenda para los asistentes.
Hugo Guzmán. Periodista. Santiago. 06/06/2022. Juan González, el asesor del Presidente Joe Biden para asuntos de América Latina, declaró que “vamos a usar la Cumbre para alinear a los líderes regionales, el sector privado y la sociedad civil detrás de una nueva y ambiciosa agenda económica”.
Fue la explicitación del continuismo en el objetivo de alinear a los presidentes y otros estamentos del continente a las políticas diseñadas por la Casa Blanca.
Esta intención se lleva ahora al espacio de la Cumbre de las Américas iniciadas este 6 de junio y que se prolongará hasta el 10 de este mes, pese a llamados de no más injerencias en la región.
Y la agenda, se enmarca en pretensiones del Gobierno de Estados Unidos (EU) como reforzar a la Organización de Estados Americanos (OEA), imponer un código para enfrentar el fenómeno migratorio, establecer un plan de salud y resiliencia en la mirada estadounidense, fortalecer el camino de los tratados de libre comercio e insistir en la concepción de democracia que tiene la Casa Blanca hacia el continente.
Junto a esa demarcación de la agenda, semanas antes de iniciarse la reunión, Biden evidenció el pauteo de la Cumbre al determinar él, por sí solo, la exclusión de los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Seguido de ello, establecer qué países son o no son democráticos en América Latina.
En este camino, la vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, indicó que “Estados Unidos permanece como la fuerza más potente en guiar acciones hemisféricas para abordar los desafíos centrales que enfrentan los pueblos de las Américas”.
Son las evidencias de que esta será la Cumbre de Biden y de Estados Unidos en la línea de “alinear” y “guiar” las acciones, en base a las disposiciones de “la fuerza más potente” en la región, como excluir países.
A eso hay que agregar la cita difundida por medios de prensa en cuanto a que desde la Casa Blanca se reiteró que la forma de relacionarse con los países latinoamericanos “está fundamentalmente en el interés de seguridad nacional de Estados Unidos”.
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Al no invitar a los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Joe Biden quiso insistir en la antigua tesis de que desde la Casa Blanca se determina qué regímenes son o no son democráticos, pero sobre todo insistir en cuáles son los enemigos políticos de la potencia, a los cuales hay que excluir, bloquear, hostigar y anular.
Pero no son sólo supuestos principios de la política exterior estadounidense. También tiene que ver con la política interior. Porque hubo y hay presiones de los sectores ultraconservadores de los partidos Demócrata y Republicano para golpear permanentemente a cubanos, venezolanos y nicaragüenses, y ahora en la Cumbre había que dar una señal.
Diversos analistas dentro y fuera de EU, hicieron ver estos días que Joe Biden está pensando en el desafío electoral que tiene en un tiempo y la necesidad de contar con los votos ultraconservadores, anticomunistas y anticubanos de Florida y Nueva Jersey, entre otros estados.
No escapa en el análisis cómo EU buscará en este espacio “alinear” a los mandatarios (sobre todo cercanos y aliados como los de Colombia, Uruguay, Paraguay, entre otros) en la priorización de relacionamiento con la potencia del norte, para hacer un contrapeso a las crecientes relaciones de todo tipo de naciones latinoamericanas con China y Rusia.
Es de esperar que en la reunión, Biden plantee una condena explícita a Rusia por el ataque a Ucrania, y ponga sobre la mesa cuestionamientos a China.
Así también, la Casa Blanca busca reforzar a la OEA en sus objetivos de política exterior, llegando a plantear que ese organismo sea el garante de los procesos electorales en América Latina, pese a sus cuestionadas operaciones en elecciones en Bolivia y Venezuela y el claro vínculo del secretario general de la institución con gobiernos de derecha.
Querer imponer una “carta de entendimiento sobre gestión migratoria y protección a migrantes” en esta Cumbre, se aparece como un verdadero contrasentido cuando Estados Unidos es reconocido por sus posturas y acciones represivas, racistas, autoritarias y discriminatorias con los migrantes, llegando a encarcelar a niñas y niños, separándolos de sus madres y padres, construyendo muros y dotando de armamento a fuerzas policiales y militares para impedir la entrada de migrantes.
Que Biden llegue a la Cumbre a instalar una agenda de salud y resiliencia, sobre todo en el contexto de la pandemia del Covid-19, parece contradictorio siendo EU uno de los países, proporcionalmente, con más muertos y contagiados a nivel del hemisferio, con planes erráticos y desordenados, y con decisiones como negarse a enviar y vender oxígeno a Cuba para atender a pacientes críticos afectados por el coronavirus.
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Con su decisión, Joe Biden armó un cuadro para Los Ángeles, ciudad que albergará la Cumbre, en donde no estarán los jefes de Estado de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Honduras, México y Bolivia y los de la Comunidad del Caribe, todos los cuales rechazaron la postura injerencista y excluyente del mandatario estadounidense.
Y donde llegarán mandatarios como Gabriel Boric, de Chile, y Alberto Fernández, de Argentina, a cuestionar el veto a países latinoamericanos.
Se dijo que la voz de los países se haría escuchar, y habrá que ver cómo ocurre eso en la reunión.
Como sea, y como lo dijeron en estas semanas varios presidentes, legisladores y analistas de América Latina, esta Cumbre de las Américas muestra, objetivamente, que persisten las políticas injerencistas, expansionistas y de hegemonía de parte de Estados Unidos en la región.
Lo que incluye, por cierto, las medidas tomadas por el Gobierno de EU para reprimir, hostigar y maniatar la Cumbre de los Pueblos que se desarrolla paralelamente, y los espacios de la sociedad civil, lo que incluye que la Casa Blanca le haya negado la visa a las y los 23 delegados que asistirían representando a Cuba, entre ellos, prominentes científicos.
De alguna manera, esta actividad en territorio estadounidense y convocada por Joe Biden, parte con patas cojas, sombras que enrarecen todo, y una mala perspectiva de que al final del día EU salga diciendo que todo fue bueno porque consagró su agenda.
Habrá que ver qué posiciones instalarán los presidentes que aceptaron estar junto a Biden y qué grado de soberanía y distancia sostengan en sus intervenciones y participaciones en la junta.
Porque es muy probable que se planteen propuestas, como lo adelantó el Ministerio de Relaciones Exteriores de México, como poner fin al bloqueo de Estados Unidos a Cuba y comenzar a construir un nuevo organismo regional que supere a la OEA y que se parezca más a la Unión Europea en su funcionamiento.