Cuando la política vuelve a mirar a las aulas.
Arnoldo Macker Aburto. Profesor, experto en Gestión Educacional. Santiago. 11/11/2025. 1. Un país que no debe olvidar el valor de la escuela pública.
Durante décadas, Chile transitó por un modelo que trató la educación como una mercancía, un bien sujeto a la lógica del mercado. Bajo ese paradigma, la escuela pública se empobreció, los profesores fueron sometidos a la burocracia y la desigualdad se reprodujo desde el aula.
Hoy, mientras los debates presidenciales giran en torno a seguridad, migración o crecimiento económico, solo una candidatura ha levantado con claridad la bandera de la educación pública como un eje de transformación social: la de Jeannette Jara.
Jara no llega desde la élite ni desde los think tanks; proviene del mundo del trabajo, del sindicalismo y de la gestión pública, con una biografía que encarna el trayecto de miles de chilenos que han hecho su vida en la educación estatal. Su historia y su discurso rescatan algo que el país necesita con urgencia: una mirada humana, digna y estructural sobre el sistema educativo.
2. La educación pública como futuro para miles de chilenos
En su programa “Un Chile que Cumple”, Jara no se limita a prometer reformas menores o ajustes administrativos. Plantea una reconstrucción profunda del Estado Docente, entendiendo que la educación pública no puede depender de la caridad del presupuesto ni de la buena voluntad de los municipios.
Su propuesta articula cinco dimensiones claves:
- Fortalecer los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) con financiamiento basal y autonomía pedagógica.
- Revalorizar la profesión docente, reduciendo la sobrecarga burocrática, mejorando la salud laboral y garantizando estabilidad.
- Expandir la gratuidad en educación superior hasta el 70 % de la matrícula nacional, avanzando hacia la universalización del derecho a estudiar.
- Articular escuela, familia y comunidad, para que los establecimientos sean espacios de convivencia y cultura, no de competencia y segregación.
- Impulsar una educación integral, donde la formación ciudadana, artística y emocional tengan el mismo valor que los resultados estandarizados.
Esta agenda va más allá de los slogans de campaña. Es una declaración ética. La convicción de que la educación pública es el pilar de una sociedad democrática pluralista y justa.
3. La diferencia no está en el discurso, sino en la raíz
Mientras otros candidatos hablan de “modernizar” o “digitalizar” el sistema, Jara insiste en humanizarlo. Su propuesta parte de una constatación simple pero poderosa: no habrá calidad educativa sin dignidad laboral docente.
Ninguna reforma curricular ni plataforma tecnológica puede reemplazar al profesor que trabaja en condiciones precarias, agotado por la evaluación constante y sin tiempo real para planificar o acompañar a sus estudiantes.
En palabras de Jara: “Defender la educación pública es también defender a sus trabajadores; porque cuando se dignifica a quien enseña, se humaniza a quien aprende.”
Esta comprensión integral del sistema -que conecta bienestar docente, aprendizaje auténtico y comunidad- la diferencia de cualquier otra candidatura en el espectro político actual.
4. Lo que está en juego: la educación publica
Chile se encuentra ante una disyuntiva histórica. Si prevalece la lógica de los recortes fiscales y la privatización silenciosa, la educación pública continuará siendo un sistema residual.
Pero si triunfa una visión como la de Jara, el país podría retomar el proyecto inconcluso de los reformadores republicanos y del movimiento de profesores del siglo XX: un Estado que educa, que acompaña y que emancipa.
La defensa de la escuela pública no es un asunto gremial; es un problema de país. De su destino depende la cohesión social, la seguridad ciudadana, la equidad territorial y la cultura democrática.
Por eso, Jeannette Jara no representa solo una alternativa política: representa la posibilidad de que Chile vuelva a creer en su escuela.
5. Una candidatura que interpela al profesorado y a la ciudadanía
Su programa convoca a los docentes no como meros beneficiarios de políticas, sino como actores transformadores del país. Invita a los apoderados, estudiantes y comunidades a recuperar el sentido colectivo de la educación.
Y lo hace con una coherencia rara en la política contemporánea: quien habla de dignificar la educación ha vivido el trabajo público, conoce la precariedad estatal y ha gestionado con austeridad y eficacia.
No se trata de idealizar su figura, sino de reconocer que —en un escenario electoral donde abundan tecnócratas y empresarios— Jara es la única candidata que asume la educación pública como causa histórica, no como punto de campaña.
6. Conclusión: volver a creer en lo común
La educación pública chilena ha resistido más que vivido; ha sobrevivido a la lógica del mercado y al abandono institucional, salvo algunos municipios de distintas tiendas políticas que se han esforzado por mejorar y trasformar este sistema precario. Hoy, Jeannette Jara encarna una oportunidad de cambio que trasciende su biografía: la posibilidad de reconstruir lo común.
Su liderazgo combina sensibilidad social, experiencia de gestión y una visión de Estado que no teme invertir en justicia educativa. Por eso, frente a la fragmentación política y la crisis de confianza, su candidatura se levanta como una apuesta ética y estructural: devolver a la escuela pública su lugar en el corazón del país.
En definitiva, Jeannette Jara es la única opción que no solo promete defender la educación pública, sino que la entiende, la valora y la habita.
