INCELS y los desafíos para la construcción de nuevas masculinidades

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Los INCELS, se ubican en mi opinión, en un tipo de identidades, que al igual que otras, han tenido que construirse a la intemperie, donde ya no existen los marcos normativos, valóricos y estéticos tradicionales, sino que nos encontramos con una variedad de normas y valores que luchan por ser hegemónicos en nuestras sociedades. En el fondo, ya no hay unicidad sino pluralidad, y en esos contextos se asume lo que algunos postmodernos han llamado “construirse a la carta”, o sea, tenemos muchas formas de construir nuestras identidades. Esto es una característica de los/as jóvenes actuales.

 Raúl Zarzuri Cortes. Sociología. Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago. 5/2025. La serie “de moda”, “Adolescencia”, que todos/as debemos ver, puso en circulación a nivel masivo el concepto de INCELS, que es un acrónimo referido a una persona, en este caso, hombres jóvenes, que viven un “celibato involuntario”.

Se entiende que la decisión sobre el celibato no ha sido asumida voluntariamente, como quien decide por voluntad propia entrar a la vida religiosa o ser parte de una rama religiosa, como los numerarios/as del Opus Dei que optan por el celibato, o si se dedica la vida a ser un asceta alejado del mundo.

Esta condición involuntaria, no poder acceder a personas del sexo opuesto y establecer relaciones afectivas/sexuales, es significada por este tipo de jóvenes, como algo que escapa a ellos, o sea, no tienen capacidad de intervenir en esa decisión, por lo tanto, debemos suponer que hay algún tipo de “agente externo” o “estructura” que obliga a tomar esa decisión. Esto se puede leer desde la sociología más clásica. Por ejemplo, uno de sus fundadores, el francés Emil Durhkeim, señala que hay estructuras que ejercen una acción coercitiva sobre los individuos. Claro está, que esta coerción es para que nosotros/as podamos funcionar en sociedad, cuestión que se da a través de lo que se denomina instituciones socializadoras (la familia, la escuela, la religión entre otras). Ellas internalizan en el individuo, normas y valores propios de las sociedades en que vivimos.

Pero si el “celibato involuntario” no es un valor que sea transmitido por la sociedad, ¿cómo un grupo de jóvenes llega a significarlo y a buscar explicaciones de su situación que le puedan dar sentido a su vida? Lo primero que habría que señalar, y que aparece en la serie “Adolescencia”, es que marcar a alguien como INCEL, es un atributo negativo. Podríamos quizás utilizar el concepto de estigma para graficar esto. Este tipo de marca hace al sujeto que lo porta alguien no deseable socialmente y, por lo tanto, puede ser objeto de burlas, ataques o de lo que denominaríamos “bullying”. Ahora, esto no solo pasa con los INCELS, sabemos que puede ocurrir con cualquier otra situación.

Lo segundo, y aquí viene lo peligroso, es que como sujetos que son marcados de esa forma, buscan explicaciones de su situación. Es en este punto donde la cosa se complejiza y donde intervienen eso que señalaba más arriba como factores externos que permiten construir un relato que de sentido a la situación que se está viviendo.

Es claro que actualmente estamos viviendo los embates/ataques a lo que se ha denominado la “democracia liberal” y al sistema normativo basado en los derechos humanos, que normó casi toda la actividad humana desde el siglo pasado. Los avances que hemos tenido en torno al feminismo, las diversidades sexuales, las nuevas masculinidades, o sea, lo diverso, se encuentra abajo ataque. El mejor ejemplo de esto es lo que está haciendo Trump y el desmantelamiento de la educación en USA y el ataque a las universidades para que cambien o desmantelen los centros dedicados a este tipo de estudios.

En Internet, encontramos manifestaciones de un extremismo salvaje pro-retorno a normas y valores clásicos, que son asumido por este tipo de jóvenes, como respuestas a las situaciones que viven, convirtiéndose en radicales que nutren su frustración sexual y afectiva. Así, construyen un discurso donde las mujeres aparecen como las culpables de su situación, al igual que cierto tipo de hombres. Así, los ataques que culpan a las mujeres de sus fracasos sexuales y afectivos son cosas normales. Sin embargo, habría que señalar que no todos los INCELS son violentos. Claro está que se destaca, y por razones obvias, las violencias ejercidas, que han llevado a asesinatos (los menos) o violencias discursivas.

Por otro lado, se debe entender que estamos frente a jóvenes que se aíslan de la comunidad/sociedad, producto de la desesperanza, o por temas de bienestares emocionales complejos que en muchos casos requerirían de atención de profesionales. Por otra parte, ya se ha dicho que no contamos con un paraguas que nos ayude a construirnos, entonces, solo queda seguir ese lema: “hágalo usted mismo” y eso, en muchos casos, es muy difícil para muchos jóvenes y una trampa compleja. Es claro que, frente a esto, nosotros como sociedad debemos prestar apoyo.

Los INCELS, se ubican en mi opinión, en un tipo de identidades, que al igual que otras, han tenido que construirse a la intemperie, donde ya no existen los marcos normativos, valóricos y estéticos tradicionales, sino que nos encontramos con una variedad de normas y valores que luchan por ser hegemónicos en nuestras sociedades. En el fondo, ya no hay unicidad sino pluralidad, y en esos contextos se asume lo que algunos postmodernos han llamado “construirse a la carta”, o sea, tenemos muchas formas de construir nuestras identidades. Esto es una característica de los/as jóvenes actuales.

Otra cuestión de relevancia a señalar es que las mujeres han avanzado mucho a partir del movimiento feminista, en la reflexión de lo que significa ser mujeres en contextos patriarcales hegemónicos. Lamentablemente esto no ha ocurrido con la misma fuerza respecto de las masculinidades. Tenemos un atraso grande, lo que nos permite decir, que los INCELS no se identifican con los modelos tradicionales de masculinidad y buscan en los lugares equivocados, como los espacios de la internet toxica donde se culpa a las mujeres y el feminismo de su situación.

Debo señalar que esto es un llamado de atención a las formas actuales de educar a los hombres. El desafío es enfrentar lo que se ha denominado las “masculinidades tóxicas” y avanzar a nuevas formas de masculinidades.

Por último, hay que señalar que como sociedad debemos enfrentar con fuerza la violencia y los discursos de odio y la misoginia que proviene de estos elementos radicalizados, pero también debemos recordar que ninguno de nosotros nace odiando. Esto es un proceso de aprendizaje y el desafío está en construir espacios de educación emocional, por ejemplo, en nuestras casas y también en nuestras escuelas que permitan que este tipo de cosas no ocurran.