La demora en la entrega de resultados preliminares, la larga espera, fue caldo de cultivo para las caricaturas, mofa y desconfianza en las informaciones oficiales emanadas del Gobierno. No resultó extraño que, apenas el CNE entregó los primeros recuentos, la jauría anti-Maduro se desató en la televisión chilena.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 6/8/2024. Iván Núñez -deportado desde Caracas cuando intentó ingresar a Venezuela- así como Mónica Rincón, Rodrigo Sepúlveda, José Antonio Neme, Iván Valenzuela, Nicolás Vial y otros conductores de programas periodísticos han devenido en audaces politólogos y expertos internacionalistas que -desde antes de las elecciones en Venezuela- adelantaba un fraude y cuestionaban la posibilidad de un triunfo de Nicolás Maduro.
Mientras en Chile las encuestas ya están suficientemente desprestigiadas -como en todo el mundo- la televisión las volvió a considerar en este caso como verdaderos oráculos que vaticinaron todo lo que ocurriría en el hermano país caribeño.
Como animadores de matinales, los lectores de noticias se sumaron a los cuestionamientos de la derecha política en Chile, sin siquiera abordar a representantes o dirigentes del Gobierno de Maduro en Chile o Venezuela. Como si no existieran. El embajador Arévalo Méndez nunca fue “rostro” de la tele y sólo lo mostraron las cámaras cuando se fue de Chile por instrucciones de su Gobierno.
Un verdadero festín comunicacional fue que las autoridades de ese país no dejaran entrar a Rojo Edwards y a Felipe Kast que pretendían “observar” el proceso desde los prejuicios y las caricaturas prefabricadas. Ningún canal ofreció tribuna a parlamentarios como Boris Barrera y otros que asistieron a los comicios sin mayores problemas.
Con las consabidas auto felicitaciones mutuas por los “excelentes despachos”, “completos informes”, los noticiarios remarcaron desde las primeras noticias como si estuvieran transmitiendo un show de entretenimiento, con desparpajo e irrespeto de las autoridades y una mirada parcial de apoyo indiscutible a la oposición del palacio Miraflores.
Así las cosas, la demora en la entrega de resultados preliminares, la larga espera, fue caldo de cultivo para las caricaturas, mofa y desconfianza en las informaciones oficiales emanadas del Gobierno. No resultó extraño que, apenas el CNE entregó los primeros recuentos, la jauría anti-Maduro se desató en la televisión chilena.
Se insistió majaderamente que esta instancia oficial era unánimemente “chavista”, pese a que está integrada por cinco miembros, incluidos dos representantes de la oposición.
Acosado por las sanciones económicas, el bloqueo político ordenado por EU y la Unión Europea, el Gobierno bolivariano ni siquiera fue escuchado cuando denunció un ataque cibernético, maniobras para entorpecer las elecciones y los llamados de la derecha a salir a las calles a defender su “triunfo”.
En tanto en Chile destacados políticos mostraron absoluto desconocimiento del sistema electoral venezolano, sembrando dudas y adelantando juicios temerarios que sólo contribuyeron a aumentar la tensión y la justa indignación de los ciudadanos venezolanos avecindados en nuestro país. El entorno de la sede diplomática se convirtió en escenario de despachos al estilo de las cotidianas fiscalizaciones viales de carabineros e inspectores municipales en la comuna de Providencia. El drama humano de familias migrantes sirvió al acostumbrado morbo y sensacionalismo de ágiles reporteros en busca de “noticias”.
El chivo expiatorio para la televisión chilena fue el Partido Comunista, sus representantes en el Gobierno y el Parlamento a quienes acosaron exigiéndoles apresurados pronunciamientos cuando ni siquiera se recibían noticias desde Venezuela.
Los “periodistas” de la tele se enfrascaron entonces en buscar diferencias, contradicciones, fisuras internas en el PC y finalmente, contribuyeron a la confusión y las tensiones, declaraciones de personeros como la senadora Paulina Vodanovic y el senador Ricardo Lagos Weber que cuestionaron la posición de los comunistas en materia internacional.
La alcaldesa de Santiago Irací Hassler, el alcalde suplente de Recoleta, Fares Jadue, así como las ministras Camila Vallejo y Jeanette Jara y la diputada y abogada de DDHH Carmen Hertz debieron responder todo tipo de requerimientos absurdos en materia de política exterior mientras Lautaro Carmona, presidente del PC, llamaba a la cordura y la calma y a esperar la entrega del detalle de los resultados oficiales de los comicios.
Todo lo demás estaba pauteado, libreteado como un reality show más. Lamentablemente se sucedieron las escenas dramáticas en las afueras de la embajada de Venezuela en Chile y la tragedia de enfrentamientos armados en algunas ciudades de Venezuela con un saldo indeterminado de muertos y detenidos.
Una golosina esperada para nuestros canales de televisión. Penosamente, la situación se extiende todavía más allá de lo recomendado para que los venezolanos resuelvan en paz y sin intervención exterior sus problemas políticos, sociales y económicos, sobre los cuales nuestro país no tiene mucho que decir ni menos dictar cátedra democrática.