Los exministros de Piñera, Karla Rubilar, Jaime Bellolio y Mario Desbordes -convertidos en verdaderos “rostros” de la tele- desafían la institucionalidad en una campaña que no ha comenzado todavía y se enfrascan en infamantes disputas con sus adversarios, asegurando un supuesto triunfo para octubre -que a todas luces no tienen asegurado-. Fútiles reyertas que no incidirán en los comicios.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 1/7/2024. Quienes peinan canas recordarán que en Chile, cuando el candidato presidencial de la derecha, Jorge Alessandri, participó en el debate televisivo frente a Salvador Allende, hasta sus partidarios más recalcitrantes reconocieron que el postulante a La Moneda aparecía demasiado avejentado, dubitativo y tembloroso. Igualmente insistieron en su campaña y hasta después del triunfo de la UP se insistía en imponer su elección a través del Congreso Pleno y hasta se perpetró el crimen del general Schneider para tratar de llevar -pese a todo- a Alessandri a La Moneda.
Ello se trae a colación a propósito de la patética presentación de los candidatos presidenciales en Estados Unidos, el magnate financiero y exmandatario, Donald Trump, y el actual jefe de Estado, George Biden. Un par de veteranos que bien valdría que se jubilaran antes de dar un triste espectáculo entre errores, confusiones y acusaciones de ineficacia de ambas partes.
Una reyerta permanente, ninguna solución a los problemas económicos que enfrentan los ciudadanos norteamericanos, sin propuestas al drama de la emigración, ni menos iniciativas por la paz para Palestina ni Ucrania; ambos discuten incansablemente entre ellos sin plantear nada coherente ni menos realizable, mientras el complejo militar industrial y las empresas transnacionales se frotan las manos. Les da lo mismo el próximo Gobierno que se instale en la Casa Blanca.
Ocurre algo parecido en Chile, aunque -a menor escala- con la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei en disputa por el liderazgo de la derecha con dientes y muelas frente al Republicano José Antonio Kast y ambos pretenden dejar en el camino a un tercer mal avenido postulante a La Moneda, el “sheriff” de La Florida, Rodolfo Carter.
En este caso el tema tampoco es la agobiante situación económica y social de los ciudadanos, amenazados con una fuerte alza en la tarifa de la energía eléctrica, las pensiones, el sistema de salud y otros graves problemas. De lo que se trata es de imponer un acuerdo desde la ultraderecha hasta los grupúsculos de Amarillos, social cristianos y Demócratas, sin siquiera un programa de Gobierno ni propuestas concretas en ningún ámbito que los una, sólo para desplazar al actual oficialismo progresista.
Mientras, los exministros de Piñera, Karla Rubilar, Jaime Bellolio y Mario Desbordes -convertidos en verdaderos “rostros” de la tele- desafían la institucionalidad en una campaña que no ha comenzado todavía y se enfrascan en infamantes disputas con sus adversarios, asegurando un supuesto triunfo para octubre -que a todas luces no tienen asegurado-. Fútiles reyertas que no incidirán en los comicios.
Los canales de televisión no sólo prestan escenario sino, en mayor o menor medida, ofrecen tribuna a exautoridades piñeristas y dificultan la presencia de rostros nuevos y de los ediles que repostulan con suficientes merecimientos reconocidos por vecinas y vecinos, pero desconocidos por los medios de comunicación.
Los animadores, conductores, lectores de noticias y “noteros” hacen gala de adjetivos laudatorios a favor de los precandidatos de la oposición y emplazan directamente a los partidarios del actual Gobierno. Los estereotipos y lugares comunes se agotan en el léxico empobrecido de estos “profesionales” de la televisión. Tanto, por ejemplo, que motejan inexplicablemente de dirigente “histórico” al ex asesor de la subsecretaría de Interior, Juan Andrés Lagos, cuya única “imputación” es ser militante comunista.
Para los que no lo saben, bien habría valido de calificar de “histórico” al exministro de Economía y exdiputado comunista, José Cademartori, fallecido esta semana, y quien no mereció mayores menciones en los medios de comunicación, así como tampoco el dirigente Alejandro del Río, artífice en la clandestinidad durante la dictadura de Pinochet, de iniciativas como la revista cultural Araucaria y la operación “Chile Crea” que convocó la solidaridad mundial de artistas e intelectuales con la lucha del pueblo chileno a fines de la década de los 80. Del Río también falleció prácticamente rodeado del cariño de los suyos y con poco reconocimiento de la mayoría de la población que no se enteró por los medios de su sensible pérdida. Solo enfocados en reyertas inútiles.
En tanto Chile Vamos se enfrenta a la disyuntiva de sacrificar nombres de postulantes a gobernaciones regionales y de actuales autoridades para dar paso a republicanos, socialcristianos y “demócratas” en un intento de unidad de la derecha hasta la ultraderecha, al estilo de la reciente victoria neofascista en la Unión Europea.
Por el contrario en la izquierda, la coherencia y consecuencia de posturas la demuestra -por ejemplo-la presidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados, Karol Cariola demandando una solución al alza de las tarifas de energía eléctrica a través de mayores subvenciones o (como dijo el presidente del PC, Lautaro Carmona) hasta “que se pueda tomar la leche fría”. Una real preocupación por la gente lejana a reyertas inútiles.