Patricio Bañados, Augusto Góngora, Eric Polhammer, Marta Cruz Coke. En un país tan deprimido intelectualmente estas ausencias se notarán, no sólo antes las pantallas sino en la vida social de los más diferentes colectivos y comunidades que conocieron a estos extraordinarios personajes que tanto aportaron a nuestro desarrollo cultural.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 29/5/2023. En unas pocas semanas la cultura y el arte de nuestro país han sufrido pérdidas irreparables: el conductor de televisión Patricio Bañados, el periodista y cineasta Augusto Góngora, el poeta y comunicador Eric Polhammer y la gestora cultural Marta Cruz Coke.
Cuando más se necesitan personalidades de alto calibre para enfrentar los duros momentos políticos, económicos y sociales que viven a diario nuestros compatriotas, el principal medio de comunicación del país pierde a un conductor de fuste como Bañados quien, en plena dictadura, fue capaz de enfrentarla y negarse a leer falsedades en un noticiario de TVN lo que le costó el puesto y su exclusión definitiva del medio.
A su vez, Góngora no sólo será recordado como editor clandestino de “Teleanálisis” sino también por su paso como ejecutivo del canal público (1990-2000) y sus esfuerzos por darle un tinte cultural a sus emisiones (“Cine video” y “Hora 25”); el ingenioso Polhammer nos divirtió en “Cuánto vale el show” por sus amenas intervenciones, poemas positivos y singulares gorros, sombreros & jockeys y Marta Cruz Coke, ex directora de la Biblioteca Nacional, impulsora del Día del Patrimonio Nacional y creadora de los Bibliometros.
En un país tan deprimido intelectualmente estas ausencias se notarán, no sólo antes las pantallas sino en la vida social de los más diferentes colectivos y comunidades que conocieron a estos extraordinarios personajes que tanto aportaron a nuestro desarrollo cultural.
Precisamente la mediocridad actual se retroalimenta por la falta de políticas culturales, de una televisión con real interés por la difusión de nuestra identidad, nuestros valores y muestras artísticas, invisibilizadas por los medios de comunicación, especialmente por la pantalla chica.
Con nostalgia recordamos espacios como “El show de los libros” de Antonio Skarmeta, “Ojo con el arte”, de Nemesio Antúnez y “El mirador” u “Ovni” de Bañados, dignos herederos de programas y personajes como Jorge Dahm y sus dibujos, por Enrique Lafourcade y otros, que hoy en día pretenden ser reemplazados en espacios como “Cultura con ustedes” con la periodista Chantal Aguilar y el chef Mikel Zulueta.
Esta es una muestra de que la TV entiende la “cultura” como muestras de gastronomía, hermosos parajes turísticos, como el guía Claudio Iturra en “Ruta 5” y “Maravillas del mundo” o la actriz Loreto Aravena en “Somos caleta” y el inefable Pancho Saavedra con el fatigante “Lugares que hablan”. Todos de Canal 13 mientras en el canal “público” se promocionan “Atlas de Chile” con el arquitecto Federico Sánchez y Marcelo Comparini, además de una serie de documentales descriptivos de nuestras bellezas naturales, las habilidades de destacados artesanos y expertos en comidas tradicionales en regiones, episodios históricos (“La Esmeralda”, “El cruce del estrecho de Magallanes”) y otros programas entendidos como muestras de cultura y arte.
En innegable que la gastronomía y el turismo local también abarcan la difusión cultural y artística, pero en materia de comunicaciones hay imperdonables olvidados entre nuestros principales genios creadores. Como lamentables ejemplos, Pablo de Rokha, Violeta Parra y Víctor Jara quienes apenas tienen algunos minutos en entrevistas para nuestros canales y solo se han recuperado breves imágenes de la Mistral y Neruda recibiendo sendos Premios Nobel de Literatura y un documental sobre el poeta realizado por el ex camarógrafo de Canal 13 Hugo Arévalo.
Los televidentes actuales no tienen posibilidades de conocer al menos escritos esenciales de Vicente Huidobro, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, Enrique Lihn, Raúl Zurita; ni pensar en pinturas de Juan Francisco González, Alfredo Valenzuela Puelma, Alberto Valenzuela Llanos, José Balmes, Gracia Barrios, el mismísimo Roberto Matta o José Venturelli. Entre otras ausencias ante las cámaras están las obras escultóricas de Federico Assler, Sergio Castillo, Mario Irarrázaval, Marta Colvin, Lily Garafulic, Rebeca Matte, Samuel Román, Virginio Arias y muchos más. Lamentablemente debe decirse lo mismo de instrumentistas y compositores de fama mundial como Claudio Arrau, Ramón Vinay, Alfonso Leng, José Zapiola, Pablo Garrido, Vicente Bianchi, Pedro Humberto Allende, Isidora Zegers, otras y otros.
Tal vez una excepción la constituye la presencia esporádica en algunos espacios de destacados muralistas y sus obras, desde Matta, Julio Escámez, Mario Carreño, Alejandro
“Mono” González, Alfonso Ruiz Pajarito, Patricio Madera y la BRP. Ello, junto al desprecio y hasta el rechazo a trabajos de “grafiteros” en los cerros de Valparaíso, en poblaciones de la capital y otras ciudades de provincias, confundidos a menudo con la labor vandálica de sujetos desconocidos que agreden el patrimonio nacional en edificios, esculturas y otras obras de arte con rayados.
Pareciera ser que resulta más fácil desacreditar, agredir, que difundir trabajos creativos singulares de artistas chilenos desconocidos en favor de personajes provocadores y de discutible calidad que se publicitan a diario en medios de comunicación tan importantes como la televisión chilena.
Entretanto, en la facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, entre otras actividades culturales lleva ya tres ediciones el libro digital “Para que nadie sea olvidado”, editado por el colega y académico Gustavo González que contiene documentadas y emotivas reseñas de decenas de periodistas fallecidos pertenecientes a distintas generaciones de alumnos de la Escuela de Periodismo desde su fundación hasta nuestros días. Merecido y justo homenaje a diferentes y destacados profesionales, que hacen bastante falta en nuestros días. Mientras, la televisión hace mutis por el foro al respecto.