En general es bastante pobre el aporte a la entretención o la cultura en todos estos espacios y más bien contribuyen al alejamiento de la teleaudiencia de las pantallas de quienes buscan esparcimiento. Pareciera que lo fundamental es reimpulsar “carreras” televisivas, consolidar a “rostros” que a estas alturas son “sandías caladas” y presentar a nuevos personajes sin mayores aptitudes y mera empatía que no bastan en este “negocio”.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 6/11/2025. Las franquicias internacionales, evidentes plagios y repeticiones de programas antiguos son materia habitual en nuestra televisión abierta. Y no estamos hablando sólo del canal del recuerdo: REC del 13, sino -por ejemplo- de CHV que lanzó con bombos y platillos una versión actualizada del otrora exitoso programa de concursos “¿Cuánto vale el show?”.
Novedades añejas. El espacio, donde se consagraron, entre otros Alejandro Chávez, Gonzalo Cáceres, Leo Caprile y los escritores Enrique Lafourcade y Eric Polhammer con la dirección Alfredo Lamadrid, pretende enfrentar ahora al popular programa que conduce Martín Cárcamo en Canal 13, “¡Qué dice Chile!”, que ya estaba compitiendo con Daniel “Huevo” Fuenzalida en “¡Ahora Caigo!” de TVN.
La nueva versión de “¿Cuánto vale el show’” es animada por un dubitativo e inseguro Julián Efenbein e integran el jurado la influencer Francisca Maira, la actriz Pancha Merino, el comediante Don Carter y un poco conocido Alejandro de la Cruz (o “Buffy”), del podcast “Tomás va a morir?”. Hasta ahora, en este caso, “segundas partes nunca fueron buenas”.
Más tarde se enfrentan en sintonía los reality shows: “Mundos Opuestos” de CHV con Karla Constant y Sergio Lagos contra “El Internado” del Mega -el retorno a las pantallas de
Tonka Tomicic- y un trío de alicaídos chefs mientras sigue la desgastada zaga de “Mi nombre es 2”, con Jean Philipe Cretton en CHV.
“Mundos Opuesto” es de un mal gusto y groserías mientras “El Internado” también oscila entre la ordinariez y el aburrimiento. Asimismo “Coliseo”, el espacio que pretende elegir a un humorista para el próximo Festival de Viña no parece el más indicado para semejante desafío.
En general, estos concursos televisados adolecen del pecado original de la falta de una fiscalización notarial (como se usaba en el pasado reciente) y hoy en día hay resultados y respuestas curiosas, categóricas, a veces inexplicables y a menudo discutibles, así como decisiones de jurados de dudosa idoneidad.
Se dice que el regreso de Tonka a las cámaras merecería mayor glamour y que el espacio de competencia “culinaria” deriva en un reality de discutible calidad y muy mal gusto. La exanimadora peruana -procesada judicialmente- Laura Bozzo (de “Laura de América”) compite con personajes como Fernando Solabarrieta y Daniela Campos, entre otros “famosillos” tan producidos como falsos.
Por “Mundos Opuestos” han pasado desde Andrés Caniulef hasta “Mago” Jiménez, “El Princeso”, Marlen Olivari, Joche Nibbó y muchas y muchos más conocidos en redes sociales y distintas plataformas, aparte de modelos o actrices. Enérgicas competencias entre amoríos, peleas y situaciones artificiales. En tanto, “Fiebre de baile” destaca por su abigarrada escenografía, coreografías de pésimo gusto estético y el curioso protagonismo de personajes como “Pastelito”, Claudio Valdivia (hermano de Jorge, el futbolista acusado de violación), la modelo Camila Andrada y la única bailarina profesional en competencia: Conny Capelli con la animación de una incombustible Diana Bolocco.
Una “fauna” de menos “famosos” pero no por ello bastante “populares” que dejan mucho que desear en términos histriónicos y competitivos en un espacio que pretende ser pauteado y producido al detalle y se frustra precisamente por aquello. La inverosimilitud choca con la artificialidad en la mayoría de las situaciones y conflictos.
En general es bastante pobre el aporte a la entretención o la cultura en todos estos espacios y más bien contribuyen al alejamiento de la teleaudiencia de las pantallas de quienes buscan esparcimiento. Pareciera que lo fundamental es reimpulsar “carreras” televisivas, consolidar a “rostros” que a estas alturas son “sandías caladas” y presentar a nuevos personajes sin mayores aptitudes y mera empatía que no bastan en este “negocio”.
La popularidad no asegura “fama” y los ingresos pecuniarios no significan consolidación en la llamada “carrera televisiva”. ¿Quién se acuerda de algún ganador en los concursos? La actual ola de torneos de este tipo constituye pan para hoy y hambre para mañana en la vilipendiada industria audiovisual. No son más que novedades añejas. Es más fácil hacerse popular en redes sociales, plataformas y streaming como influencers, youtubers y otras “especialidades”. La televisión sigue al debe y no bastan las novedades añejas.
