En cuanto a TVN todo indica que se hace imprescindible iniciar un nuevo ciclo con estrategias y objetivos claros y plausibles.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 22/7/2024. En estas columnas calificamos sistemáticamente a TVN como una televisión (entre comillas) “pública”. Y ello se reafirma ante la propuesta del Gobierno de impulsar algunos cambios en esta entidad audiovisual de carácter nacional.
En una nota editorial del sábado 13 de julio pasado -y en un artículo del diario “El Siglo”- se aborda esta temática, donde tanto la vocera Camila Vallejo como el presidente del directorio de TVN, Francisco Vidal, analizan la actual situación de este trascendental medio de comunicación masiva.
Ambas autoridades subrayan en sus vocerías términos como: “estructurar”, “modernizar”, “fortalecer”, “ampliar” refiriéndose a la gestión de este canal, destacando -sobre todo- la irregularidad de su autofinanciamiento, es decir, su participación en el mercado publicitario al igual que las estaciones privadas. Se trataría e impulsar un financiamiento “mixto”, sin subsidios sino con la creación de un “fondo patrimonial” con ingresos y cuentas independientes más allá de las millonarias “capitalizaciones” realizadas anteriormente por gobiernos de distinto signo.
Hay que considerar que el año pasado la torta publicitaria en rubro medios de comunicación fue de 900 mil millones de pesos. Los digitales se apoderaron del 51%, la televisión abierta del 25%, la publicidad en la calle del 10%, en las radios el 7%, los diarios el 3%, y los canales por cable el 4%. Hace diez años, los canales abiertos -TVN entre ellos- disputaban el 38% del avisaje y hace 16 años competían por el 60% de la torta publicitaria. Es decir, el fondo a repartir entre los canales es cada vez más exiguo y se expande hacia otros ámbitos.
TVN se mantiene en el cuarto lugar en el rating y cuenta con una deuda acumulada de 53 mil millones y pérdidas por alrededor de dos mil millones el año pasado. Reducir el problema a una cuestión de estructura organizacional y de financiamiento no parece la forma más adecuada de enfrentar una crisis de tal magnitud.
Camila Vallejo reconoce que “nuestra televisión pública es una anomalía en el mundo, porque tiene la obligación de autofinanciarse y competir ‘de igual a igual’ con canales privados propiedad de grandes empresas transnacionales de la información y entretención”.
Se refieren también a la necesidad de cambiar la “gobernanza” interna de la entidad. Esto tiene que ver exclusivamente -en la práctica- con los estándares para elegir a los integrantes del consejo directivo y el derecho a voto de un representante de los trabajadores.
Para la ministra secretaria general de gobierno: “El Gobierno del Presidente Boric tiene la convicción de que las actuales reglas de TVN cumplieron su ciclo y hoy en día debe asegurarse que sea un espacio donde se discutan y visibilicen temas de interés público, con libertad y pluralismo, protegiendo así la democracia y el derecho a la información de todas y todos”.
Pero todo indica que se hace imprescindible iniciar un nuevo ciclo con estrategias y objetivos claros y plausibles.
Francisco Vidal afirma que esto de la televisión pública “no es retórica, no es poesía” y se expresaría actualmente en cuestiones concretas como son: la señal internacional que llega a 20 países y 13 millones de hogares; los nueve centros regionales, donde faltan seis; NTV, el canal infantil y “cultural” que -según él- competiría con Disney y el canal de noticias 24 Horas. Además, Canal 3 con los archivos de memoria y muy pronto una radio pública.
En verdad todas las estaciones de televisión están profitando de nuevas frecuencias a través del sistema digital, HD (alta definición), canales anexos, radioemisoras y otras plataformas
A estas alturas se desperfilan o carecen de contenidos términos como “estructurar”, “fortalecer” y “ampliar”. Pareciera ser que estructurar sería cambiar la gobernanza; fortalecer sería crear ese fondo patrimonial mixto y ampliar ¿Restablecer la red de estaciones regionales que alguna vez llegó hasta Magallanes?
Si bien la migración chilena en Europa y Oceanía realmente es hasta cierto punto consumidora de la programación de TVN internacional, no ocurre lo mismo en América Latina y el Caribe, donde su programación localista no llama la atención de nuestros connacionales, ni menos de los ciudadanos de esos países.
Los cambios en el consumo de la teleaudiencia -a los que nos hemos referido en estas mismas columnas- conllevan el desplazamiento masivo de avisos publicitarios hacia las redes sociales y a plataformas digitales de distinto tipo.
Parece ser que modernizar es instalar estaciones de radio y canales noticiosos siempre abiertos para tratar de competir con redes sociales y plataformas cada vez más innovadoras, tecnológicas y actualizadas. Objetivos ambiciosos y una dura tarea comunicacional, ante el debilitamiento del modelo de televisión, incluido el “canal público”.
En este punto, no faltan las voces desde la derecha política que quisieran terminar con TVN o transarla en el mercado para -según ellos- evitar su utilización política de parte del gobierno de turno. Y no faltan quienes añoran el abuso de la entretención y la manipulación de informaciones durante la dictadura cívico-militar. En definitiva, el modelo está definitivamente agotado.