Cuando el género se apresta a celebrar tres décadas en pantalla, la verdad es que la política ha dado paso a animadores opinantes, a debates ideológicos y especulaciones sobre el nuevo Gobierno y el devenir ciudadano.
José Luis Córdova. Periodista. Santiago. 28/03/2022. La ausencia de comicios electorales -salvo el plebiscito de salida de septiembre- lleva a una crisis a los matinales de la televisión. Cuando el género se apresta a celebrar tres décadas en pantalla, la verdad es que la política ha dado paso a animadores opinantes, a debates ideológicos y especulaciones sobre el nuevo Gobierno y el devenir ciudadano.
Qué lejos están los tiempos de nuestra recordada colega Tati Penna y una joven promesa: Felipe Camiroaga que llegados desde RTC (hoy Chilevisión) a TVN, bajo la dirección de Mauricio Correa y con Germán Valenzuela como “notero” para iniciar, el 9 de marzo de 1992, la saga de matinales que los años siguientes se apoderó de todos los canales.
El año recién pasado fue tal vez el más politizado de la historia y atrás quedaron los segmentos de cocina, modas, salud, servicios sociales, para dedicarse de lleno a las campañas: municipales, legislativas, de gobernadores, convencionales y presidencial. Pero, lamentablemente, la opinología se apoderó de los animadores con especial entusiasmo e interés.
Cada mañana editorializan colegas y comunicadores como Rodrigo Sepúlveda (ex comentarista deportivo), José Antonio Neme, Julio César Rodríguez, al igual que Gonzalo Ramírez, José Luis Reppening y le van en saga en los tiempos feministas que corren María Luisa Godoy, Diana Bolocco, Monserrat Álvarez y Mirna Schindler. Mantienen su compostura Carolina Escobar y Ángeles Araya.
Lamentablemente las pautas noticiosas son pasmosamente similares. Las primeras semanas del Gobierno de Gabriel Boric dieron pábulo a peligrosas disquisiciones y conjeturas dignas de los más esmerados análisis políticos de las universidades privadas más connotadas pero en las voces de los rostros habituales en los matinales.
La colega Faride Zerán ha sido nombrada presidenta del Consejo Nacional de Televisión, organismo que entregó su anuario estadístico de oferta y consumo correspondiente al año pasado. Este estudio explica que el género con mayor oferta es el informativo (especialmente los noticiarios). Los demás géneros: matinales, teleseries y programas de conversación.
Todos ellos experimentaron una sensible alza durante los períodos más duros de la pandemia mientras la audiencia se trasladaba a las redes sociales, hasta que las fakes news y otras irregularidades desnudaron una realidad muy ajena a la verdad de los acontecimientos que se relatan por estas nuevas plataformas.
La televisión se mantiene como un medio de comunicación masiva importante por lo cual es imprescindible cuidar este instrumento. Que no sirva sólo para destacar las omisiones, errores o decisiones del Gobierno que favorezcan a los propietarios de los canales sino que ilustren sobre las verdaderas intenciones transformadoras de la actual administración con sus yerros y aciertos.
La visita de la Ministra del Interior al Wallmapu, la existencia de presos políticos mapuche, la discusión sobre un quinto retiro de fondos desde las AFP, el proyecto de ley de indulto, el retiro de las querellas sobre Ley Antiterrorista, el debate sobre el incremento del salario mínimo y hasta el nombramiento de embajadores ha sido caldo de cultivo de ataques y disquisiciones antojadizas de la actual oposición y también de algunos parlamentarios hoy oficialistas para tratar de desprestigiar al nuevo Gobierno.
Mientras, la cobertura nacional de la trágica intervención rusa en Ucrania sigue siendo materia de espectáculo en los matinales. Con el regreso de Iván Núñez, Daniel Matamala y Rafael Cavada terminó parte del show mediático unilateral. En tanto en Chile es imposible ver las transmisiones de Russia Today (RT), Sputnik y la mismísima Telesur sufre los embates de las transnacionales de la comunicación alineadas por la OTAN, los EE.UU y la Unión Europea.
El colombiano Libardo Buitrago -ex consejero comercial de su embajada- se erige como analista internacional con el único contrapeso de personajes como Carlos Zárate mientras la opinión de un especialista responsable como Raúl Sohr es un gran ausente en las pantallas que muestran un sólo lado de los dramáticos acontecimientos en Europa del Este.
Los matinales de nuestra televisión abierta se hunden cada vez en la falta de credibilidad y se mantienen como meros programas de entretención y farándula, tal vez el nicho desde donde nunca debieron emerger a otros ámbitos de la actualidad nacional con tan magros resultados.