La instalación y desarrollo del Gobierno de Gabriel Boric, la etapa final del proceso constitucional y el plebiscito de salida del 4 de septiembre próximo son los desafíos para una industria que no ha sabido estar a la altura de los tiempos de transformaciones que corren en el país.
José Luis Córdova. Periodista. Santiago. 22/04/2022. La empresarial Asociación de Agencias de Medios (AAM) dio a conocer con satisfacción los ejercicios financieros de los principales canales de televisión abierta en Chile que, por primera vez en los últimos años, lucen cifras azules.
Está más que claro que estos resultados auspiciosos desde el punto de vista estrictamente comercial tienen que ver con la obligada vuelta de la teleaudiencia a los canales a causa de los confinamientos por la pandemia, la necesidad de informarse sobre el curso del corona virus, sin desmerecer la importancia que asumieran los procesos electorales y constituyentes en el año recién pasado en el país.
Como comentamos en columnas anteriores, las parrillas programáticas se inundaron de espacios de conversación, de debates políticos, desde los matinales, los noticiarios y programas especiales sobre cuestiones electorales y del proceso constitucional que se apoderaron de las pautas periodísticas. Baste recordar perfomances como las de los ex presidenciables Kast, Sichel y Parisi, junto al senador Moreira, Ossandón y otros.
Superando los cuestionamientos críticos a formatos y contenidos -incluidas opiniones extemporáneas de animadores, conductores y periodistas- hay que decir que desde el punto de vista comercial, los resultados fueron bastante sustanciosos.
Según la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), en canal Chilevisión -ahora en manos de Viacom tras la venta de Warner Bros- logró ganancias por $31.177 millones frente a los apenas $5.303 millones del años 2020. Ello, gracias al éxito de programas como “Pasapalabras” y su asociación “periodística” (e ideológica) con CNN Chile, que este año fue desestimada y ambas estaciones recobraron su autonomía.
Mega en manos del consorcio Betha-Fallabela consiguió ganancias el 2021 por $12.519 frente a los 4 mil millones de pérdidas del año anterior. Para este año enfrentará la “competencia” de la implementación de una plataforma digital de la poderosa empresa de los Solari, Heller y compañía. El gran salvavidas de este canal es desde hace casi una década la producción de teleseries turcas de “Sherehezade” hasta “Traicionada”, incluyendo varios éxitos de sintonía.
Curiosamente TVN obtuvo también ganancias por $8.296 millones superando los apenas $900 millones del año anterior, pese a que en materia de pautas programáticas, el llamado “canal público” no se diferenciación en nada de sus competencias comerciales.
El poderoso grupo económico Luksic mantuvo sus utilidades sobre los $3.195 millones de canal 13, reduciendo sus ganancias que el año anterior llegaron a los $7.206 millones.
Lamentablemente La Red, pese a tu notable giro, creatividad y audacia no logra todavía capitalizar su éxito financiero aunque se convirtiera en los últimos meses en el canal más confiable y creíble frente a una competencia cada vez más uniforme y des-informante.
La instalación y desarrollo del Gobierno de Gabriel Boric, la etapa final del proceso constitucional y el plebiscito de salida del 4 de septiembre próximo son los desafíos para una industria que no ha sabido estar a la altura de los tiempos de transformaciones que corren en el país.
El marketing obliga a los canales a iniciar los programas informativos exactamente a la misma hora, a emitir las tandas comerciales sincronizadas segundo a segundo y con pautas periodísticas coordinadas y emanadas desde las salas editoriales de El Mercurio, La Tercera y la radio Biobío, con la única excepción de La Red.
Las propuestas en materia de sistema de medios, libertad de expresión y derecho a la comunicación que deberían aprobarse en la vilipendiada Convención Constitucional deberán ser refrendadas definitivamente en el plebiscito final, ocasión desde la cual los canales de la televisión chilena arriesgarán una vez más sus finanzas por sobre los intereses de los contenidos para la teleaudiencia. Más publicidad y menos debate.