HABLEMOS DE LA TELE. Lecciones de guerra

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Los canales de televisión en nuestro país han dejado un tanto de lado las informaciones sobre Rusia y Ucrania o de Israel contra Palestina tras meses de ininterrumpidas emisiones en “directo” con supuestas transmisiones internacionales de dudosa procedencia y objetivos propagandísticos. A estas alturas, se trata de mostrar los estragos de la guerra, los millones de refugiados y la necesidad imperiosa de ayuda económica, alimentaria y de salud hacia las víctimas. No hay triunfalismo ni derrotismo desde las partes.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 19/2/2024. La Humanidad vio por primera vez en “vivo y en directo” una guerra cuando las cámaras de CNN transmitieron las imágenes de los misiles lanzados electrónicamente contra el pueblo de Irak en la llamada Guerra del Golfo (1991-1992). La transnacional de las comunicaciones se ufana hasta nuestros días de ese “acontecimiento” que, para los televidentes, no fue más que ver pasar luces en la penumbra de una ciudad hasta objetivos no identificados. Nada de trincheras ni luchas cuerpo a cuerpo de películas como “Cleopatra”, “Napoleón”, “Por quién doblan las campanas” y otras grandes producciones.

Pero en el caso de las emisiones de CNN a fines del siglo pasado se trataba de la agresión de fuerzas de 31 países occidentales contra una nación como Irak que se convirtió en matanza de miles de civiles inocentes, entre ellos cientos de niños y la destrucción de hospitales, carreteras, edificios y casas en forma indiscriminada.

Desde entonces, los canales de televisión del mundo compiten en sus emisiones en directo de las más diversas conflagraciones, sobre todo las que tienen características más globales porque se entiende -como decía el militar prusiano Carl Von Clausewitz- “la guerra es la política por otros medios”.

Así hemos visto a destacados colegas como Santiago Pavlovic, Rafael Cavada y otros, trasladarse a los principales focos de enfrentamientos armados en Medio Oriente y en menos ocasiones al África y otros escenarios bélicos.

La principal atención, desde luego, se centra en la lucha entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Palestina, desestimando otras cruentas guerras en Somalia, Sudan, Nigeria, Siria, Yemen, Burkina Faso y Myanmar. Algunas son conflictos internos, guerras civiles o enfrentamientos contra grupos radicales armados. En realidad no tenemos “expertos” para analizar causas ni consecuencias de estos enfrentamientos.

Los canales de televisión en nuestro país han dejado un tanto de lado las informaciones sobre Rusia y Ucrania o de Israel contra Palestina tras meses de ininterrumpidas emisiones en “directo” con supuestas transmisiones internacionales de dudosa procedencia y objetivos propagandísticos. A estas alturas, se trata de mostrar los estragos de la guerra, los millones de refugiados y la necesidad imperiosa de ayuda económica, alimentaria y de salud hacia las víctimas. No hay triunfalismo ni derrotismo desde las partes.

Los infaltables “opinólogos” siguen estrictamente las pautas de las agencias norteamericanas, hablando de la “guerra contra Hamas”, la organización de resistencia palestina minimizando, por ejemplo, los ataques israelíes con misiles contra Líbano y Jordania que amenazan con internacionalizar el conflicto en todo el Medio Oriente.

Asimismo, estos “politólogos” mezclan la religión islamista con el terrorismo e incluyen con total liviandad las diferencias raciales, étnicas y religiosas en un todo irreal e injusto para las luchas de reivindicaciones y equidad social y política en esas regiones del mundo.

Así como en América Latina está siempre amenazada la libre autodeterminación y la no intervención en los asuntos internos de cada país, los medios de comunicación contribuyen gravemente a la desinformación sobre causas y efectos de los más diferentes enfrentamientos que se producen en distintas partes del globo.

Al menos estos lamentables y sangrientos acontecimientos han servido como tardías lecciones de geografía e historia para “colegas” como Carlos Zárate y Libardo Buitrago quienes, como otros noveles “comentaristas” lucen sus escasos conocimientos en cámara.

Un caso excepcional es el sociólogo y colega Raúl Sohr, serio y documentado en sus argumentaciones. A partir de sus comentarios podemos asumir que Israel está cometiendo genocidio contra los palestinos, mientras Rusia avanza reconquistando regiones asoladas por la guerra en Ucrania, pese al apoyo de la Unión Europea y la OTAN. Mientras que EE.UU. se la juega por derrocar a Putin mientras una parte del Congreso norteamericano, China y el mundo observan expectantes.

Los efectos perniciosos de la globalización, la intervención descarada de Estados Unidos, el autoritarismo y la inequidad forman parte del escenario propicio para las más crueles odiosidades y demostraciones bélicas que amenazan especialmente a América del Sur, tradicional “patio trasero” de Washington en su era imperialista y neoliberal.

En el papel ha quedado la estrategia del militar japonés Sun Tzu quien -ya antes de Cristo- explicara la necesidad de plantear estrategias con la sabiduría de la naturaleza humana para encarar una crisis. Lamentablemente la Humanidad ha hecho tabla rasa de estos valores y la televisión, como trascendente medio de comunicación global, no hace nada por asumir estos principios éticos humanitarios al informar desapasionadamente sobre una guerra en cualquier punto del globo terráqueo.