A la entrada del estadio Generali Arena -con capacidad para 20 mil personas- hay revisión de mochilas y el consabido pórtico detector de metales sin medición biométrica y cada espectador lleva su entrada adquirida digitalmente en el celular. Mujeres, niños pequeños sin distinción acuden con familias y amigos con entradas a unos 16 euros (16 mil pesos chilenos).
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Praga. 15/9/2025. La televisión checa no tiene imágenes digitales de archivo del histórico subcampeonato mundial conseguido por la entonces selección de fútbol de Checoslovaquia en 1962 en nuestro país. Es el mayor logro obtenido por este país en el balompié profesional en su historia, cuando el video daba sus primeros pasos y sólo hay filmaciones en celuloide.
Hoy en día, los partidos de la liga profesional checa son transmitidos en directo o diferidos por la televisión pública y el canal del deporte, pero bien vale la pena asistir al estadio, en el barrio de Letná, donde tiene su sede el club más popular del país, Sparta Praha, fundado en 1893. Tiene 14 títulos y el último en el campeonato del año pasado. Rivales clásicos: Slavia y Dukla.
Aficionados locales a los partidos que se transmiten desde Europa seguramente conocen a figuras checas como Tomas Rosicky, Pavel Nedved, Petr Cech, Jan Koller y otros que han brillado en el fútbol del viejo continente.
Frente a una gran explanada -donde cada Primero de Mayo se realizaba la masiva marcha y concentración por el Día Internacional del Trabajo- se reúnen hoy los fanáticos del fútbol en cervecerías populares, sin mayores aspavientos ni las tradicionales “incivilidades” a que nos tienen acostumbrados nuestras barras bravas. Incluso se expende cerveza hasta en el interior del estadio en vasos de plásticos (en cualquier caso, una aberración para los checos, cultores del cristal de Bohemia).
Asistimos al partido por la sétima fecha entre Sparta (en el primer lugar de la tabla) contra Zlín (en un modesto séptimo puesto), el club de la antigua fábrica Gottwaldov (nombrada así por el primer presidente comunista del país en 1948) y rebautizada con el nombre original de la ciudad desde 1990 cuando se privatizó esta empresa estatal.
A la entrada del estadio Generali Arena -con capacidad para 20 mil personas- hay revisión de mochilas y el consabido pórtico detector de metales sin medición biométrica y cada espectador lleva su entrada adquirida digitalmente en el celular. Mujeres, niños pequeños sin distinción acuden con familias y amigos con entradas a unos 16 euros (16 mil pesos chilenos).
Un animador presenta a la barra local que ingresa a los costados de la cancha con banderas de las distintas regiones del país donde hay fanáticos de Sparta. Se muestra una localía enfervorizada que prácticamente ignora al rival. El respeto y pundonor se expresa cuando se anuncia la formación de los cuadros. Cada apellido de los representantes locales es acompañado a viva voz con los nombres de pila por los casi 16 espectadores. No así los de la visita.
La televisión exhibe cada detalle en un par de pantallas gigantes, incluso cuando anuncian la presencia de un exintegrante de Sparta que juega en Inglaterra, Ladislav Krejci del Wolverhampton Wanderers, quien es recibido con una ovación. Asimismo, se saluda con grandes aplausos a dos latinoamericanos del equipo: Angelo Preciado y Juan Mercado, (ecuatorianos) y al astro del fútbol -natural Kosovo- Alban Rrahmani, autor de dos de los 3 goles con que el club doblegó a Zlin que convirtió en el último segundo del encuentro: 3 a 1.
Ni asomo de racismo, gran respeto y orden durante todo el encuentro, pese a que en algún minuto también se llenó de humo una parte del estadio debido a la presencia no autorizada de fuegos artificiales. Resulta notable que se registran pocos empujones, los jugadores no exageran las faltas ni inventan golpes y la decisión del VAR es indiscutible. Por las pantallas se exhiben las situaciones de riesgo o polémicas.
Populares comentaristas analizan después el encuentro y al día siguiente es posible volver a ver el partido, con jugadas en cámara lenta que se repiten si dan para algún debate. Todo con una sobriedad impresionante, aunque la hinchada vocifera el himno: “Canta quién eres espartano, alza la voz, canta y entonces venceremos y volveremos a vencer” y gritos de: “¡Queremos goles!”, “¡Hola, hey, marca un gol, mantén tu corazón en tu mano!” y otras cuidadas frases sin insultos ni groserías, pero con pasión y entusiasmo deportivo
La televisión contribuye al buen ambiente que concluye con pleno orden en una retirada ordenada y planificada. Igual que en Chile.