Fortalecer lo público: La necesidad de una Empresa Nacional de Electricidad

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Que promueva el desarrollo del país, de manera eficiente, sustentable, descentralizado y con precios justos. Si ponemos en el centro de la discusión pública qué es lo mejor para el pueblo de Chile, tenemos que abrir todas las discusiones.

Pedro Tapia Correa. Concejal Estación Central. Santiago. 14/8/2024. La emergencia climática de principios de mes puso a prueba todo el sistema diseñado para enfrentar este tipo de eventos. Ningún dispositivo ni tecnología puede evitar que un ciclón azote a nuestro país. Sin embargo, lo que sí se puede hacer es tomar medidas preventivas que atiendan las posibles emergencias.

El frente de mal tiempo que afectó al centro y sur del país desde el jueves 1ro de agosto se ha convertido en una tragedia para millones de chilenos y chilenas. Lo más visible son calles anegadas y doscientas mil viviendas sin luz. Pero esto es mucho más que un número, cada hogar es una historia. Almacenes de barrio perdieron toda su inversión, miles de electrodomésticos se dañaron, alimentos y medicamentos descompuestos, personas con electrodependencia o insulinodependientes en riesgo. En suma, las vidas de nuestros vecinos y vecinas se han visto gravemente perjudicadas. El Estado debe ser garante del buen vivir y para esto se precisa que todos los actores que intervienen hagan bien su trabajo, poniendo en el centro de gestión la dignidad humana. Esto implica que las empresas responsables de suministrar servicios básicos realicen las mantenciones preventivas y correctivas necesarias para que cuando ocurra un fenómeno climático como el reciente, por ejemplo, no nos quedemos sin luz ni agua.

Los municipios son la primera línea institucional entre el Estado y la gente. Por lo tanto, precisamos más recursos y mejores canales de comunicación -efectiva- con el resto del aparataje institucional. Cualquier plan para resolver esta emergencia debe comprometer montos y tiempos, con mecanismos de control para garantizar eficiencia. Cuando se dice que nuestro país es un país desigual, muchos piensan que es un mito de la izquierda pero la realidad se manifiesta una y otra vez, principalmente cuando ocurren eventos excepcionales. Tras las fuertes lluvias vimos que son las comunas periféricas y rurales las más afectadas, esto deja en evidencia que incluso para las empresas responsables de suministrar servicios existen comunas de primera categoría y otras de segunda. Las comunas prioritarias para realizar mantenciones, reparaciones y restitución son unas cuantas del sector oriente de la Región Metropolitana, mientras que el resto de Chile debe conformarse con falsas promesas.

Podríamos observar con detención la experiencia mexicana respecto de la nacionalización de la industria eléctrica, el presidente Andrés Manuel López Obrador fortaleció la empresa pública CFE (Comisión Federal de Electricidad) y sobre ella ha sostenido: “Se tomó la decisión de nacionalizar la industria eléctrica, a partir de que se nacionaliza la industria eléctrica se electrifican los pueblos de México. Gracias a la Comisión Federal de Electricidad (…) empresa pública eficiente con trabajadores y trabajadoras comprometidas. Nosotros padecemos de huracanes. Estamos rescatando a México con los trabajadores”. Cabe destacar que México tiene 132 millones de habitantes, en Chile no somos ni 20 millones.

El sector privado ha demostrado que no les interesa nada más que lucrar con las necesidades de las personas. Cuando la derecha dice que el desarrollo del país se lo debemos a las empresas están mintiendo, detrás de sus palabras lo que hay es una defensa ideológica del modelo neoliberal. Esta emergencia demuestra que es tiempo de pensar en una Empresa Nacional de Electricidad que promueva el desarrollo del país, de manera eficiente, sustentable, descentralizado y con precios justos. Si ponemos en el centro de la discusión pública qué es lo mejor para el pueblo de Chile, tenemos que abrir todas las discusiones.

En los últimos años hemos visto que las empresas siempre traspasan los costos de las crisis al bolsillo de los trabajadores, y cuando ganan, sólo ganan ellos. Mientras tanto, nosotros y nosotras seguimos trabajando de sol a sol y pagando las cuentas a tiempo, porque a la hora que nos atrasamos no tardan en cortarnos el suministro. No les importa dejar sin luz un hogar con niños, niñas o adultos mayores cuando se enfrenta un periodo de cesantía.