La incertidumbre ha sido la protagonista en las recientes elecciones presidenciales de Honduras, debido a la escasa diferencia de votos que existe entre los dos candidatos de la oposición Nasry Asfura y Salvador Nasralla. A ello se suman la lentitud en el conteo oficial de votos y la injerencia de Estados Unidos para favorecer a Asfura, el abanderado de la ultraderecha, a cuyo partido pertenece también el exmandatario hondureño, Juan Orlando Hernández, quien cumple una condena de 45 años de prisión en Estados Unidos por delitos de narcotráfico y a quien Donald Trump no descarta indultar.
“RT”. “teleSUR”. “Cubadebate”. Tegucigalpa. 01/12/2025. Las recientes elecciones presidenciales en Honduras han quedado sumidas en un clima de incertidumbre ante la escasa diferencia de votos que existe entre los candidatos de la oposición, Nasry Asfura (del Partido Nacional) y Salvador Nasralla (del Partido Liberal). La diferencia entre ambos se reducía a menos de 5.000 votos con el 53,1 por ciento de las actas transmitidas por el cuestionado sistema informático de escrutinio de elecciones de Honduras, el sistema (TREP).
A ello se suman la lentitud en el conteo oficial, los llamados a esperar el final del escrutinio por parte de la candidata oficialista Rixi Moncada y el protagonismo del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, quien intervino abiertamente en favor de Asfura, el abanderado del ultraderechista Partido Nacional, al que también pertenece el exmandatario hondureño, Juan Orlando Hernández, quien cumple una condena de 45 años de prisión en EU por delitos de narcotráfico.
A pocas horas de que se desarrollaran los comicios, Trump, además de apoyar a Asfura, amenazó con “no ayudar” a Honduras si no ganaba su candidato favorito.
El resultado provisional apunta a que Asfura lidera la contienda al obtener 735.703 sufragios que representan el 40 por ciento, en tanto que Nasralla, del Partido Liberal, cuenta con 731.527 (39,78 %).
Asimismo, el conteo da por segura la derrota de Rixi Moncada -la candidata del Partido Libertad y Refundación (Libre), que busca continuar con la línea del gobierno de la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro-, relegándola a un tercer lugar con el 19,23 por ciento de los votos.
La diferencia entre el primer y el segundo lugar es de apenas 4.176 votos. Las horas siguientes serán decisivas porque el resultado final podría ampliar o achicar la brecha, o incluso cambiar las posiciones y dar por ganador a Salvador Nasralla. Un solo voto definirá el resultado, ya que en Honduras no hay segunda vuelta.
La candidata de la izquierda Rixi Moncada, al igual que Nasralla, llamó a defender los votos, solicitando a la ciudadanía a mantenerse “en pie de lucha hasta obtener los resultados finales con el 100 por ciento de las actas presidenciales, alcaldías y diputaciones».
Alerta de fraude, intervencionismo de EU y ayudas al “Chapo Guzmán”
Durante la campaña, Rixi Moncada había alertado sobre un supuesto “hackeo” del sistema informático de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), como parte de un presunto plan fraudulento de la oposición, para adelantar resultados y dar por ganador a alguno de los candidatos opositores.
Por su parte y luego de que se dieran a conocer los primeros conteos, Salvador Nasralla denunció también que el resultado entregado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) estaba manipulado para favorecer a Asfura, el elegido de Trump.
El clima de tensión era evidente, pero se incrementó todavía más debido a la intromisión del jefe de Estado de EU, quien pidió a los hondureños que votaran por Asfura y en contra de Nasralla y de Moncada, a quienes acusó de «comunistas» y “casi comunista”, respectivamente.
Sumido en esa campaña Trump tomó otra medida insólita: no descartó un indulto a favor del expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández (2014-2022) y correligionario de Nasry Asfura, quien cumple una condena de 45 años de prisión en Estados Unidos por delitos de narcotráfico.
En marzo 2024, la justicia federal de Nueva York condenó a Hernández de narcotráfico y los fiscales que lo sentaron en el banquillo lo acusaron de convertir a Honduras en un “narcoestado” y de haber lucrado en el proceso.
Sin embargo, Donald Trump al ser consultado en estos días durante una conversación con la prensa en el Air Force One, sobre cómo conciliaba su histórica postura de “mantener las drogas fuera de EU” con la posibilidad de indultar a un “conocido narcotraficante”, respondió inicialmente con evasivas: “No sé de quién estás hablando”.
Al ser precisado el nombre de Juan Orlando Hernández, el mandatario ofreció una justificación que ha generado escepticismo y alarma: “Muchos hondureños dijeron que fue un engaño de Biden. Analicé los hechos y coincidí”.
Cuando el reportero le pidió evidencia de esta supuesta “trampa”, Trump argumentó: “Puedes tomar cualquier país que quieras, si alguien vende drogas en ese país, eso no significa que debas arrestar al presidente y ponerlo en la cárcel por el resto de su vida”.
Esta defensa contradice abiertamente el veredicto unánime de un jurado federal, que encontró a Hernández culpable de conspirar para importar a Estados Unidos más de 400 toneladas de cocaína en total, aprovechando su poder presidencial para proteger a los cárteles, incluido el de Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, a cambio de millonarios sobornos que financiaron su campaña política.
Conexiones
Según una reciente investigación de teleSUR, el vínculo más complejo y actual que este caso destapa es el que une a Juan Orlando Hernández con el actual secretario de Estado de EU, Marco Rubio. Como senador por Florida, Rubio fue uno de los principales valedores internacionales de Hernández.
Lo visitó en múltiples ocasiones en Tegucigalpa e, incluso, en plena crisis postelectoral de 2017 –cuando Hernández se reeligió en unos comicios denunciados como fraudulentos por la comunidad internacional–, Rubio elogió públicamente su “lucha contra las drogas”.
Estas felicitaciones resultan ahora paradójicas, dado que el juicio demostró que, durante el mandato de Juan Orlando Hernández, el narcotráfico se institucionalizó, con su propio hermano, Juan Antonio “Tony” Hernández, siendo condenado previamente por tráfico de cocaína.