Elecciones 2025: un escenario adverso y la disputa por frenar la hegemonía de la derecha

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El panorama electoral de 2025 plantea una disyuntiva estratégica para las fuerzas transformadoras. Si la derecha logra articular una mayoría en ambas cámaras, se consolidará un ciclo de retroceso conservador y bloqueo institucional. Pero aún hay margen para disputar ese escenario.

Raúl Núñez Brito. Licenciado en Sociología. Santiago. 7/10/2025. Las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2025 se desarrollarán en un contexto complejo para el oficialismo. Las proyecciones electorales elaboradas a partir de los resultados de las municipales de 2024 anticipan un panorama en el que la derecha y la ultraderecha podrían consolidar una mayoría institucional sin contrapesos, tanto en el Congreso como eventualmente en La Moneda.

El análisis, basado en la aplicación del método D’Hondt sobre los resultados por distrito de las últimas elecciones de concejales (2024), indica que la oposición -integrada por Republicanos, la UDI, RN, Demócratas y otros- podría alcanzar 84 escaños en la Cámara de Diputados y 27 en el Senado, configurando un escenario de hegemonía parlamentaria si se suma un eventual triunfo presidencial de José Antonio Kast.

Por su parte, el oficialismo (PS, PPD, PR, DC, PL, FA y PC) se proyecta con 71 escaños en la Cámara y 22 en el Senado, en el escenario más favorable. La decisión de competir en dos listas separadas aparece como un error estratégico que podría costar al menos cuatro escaños adicionales, debilitando la capacidad de incidencia legislativa del bloque.

El Partido Comunista: entre la defensa y la proyección

Para el Partido Comunista (PC), las proyecciones parlamentarias estiman un máximo teórico de 14 diputados y 1 a 3 senadores, aunque el escenario más realista ronda entre 9 y 11 diputados y 1 o 2 senadores. Las posibilidades de crecimiento dependen tanto de la coordinación con la candidatura presidencial de Jeannette Jara como del despliegue territorial y la fortaleza orgánica en distritos clave.

En varias zonas del país, la proyección electoral del PC está influida por figuras con peso político y arraigo local. En Tarapacá, la candidatura senatorial de Hugo Gutiérrez podría fortalecer la opción comunista a la Cámara Baja; en Valparaíso, la postulación de Karol Cariola al Senado aparece como un factor articulador para mantener o incluso ampliar la representación del partido en la región.

En el Distrito 8 (Cerrillos, Maipú, Quilicura, Estación Central y otras comunas del poniente de Santiago), la incorporación del independiente Gustavo Gatica como candidato de la lista PC podría consolidar la mantención del escaño e incluso abrir la posibilidad de conquistar un segundo.

No obstante, existen distritos en los que las proyecciones son más ajustadas, especialmente en Santiago y La Florida, donde la fuerte competencia interna del oficialismo y la irrupción de candidaturas independientes o del Frente Amplio podrían restar margen de crecimiento al PC.

Factores estructurales y coyunturales

El escenario político está marcado por tres factores que han erosionado la confianza ciudadana:

  • los casos de corrupción vinculados al caso Fundaciones,
  • la crisis migratoria y la sensación de inseguridad, amplificadas por los medios, y
  • la baja aprobación del gobierno, que mantiene su base dura en torno al 30%.

En ese contexto, el desempeño de la candidata Jeannette Jara será decisivo. Si logra ampliar su apoyo más allá del electorado oficialista, podría generar un efecto de arrastre sobre las listas parlamentarias, beneficiando directamente al PC y al conjunto del bloque progresista.

Entre el avance y la resistencia

El panorama electoral de 2025 plantea una disyuntiva estratégica para las fuerzas transformadoras. Si la derecha logra articular una mayoría en ambas cámaras, se consolidará un ciclo de retroceso conservador y bloqueo institucional. Pero aún hay margen para disputar ese escenario.

Para el Partido Comunista, la tarea no se limita a defender sus escaños, sino a proyectar una estrategia de acumulación política y social que combine presencia territorial, trabajo en el mundo sindical y juvenil, y coherencia entre discurso y práctica.

En definitiva, las elecciones de noviembre no solo definirán quién gobierne, sino qué tipo de país se construirá en los próximos años: uno que avance hacia más derechos y justicia social, o uno que reinstale un orden neoliberal sin contrapesos.