El periódico chileno, hijo y heredero de Luis Emilio Recabarren y de José Martí, cumple 85 años.
“Granma”. Mario Ernesto Almeida Bacallao. 9/2025. La comunicación -y la prensa dentro de ella-, contrario a como se dice mucho hoy por ahí, no es lo más importante a la hora de gobernar pueblos o de ejercer, organizar, defender, enriquecer y amplificar la bondad, entendiendo que la bondad es lo que nos interesa y nos obsesiona.
En todo caso, lo más importante es la política de la bondad, que asume como imprescindible gobernar desde y para ella, lo que implica ejercerla, organizarla, defenderla, enriquecerla y amplificarla, ya sea en un barrio, ya sea en un país, ya sea con miras regionales.
La política, aunque se pueda disfrazar y hasta convertir en…, no es un fenómeno burocrático, estanco ni meramente de puestos o discursos; es organizar gente o, mejor, gente organizándose, bajo la sombrilla de determinadas ideas, con determinados objetivos, estas y estos explícitos o no.
Aclarado el punto, se ha de decir que la comunicación -con la prensa dentro- es imprescindible para todo eso, porque la comunicación, no ella sola flotando en el aire, inmarcesible y pura, sino como ente activa de todos los procesos humanos, es parte de la política, es decir, de la gente organizándose.
La derecha, en sus distintas paletas de colores, hasta hoy lo ha entendido bien, al punto de que resulta prácticamente imposible “informarse” en el mundo sin consultar sus medios.
Unas veces porque son los únicos con los recursos para llegar y estar en ciertos entornos, otras porque su voz establecida y amplificada es tan fuerte que invisibiliza, discrimina y hasta persigue los intentos contrahegemónicos de comunicar.
Pero esos intentos contrahegemónicos, a veces más que intentos, están ahí, algunos con más de 80 años de presencia, e historiales que incluyen el cambio de nombre durante dictaduras militares y la constante búsqueda de mostrar la vida de obreros y obreras, campesinos y campesinas, sus luchas, sus dolores, virtudes, solidaridades, sacrificios.
Siguen ahí, con menos brazos, muchos menos, de los que precisan, trabajando gratis o casi gratis o esperando por meses un salario paupérrimo, que se entiende y se asume, a la vez, como parte de los costos a pagar por la lucha.
Para unos cuantos, comunicar no es solo un trabajo remunerado o no, sino un imperativo, una necesidad concreta de los tiempos y gentes corrientes, para que “los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada (…), los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos (…), los que cuestan menos que la bala que los mata”, parafraseando a Galeano, salgan por fin de la crónica roja local y entren por la puerta ancha, la pequeña o la que sea en las páginas y los entendimientos de la historia, el presente y el futuro universales.
El periódico chileno El Siglo, hijo y heredero de Luis Emilio Recabarren y de José Martí, hermano en empeños de Allende y de Fidel, cordillerano y porteño, con el polvo del desierto encima y con el frío antártico también, con sangre de indio y de sueño, cumple 85 años, todos ellos tratando de prender una luz.