“Las personas atribuyen el estancamiento y deterioro que perciben a los liderazgos políticos y al gran empresariado” y “en los espacios institucionales han predominado lógicas obstruccionistas”, concluye el “Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024. ¿Por qué nos cuesta cambiar?: conducir los cambios para un Desarrollo Humano Sostenible” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En esa línea se enfatiza: “En cuanto a las instituciones, el predominio de lógicas obstruccionistas y revanchistas reduce la eficacia institucional y en consecuencia puede alimentar la desconfianza” en ellas. Como sea, el informe apunta a que “la gran mayoría de las personas desea cambios (88%)” y a que “los cambios sean profundos (75%)”. Georgiana Braga-Orillard, representante del PNUD en Chile, sostuvo que “la sociedad chilena está cambiando intensamente y el país exhibe destacables logros en desarrollo humano, mientras que al mismo tiempo está experimentando profundas dificultades para implementar cambios que desea o que necesita”. Un aspecto del estudio que indica un síntoma negativo en la ciudadanía, es el que señala que “la gran mayoría de las personas (68%) declara estar poco o nada dispuesta a involucrarse en actividades que impliquen organizarse” y que “en diez años se duplicó la proporción de personas que ve su futuro con preocupación”.
“El Siglo”. Santiago. 8/2024. La posibilidad de cambios que la sociedad chilena está pidiendo presenta problemas como el obstruccionismo, discusiones indefinidas, ausencia de acuerdos y la recurrencia al veto, en tanto la gente responsabiliza a actores políticos y empresariales del estancamiento y deterioro en el país. Eso contrasta con la comprobación de que la inmensa mayoría de las personas desea que haya cambios en el país y que sean profundos.
Son algunas de las conclusiones que se desprenden del “Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024. ¿Por qué nos cuesta cambiar?: conducir los cambios para un Desarrollo Humano Sostenible” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, dado a conocer esta semana.
Una mirada preocupante y desafiante de chilenas y chilenos, donde se aterrizan factores sensibles y conflictivos, con dosis de optimismo, pero sin dejar de señalar aspectos negativos de cómo está funcionando el país.
Quizá por ello prácticamente la totalidad de personeros políticos, empresariales y académicos, y la mayoría de la prensa tradicional y privada, omitieron comentar el informe del PNUD o lo hicieron de manera muy parcial o breve. Algo que suele ocurrir con los diagnósticos y estudios más serios respecto a la realidad de la sociedad chilena en medio de trifulcas mediáticas, contingentes y elitistas entre esos actores de sectores de poder.
Muros para los cambios en la sociedad chilena
“En los últimos veinte años, a la par que la sociedad pide respuestas eficaces para enfrentar cambios demandados y necesarios, parecen reducirse las capacidades de los actores con poder de incidencia para acordarlos e impulsarlos por la vía institucional y democrática. Los fracasos reiterados de las iniciativas de cambio constitucional, los sucesivos intentos infructuosos de reformar el sistema de pensiones, o de resolver los problemas en el ámbito de la salud, dan cuenta de ello. Como consecuencia, las discusiones sobre las soluciones se prolongan de manera indefinida y no arriban a acuerdos ni se concretan en políticas”.
Así se señala en parte del “Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2024. ¿Por qué nos cuesta cambiar?” y se indica, de acuerdo a la consulta a ciudadanas y ciudadanos, que “los mayores obstáculos para llegara a acuerdos que permitan resolver los problemas del país” los colocan los liderazgos políticos (34%), los del Gobierno (33%) y los grandes empresarios (7%). “Consideran que estos actores han incumplido sostenidamente importantes promesas de cambio realizadas en el pasado, vinculadas al acceso a derechos y a protección social. Son, para la ciudadanía, los ‘villanos’ del cambio”, se anota.
En el estudio se hace ver que “si bien el sistema político ha tenido una considerable capacidad para dar respuesta a demandas y crisis sociales, en relación con varios de los cambios demandados por la sociedad chilena, y sobre cuya necesidad de cambiar existe consenso experto, en los espacios institucionales han predominado lógicas obstruccionistas”. Se añade que “en cuanto a las instituciones, el predominio de lógicas obstruccionistas y revanchistas reduce la eficacia institucional y en consecuencia puede alimentar la desconfianza en las instituciones y la evaluación crítica de su desempeño, además de disminuir la disposición a acatar las normas y regulaciones que aquellas establecen” y que “estas lógicas pueden promover la práctica del veto, un obstáculo clave para la conducción social de los cambios”.
El análisis recalca que “en la política nacional de los últimos años, el ímpetu reformista que hasta mediados de la década de 2010 se apoyaba en la ‘democracia de los acuerdos’, esa capacidad de construir acuerdos políticos transversales, aun con múltiples limitaciones, como el empate favorecido por el sistema electoral binominal, el temor heredado a la ingobernabilidad y la desconfianza ante la injerencia del Estado en la sociedad, entre otras, ha sido reemplazado por un espíritu obstruccionista y de revancha política”.
El Informe muestra que “estas lógicas han sido extendidas y transversales, es decir, constituyen prácticas comunes a los distintos conglomerados políticos. Un caso que muestra contundentemente esta tendencia son los fallidos intentos de reforma previsional en los últimos tres gobiernos. Otro ejemplo de obstruccionismo se vio en los distintos procesos de elaboración de un nuevo texto constitucional. El resultado de estas lógicas, como es evidente, es la dilación de las soluciones y la acumulación de deudas del cambio. Lo que no implica, por cierto, que otros factores vinculados a la gestión, la modernización y la eficiencia institucional no incidan también”.
Hay una muestra en el estudio que tiene que ver con lo anterior, respecto a cómo se perciben características de los actores políticos y la posibilidad de avanzar en cambios sociales. Un 23% considera que los representantes de partidos políticos pone por delante “sus intereses personales”; un 20% atribuye posturas a “falta de experiencia, preparación o conocimiento”; también un 20% considera que los actores políticos “no conocen los problemas de la gente”.
En un punto que pudiera considerarse positivo respecto a la percepción o comprobación de los cambios, es que el 29% tiene una evaluación positiva respecto al acceso de las mujeres al trabajo remunerado; un 17% en relación a la mejora de pensiones dignas; un 12% respecto a acceso a la salud de calidad y un 11% en acceso a la educación de calidad. Claro que hay malas evaluaciones, como apenas un 6% en relación a la seguridad en los barrios y un 3% en cuanto al funcionamiento de la política.
68% no quiere organizarse
Un aspecto del estudio que indica un síntoma negativo en la ciudadanía, es el que señala que “la gran mayoría de las personas (68%) declara estar poco o nada dispuesta a involucrarse en actividades que impliquen organizarse para lograr un objetivo común, si eso implica sacrificar una parte de su tiempo libre”.
También se expresa que “la confianza interpersonal en Chile alcanza un 15% y la participación en organizaciones un 22%. En ambos casos se trata de mínimos históricos”.
“La individuación asocial ha producido un tipo de subjetividad que normativamente exagera sus propias capacidades para concretar sus proyectos de vida, e invisibiliza el papel del Estado y de la sociedad en ello. Esto se vincula con la baja disposición a asumir costos en pro de objetivos comunes. El Informe muestra que las personas son más proclives a asumir costos cuando consideran que estos se traducirán en beneficios concretos en sus vidas cotidianas, o cuando los problemas les afectan directamente. Pero la disposición a asumir costos se diluye a medida que se asocian a problemas menos directos o apuntan a beneficios para otros grupos sociales”, se lee en el documento.
Además, que “las aspiraciones de cambio están nula o débilmente relacionadas con la disposición a asumir costos en pro de las transformaciones deseadas. Por ejemplo, quienes desean que se reduzca la desigualdad de ingresos no se muestran más favorables a pagar más impuestos que quienes no tienen esa preferencia. Y la disposición a pagar más impuestos para mejorar servicios básicos para todos es prácticamente la misma que la que manifiestan quienes no tienen esa prioridad”.
Un futuro pesimista
El informe del PNUD expone que “en cuanto al futuro colectivo, cunde en general el pesimismo. El Informe muestra que en diez años disminuyeron de manera importante las expectativas positivas sobre la situación del país, se triplicaron las negativas, y la preocupación por el futuro colectivo aumentó a más del doble. El futuro personal, si bien es menos pesimista, tampoco es auspicioso: en diez años se duplicó la proporción de personas que ve su futuro con preocupación”.
Los datos mostrados, apuntan que si en el 2013 el 43% pensaba que el futuro mejoraría, en el 2023 eso bajó a un 27%; si hace 10 años el 41% pensaba que todo seguiría igual, eso se redujo a un 34% en 2023; en 2013 el 10% sostuvo que el futuro empeoraría, y en 2023 optó por esa percepción el 29% de las personas.
Asimismo, tener esperanza pasó de 13% en 2013 a 10% el 2023; el entusiasmo bajó de 7% a 2%, y la preocupación aumento de 21% a 28%; en 2013 un 2% sentía miedo, y en el 2023, un 10% dijo sentir miedo.
La crítica recíproca elites-ciudadanía
En el texto se señala que “la evaluación crítica de las elites que tiene la ciudadanía se replica al observar cómo las elites evalúan a la población general. Casi la mitad (49%) de las elites considera que la ciudadanía es individualista o que le falta interés por lo común. Un 15% opina que la ciudadanía cree que los problemas tienen fácil solución”.
“También creen que la ciudadanía tiene múltiples demandas de cambio (12%), que solo piensan en las necesidades del presente (11%) y que tienen una baja disposición a asumir costos (9%)” se dice.
Y que “en general no hay diferencias relevantes por tipo de elite, salvo dos excepciones: la elite social considera en mayor proporción que el individualismo es la principal debilidad de la ciudadanía (60%). Y la elite económica opina, en mayor medida que el resto de las elites, que la ciudadanía cree que los problemas son de fácil solución (25%)”.
La mayoría quiere cambios
En lo que podría señalarse como miradas positivas y alentadoras de parte de chilenas y chilenos, en el capítulo titulado “Persiste el deseo de cambios profundos, pese a las decepciones”, se dice que “a nivel de las subjetividades, y pese a la evaluación negativa de los cambios recientes, la gran mayoría de las personas desea cambios (88%), y especialmente que las cosas sean de otro modo, ni como son ahora ni como eran antes (67%). Además, prefiere que los cambios sean profundos (75%)”.
Se anota que “esto puede ser un aliciente para buscar, proponer e impulsar alternativas de cambio. Este anhelo de transformaciones puede considerarse una piedra angular o la condición mínima para fortalecer la capacidad para conducir los cambios”.
En esa línea, el texto sostiene que hay una “preferencia por la gradualidad” en los cambios que operen en la sociedad.
Se indica que “la ciudadanía demuestra ciertos aprendizajes en relación con procesos de cambio recientes. Uno de estos aprendizajes es el valor de la gradualidad y la capacidad de espera. Hace diez años, según la EDH (Encuesta de Desarrollo Humano) 2013, un 61% de la ciudadanía se inclinaba por cambios rápidos, mientras que en 2023 un 57% prefiere que las cosas en el país cambien gradualmente”
“Y un 70% está bastante o muy dispuesta a apoyar un liderazgo cuyas promesas tarden en hacerse realidad, si es capaz de ir en la dirección correcta”, indica el informe
El documento del PNUD hace ver que “otra oportunidad es que la ciudadanía conserva una importante adhesión a la democracia y sus mecanismos, lo que brinda un marco de acción legítimo para la conducción de los cambios”.
“Según la EDH 2023, la mayoría de la población considera que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno (58%), y en una escala de 1 a 10, las personas se posicionan en el polo de que es muy importante para ellas vivir en una sociedad democrática, con un promedio de 7,3”, se señala.
“Además, el 75% de la ciudadanía declara estar bastante o muy dispuesta a ir a votar todas las veces que sea necesario, si eso fortalece la democracia, y reportan una alta valoración abstracta del voto (76%)” apunta el documento.
Y que “a esto se suma la disposición a esperar por los cambios dentro de los marcos democráticos: un 73% prefiere que, al tomar decisiones, los liderazgos les consulten a todas las personas afectadas, aunque las decisiones y soluciones tarden más”.
“El campo periodístico chileno está fuertemente concentrado en dos actores”
En una parte del informe de Desarrollo Humano 2024 se aborda el tema de los medios de comunicación, los relatos, las miradas que se constatan en la prensa, y el estudio no es muy positivo respecto a la realidad medial existente en Chile.
Se dice que “el ecosistema de los medios en que se movilizan los discursos condiciona los debates. En el espacio público existe una diversidad de opiniones sobre los cambios requeridos en el sistema previsional, educacional o de protección ambiental, unas a favor, otras en contra y muchas matizadas. Sin embargo, las columnas y editoriales de los medios analizados tienden a destacar los encuadres, principios y narrativas consistentes con sus propias líneas editoriales”.
Se ejemplifica: “En la discusión sobre pensiones, por ejemplo, la diversidad de opiniones en la Comisión Bravo no se refleja en El Mercurio y La Tercera, sino en El Mostrador, que tiene menor alcance que los otros medios. En los debates sobre la SBAP sucede algo similar: las posiciones de movimientos ambientalistas y sindicatos de la Conaf (Corporación Nacional Forestal) que se oponen a la ley tienen considerablemente menor presencia en los medios analizados. En educación se da la misma tendencia”.
El texto expresa que “esta asimetría en la representación de los puntos de vista frente a las reformas no es casualidad. El campo periodístico chileno está fuertemente concentrado en dos actores que tienen un peso decisivo en la formación de las opiniones de las elites”.
Y que “el panorama de medios impresos, con sus medios audiovisuales y redes asociadas, está dominado por dos consorcios periodísticos, El Mercurio S.A.P. y Copesa, que controlan el 80% de la circulación nacional de periódicos (Becerra y Mastrini, 2017). Ambas cadenas periodísticas tienen una clara afinidad con sectores políticos de derecha y con los intereses gremiales de la gran empresa”.
En el documento del PNUD se recalca que “no existe una prensa que proporcione un contrapeso a la cobertura y opiniones expresadas por estos medios convencionales”.
“La sociedad chilena está cambiando intensamente”
Comentando el resultado del estudio y las perspectivas abiertas en el país, Georgiana Braga-Orillard, representante en Chile del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, señala en la introducción al informe 2024, que “la sociedad chilena está cambiando intensamente y el país exhibe destacables logros en Desarrollo Humano, mientras que al mismo tiempo está experimentando profundas dificultades para implementar cambios que desea o que necesita”.
Manifiesta que, en definitiva, “el mensaje es de esperanza: a pesar del escenario complejo, la conducción de los cambios deseados es posible. Esto no implica que sea una tarea fácil. Para fortalecer las capacidades de la sociedad chilena para conducir cambios sociales es necesario aprovechar las oportunidades existentes en el país, pero también construir un conjunto de condiciones actualmente ausentes o insuficientes”.
Sobre el informe, Georgiana Braga-Orillard indica que “es un producto de conocimiento sobre Chile y para Chile. Como se ha planteado muchas veces a lo largo de estas tres décadas, los Informes son un patrimonio de la sociedad chilena y, más que responder preguntas, buscan generar debates y estimular conversaciones necesarias”.