Nuevo libro se suma a los testimonios de la intervención de Estados Unidos en Chile.
Fernando A. Torres. Periodista. Estados Unidos. 12/2024. Un nuevo libro se une a la larga fila de serios testimonios que reafirman la descarada intervención norteamericana en los asuntos políticos chilenos y que culminan (hasta cierto punto) con el golpe cívico-militar de 1973.
Cristian Opaso, su autor, le da una íntima mirada a los numerosos cabos sueltos para concluir que tanto los partidos de izquierda como los de derecha se silenciaron para cancelar solapadamente cualquier intento de investigación profunda que revele la verdadera historia y sus protagonistas. Con sus respectivas deficiencias, mentiras, vacíos en los hechos reales y a regañadientes, los Estados Unidos, asevera Opaso, pusieron los recursos e investigaron el golpe (increíblemente) más que los propios chilenos y sus partidos ahora en el poder.
Para Opaso los asesinatos de los gringos periodistas Charles Horman y Frank Teruggi quienes se convirtieron en el epítome de la barbarie norteamericana en tiempos de paz y de guerra demuestran la “descarada intervención…con la necesaria complicidad de chilenos y chilenas”. Opaso, quien tuvo la oportunidad de conocer a familiares y amigos de estos gringos progresistas, de recorrer las mismas calles y de vivir en la comunidad en donde se desempeñaron antes de partir a Chile, les rinde un reconocimiento necesario a estos periodistas que trataron hasta el final de exponer los movimientos golpistas de los militares gringos estacionados sospechosamente en Valparaíso.
Hasta el día de hoy, los partidos políticos que asumieron el poder después de la dictadura militar, han mantenido un silencio semejante al olvido tratando de dar vuelta la página para esquivar la tan necesaria verdad y la correspondiente justicia histórica que aún no se aparece por el país. El juicio histórico a los intervencionistas, vivos o muertos. Después del pacífico fin de la dictadura en 1990, el pueblo chileno fue sometido al “gran engaño, la gran negación” la cual resultó en desconocer como pueblo su capacidad de resolver su propio pasado para seguir “creyéndonos condenados a repetirlo”, dice Opaso. Claro, como la famosa Espada de Damocles “… al cumplirse 50 años de la sangrienta asonada militar…(insistimos) en conmemorar el pasado dándonos golpes a nosotros mismos”, sentencia Opaso.
Fueron muchos los actores y las acciones terroristas para derrocar al Gobierno de Allende. Esto se refleja en lo difícil que es “encontrar todos los detalles de las acciones clandestinas”, dice Opaso quien destaca lo difícil que le resultó ser “del todo objetivo”. El desconocimiento que lleva a los propios chilenos a olvidarse de los hechos más relevantes con respecto al golpe, la postura negacionista, olvidadiza, de los gobiernos chilenos después del golpe, culmina con la negación a reconocer y investigar a fondo la intervención norteamericana en los asuntos chilenos. Este necesario juicio histórico aun no ha llegado, dice Opaso.
A pesar del numeroso material informativo, los testimonios directos y hasta los propios informes de la CIA, hasta el día de hoy los gobiernos chilenos no han hecho justicia y puesto a los norteamericanos en la silla que les corresponde: la de los acusados. Esto hace continuar con la posición servicial de los gobiernos de izquierda y de derecha post dictadura, que por no “alterar” las relaciones entre ambos países, prefieren mirar para el otro lado y barrer todo “bajo la alfombra”.
Opaso dice usar la palabra “gringo” no de forma despectiva o insultante sino como una referencia y costumbre de su infancia, de haberla escuchado constantemente entre los mineros del cobre en el norte de chile. Opaso nació rodeado de gringos en el mineral de Chuquicamata en donde también trabajaba su padre. En su adolescencia Opaso vivió más de trece años en la costa oeste de EEUU.
Sin tapujos, directo al grano, El golpe gringo, revive importantes pistas en la actividad de Horman y Teruggi quienes publicaban una revista llamada Fuente de Información Norteamericana FIN y en la cual seguían los movimientos de las fuerzas militares norteamericanas especialmente en Valparaíso en donde se desarrollaba los ejercicios militares conjuntos denominados UNITAS.
Durante los días antes y después del golpe, Horman y Teruggi se encontraban alojados en el hotel Miramar que hoy lleva el nombre de Intercontinental. Allí también se encontraban hospedados militares norteamericanos involucrados en el golpe. Horman, quien era periodista y cineasta, y Teruggi fueron capaces de recopilar numerosos detalles sobre la planificación y participación de los militares gringos en él. Fueron detenidos el 20 de septiembre de 1973 y llevados al Estadio Nacional en Santiago. Allí fueron torturados salvajemente y asesinados.
Lo mucho que se sabe sobre la intervención de los Estados Unidos debe de ser “difundido y reconocido”. Los hechos descritos en el libro no dejan de ser “escalofriantes”, dice la Editorial Ceibo. El libro no solo se trata de “intervención militar y de política clandestina…es también de intervención humana para resistir el olvido y la desesperanza y darnos la posibilidad de encontrarle sentido a una historia tan cruel como injusta”, concluye Ceibo.
Después de años de trabajo de investigación, Cristian Opaso nos ofrece un libro con detalles importantes sobre la intervención militar, política y financiera. La CIA ingresó millones de dólares para financiar la oposición a Allende. Lo más destacado fueron los millones de dólares para pagarles sueldos a los transportistas en huelga, para reparar sus camiones y para pagar los asados que estos disfrutaban mientras bloqueaban los caminos y destruían la economía chilena en una asonada que hundió al país en una de las más profunda crisis económica. El libro de Opaso es un importante aporte al saturado y desgraciado escaparate de libros y testimonios de como los Estados Unidos y un grupúsculo de chilenos destruyeron el país.