Elementos que caracterizan las posiciones y acciones fascistas en la región, el desarrollo del pensamiento neofascista presente en la actualidad, el efecto en la juventud y el papel de las organizaciones de derechos humanos en la resistencia frente al fascismo.
Carlos Margotta Trincado(*). Santiago. 19/6/2024. El fascismo, un movimiento político autoritario y nacionalista que surgió en la primera mitad del siglo XX, ha mutado y adaptado sus formas a lo largo del tiempo. En la actualidad, en América Latina, como en otras partes del mundo, se observan expresiones de fascismo que, aunque no siempre se autodenominan como tales, comparten características ideológicas y prácticas con el fascismo histórico.
A continuación, se presentan algunas de las manifestaciones contemporáneas del fascismo en la región.
Nacionalismo exacerbado: Una de las características del fascismo es el nacionalismo extremo. En América Latina, se han visto resurgir movimientos políticos que promueven un nacionalismo ferviente, a menudo combinado con un discurso antiinmigración y xenófobo. Estos movimientos buscan la unidad nacional a través de la exclusión de los “otros”, ya sean inmigrantes, minorías étnicas o grupos sociales considerados como una amenaza para la identidad nacional, como los movimientos feministas y los que promueven los derechos de las comunidades de la diversidad sexual.
Populismo de derecha: El populismo de derecha es otra expresión del fascismo actual. Líderes carismáticos que prometen soluciones simples a problemas complejos, apelando a los miedos y frustraciones de la población, han ganado terreno en varios países latinoamericanos. Estos líderes suelen presentar un discurso anti-élite, pero en la práctica, sus políticas benefician a las clases dominantes y atacan los derechos de los trabajadores y las minorías.
Autoritarismo y desprecio por la democracia: El fascismo contemporáneo en América Latina se caracteriza por un desprecio por las instituciones democráticas y el Estado de Derecho. Líderes y movimientos de corte fascista tienden a concentrar el poder, limitar la libertad de prensa, y socavar la independencia de la justicia. En algunos casos, se han visto intentos de perpetuarse en el poder mediante la manipulación de las elecciones o la modificación de las constituciones.
Militarización y violencia estatal: La exaltación del poder militar y la glorificación de la violencia como medio para resolver conflictos son rasgos comunes del fascismo. En América Latina, se han observado casos de gobiernos que aumentan el presupuesto de defensa, militarizan la seguridad interna y utilizan la fuerza para reprimir protestas sociales. Esto ha llevado a un aumento de la violencia estatal contra la población civil, especialmente contra activistas y defensores de derechos humanos.
Discurso de odio y propaganda: El fascismo actual en América Latina se vale de las redes sociales y los medios de comunicación para difundir un discurso de odio y propaganda. Se atacan sistemáticamente a los opositores políticos, se difunden noticias falsas y se intenta deslegitimar a las organizaciones de la sociedad civil que defienden los derechos humanos y la democracia.
Control económico y corporativismo: El fascismo también se caracteriza por un modelo económico que busca el control estatal de la economía, combinado con el poder de los grandes conglomerados empresariales. En América Latina, se han visto gobiernos que, mientras promueven un discurso anti-imperialista, establecen alianzas con las élites económicas y favorecen a ciertos sectores empresariales, lo que lleva a un aumento de la desigualdad y la concentración de la riqueza.
En conclusión, el fascismo actual en América Latina se manifiesta de diversas formas, adaptándose a los contextos locales y utilizando las herramientas de la era digital para expandir su influencia. Es importante estar atentos a estas expresiones y defender los valores democráticos y los derechos humanos frente a las amenazas que el fascismo representa.
Por su parte, el neofascismo es una ideología política que surge después de la Segunda Guerra Mundial y que busca revivir o actualizar los principios del fascismo histórico, aunque adaptándolos a los contextos sociales, políticos y tecnológicos contemporáneos. El fascismo clásico, representado por movimientos como el nazismo en Alemania y el fascismo de Mussolini en Italia, se caracterizó por su nacionalismo extremo, su autoritarismo, su rechazo a la democracia liberal, su oposición al marxismo y su uso de la violencia y la propaganda para mantener el control social.
El neofascismo comparte muchas de estas características, pero se diferencia en algunos aspectos clave:
Actualización ideológica: Los neofascistas adaptan las ideas fascistas a las realidades modernas, lo que puede incluir una mayor integración de la tecnología en la propaganda y el control social, así como la adopción de nuevas formas de nacionalismo y xenofobia que responden a las dinámicas globales actuales, como la inmigración y la globalización.
Distanciamiento del pasado: Aunque inspirados en el fascismo histórico, los neofascistas a menudo intentan distanciarse de las atrocidades cometidas por los regímenes fascistas del siglo XX, como el Holocausto, para evitar el rechazo social y político. Sin embargo, sus ideas y prácticas a menudo mantienen una continuidad ideológica con el fascismo clásico.
Diversidad de formas: El neofascismo puede manifestarse en una variedad de formas, desde partidos políticos abiertamente neofascistas hasta grupos de extrema derecha que utilizan un lenguaje más moderado para ganar apoyo popular. También puede incluir elementos de nacionalismo, racismo, antifeminismo y homofobia.
Presencia global: A diferencia del fascismo clásico, que estaba fuertemente asociado con ciertos países y líderes, el neofascismo es un fenómeno global, con grupos y partidos neofascistas o de extrema derecha activos en muchas partes del mundo, incluyendo Europa, América del Norte, América Latina y otras regiones.
Estrategias políticas: Los neofascistas pueden utilizar estrategias políticas más sofisticadas, como la creación de think tanks, la participación en medios de comunicación y la utilización de las redes sociales para difundir su mensaje y movilizar a sus seguidores.
Es importante destacar que el término “neofascismo” puede ser controvertido y es utilizado de diferentes maneras por académicos, periodistas y activistas. Algunos lo aplican ampliamente a cualquier movimiento o partido de extrema derecha, mientras que otros lo reservan para aquellos que tienen una conexión directa con el fascismo histórico o que buscan explícitamente revivir sus principios.
Los jóvenes y el neofascismo en América Latina
El atractivo del neofascismo para los jóvenes en América Latina, como en otras partes del mundo, puede ser atribuido a una variedad de factores socioeconómicos, culturales y políticos. Aunque no todos los jóvenes se sienten atraídos por estas ideologías, algunos pueden encontrar en ellas respuestas a sus inquietudes o esperanzas. Aquí hay algunos factores que podrían contribuir a este fenómeno:
Crisis económica y desempleo: La inestabilidad económica y las dificultades para encontrar empleo pueden llevar a los jóvenes a buscar soluciones rápidas y simplificadas a problemas complejos. Los grupos neofascistas a menudo prometen restaurar la grandeza nacional y crear empleo, lo que puede ser atractivo para aquellos que se sienten marginados o desesperados.
Inseguridad y miedo: Los niveles altos de delincuencia y la falta de seguridad pueden hacer que los jóvenes busquen alternativas que prometan orden y control. Los movimientos neofascistas suelen presentar un discurso de ley y orden que puede ser tentador para quienes temen por su seguridad personal y la de sus familias.
Desilusión con la política tradicional: La corrupción, la ineficacia y la falta de representación en la política tradicional pueden llevar a los jóvenes a buscar alternativas en movimientos que se presentan como outsiders o renovadores. Los grupos neofascistas a menudo critican a las élites políticas establecidas y prometen una ruptura con el statu quo.
Nacionalismo y orgullo cultural: Los jóvenes pueden sentirse atraídos por el nacionalismo y el discurso de orgullo cultural que promueven los grupos neofascistas. En contextos de globalización y cambios rápidos, algunos buscan refugio en la identidad nacional y en la idea de una comunidad homogénea y unida.
Uso de las redes sociales: Los grupos neofascistas son hábiles en el uso de las redes sociales para difundir su mensaje, reclutar miembros y crear comunidades virtuales. Los jóvenes, que son usuarios intensivos de estas plataformas, pueden verse expuestos y atraídos por estas narrativas.
Sentimiento de exclusión: Los jóvenes que se sienten excluidos o discriminados por su origen, raza, género u otros factores pueden encontrar en el neofascismo un sentido de pertenencia y una promesa de elevación por encima de otros grupos considerados inferiores.
Propaganda y desinformación: La propagación de propaganda y desinformación por parte de grupos neofascistas puede influir en la percepción de los jóvenes sobre la realidad política y social, llevándolos a apoyar ideas y movimientos que de otra manera podrían rechazar.
Es importante destacar que estos factores no son universales y que cada individuo tiene sus propias razones para adherirse a una ideología. Además, el neofascismo no es monolítico y puede presentar diferentes rostros dependiendo del contexto nacional y local. La prevención de la radicalización y el fortalecimiento de la democracia fundada en los derechos humanos y la formación en valores cívicos son fundamentales para contrarrestar el atractivo de ideologías extremistas entre los jóvenes.
Las organizaciones de Derechos Humanos y su papel histórico frente al fascismo
A su vez, las organizaciones de derechos humanos desempeñan un papel crucial en la resistencia frente al fascismo. Se centra en varias áreas clave:
Documentación y Denuncia: Estas organizaciones documentan las violaciones de derechos humanos cometidas por gobiernos o grupos de extrema derecha, y las denuncian tanto a nivel nacional como internacional. La documentación detallada de las violaciones es esencial para responsabilizar a los perpetradores y para generar conciencia pública.
Defensa Legal: Proporcionan asistencia legal a las víctimas de violaciones de derechos humanos y trabajan para garantizar que los sistemas judiciales nacionales e internacionales sean accesibles y justos para todos. Esto puede incluir la representación legal directa, la presentación de informes en procedimientos judiciales y la promoción de reformas legales.
Educación y Formación en Derechos Humanos: Educan al público sobre los derechos humanos, la importancia de la democracia y los peligros del fascismo. A través de campañas, talleres, publicaciones y medios de comunicación, buscan fortalecer la cultura de los derechos humanos y fomentar la participación ciudadana.
Incidencia Política: Realizan labores de incidencia ante gobiernos, organismos internacionales y otras instituciones para promover políticas y leyes que protejan y respeten los derechos humanos. Esto incluye la participación en procesos de formulación de políticas, la presentación de recomendaciones y la movilización de apoyo para causas específicas.
Solidaridad y Redes: Construyen redes y alianzas con otras organizaciones de derechos humanos, movimientos sociales y actores internacionales para amplificar su impacto y para apoyar luchas comunes. La solidaridad internacional es crucial para enfrentar amenazas globales como el fascismo.
Protección de Defensores de Derechos Humanos: Brindan protección y apoyo a defensores de derechos humanos, periodistas, activistas y otros que pueden ser blanco de ataques debido a su trabajo. Esto puede incluir medidas de seguridad, asistencia legal y campañas de solidaridad.
Monitoreo y Vigilancia: Realizan un monitoreo constante de la situación de los derechos humanos en contextos donde el fascismo o el autoritarismo están en ascenso, para identificar tempranamente las amenazas y actuar en consecuencia.
Promoción de la Memoria Histórica: Trabajan para preservar la memoria de las víctimas de violaciones de derechos humanos y para asegurar que las lecciones del pasado sean conocidas y recordadas, como una forma de prevenir futuras violaciones.
El trabajo de las organizaciones de derechos humanos es esencial para defender la democracia, la justicia y la dignidad humana frente a las amenazas del fascismo. Su labor requiere valentía, perseverancia y el apoyo de la sociedad civil, los gobiernos comprometidos con los derechos humanos y la comunidad internacional.
(*)Carlos Margotta es abogado y presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos.