Lo que está ocurriendo, es que al cumplirse 50 años del golpe de Estado que terminó en el derrocamiento del Gobierno constitucional y del Presidente Allende elegido democráticamente, representantes políticos de la derecha, medios afines, académicos conservadores y comentaristas críticos del proceso popular, están esquivando y relativizando el análisis de los componentes e impactos de la asonada golpista -que incluye trágicos hechos sangrientos, criminales, ilegales y antidemocráticos- y apuntando cuestionadoramente a la gestión del Gobierno de la Unidad Popular y de Salvador Allende, en la intención de explicar y justificar la irrupción violenta anticonstitucional de los militares apoyados, precisamente, por la derecha, sus medios y sectores conservadores y antidemocráticos.
“El Siglo”. El Editorial. 4/7/2023. Es una falacia mayor apuntar a que la izquierda no quiere reflexionar sobre el proceso del Gobierno de la Unidad Popular y sobre la obra del Presidente Salvador Allende.
Muy por el contrario, es un ejercicio necesario, constructivo y de memoria hablar de ese período, con importantes logros sociales, beneficios para los trabajadores, avances objetivos en vivienda, salud, niñez, agricultura, derechos de pueblos indígenas, vigencia amplia del derecho a la información, con hitos como la aprobación por parte del Congreso de la nacionalización del cobre. Tal como lo han señalado notables protagonistas de la izquierda de ese tiempo, se cometieron errores, hubo deficiencias, faltó profesionalismo, reinó el sectarismo y hubo posturas políticas del sector que afectaron al proceso.
Cualquier persona bien intencionada puede recurrir a literatura, entrevistas, reportajes y documentales, donde representantes de la izquierda dan cuenta de aciertos y errores, de logros y frustraciones. Por tanto, se acerca a una magna mentira decir que no se quiere abordar ese período.
Lo que está ocurriendo, es que al cumplirse 50 años del golpe de Estado que terminó en el derrocamiento del Gobierno constitucional y del Presidente Allende elegido democráticamente, representantes políticos de la derecha, medios afines, académicos conservadores y comentaristas críticos del proceso popular, están esquivando y relativizando el análisis de los componentes e impactos de la asonada golpista -que incluye trágicos hechos sangrientos, criminales, ilegales y antidemocráticos- y apuntando cuestionadoramente a la gestión del Gobierno de la Unidad Popular y de Salvador Allende, en la intención de explicar y justificar la irrupción violenta anticonstitucional de los militares apoyados, precisamente, por la derecha, sus medios afines y sectores conservadores y antidemocráticos.
Este 11 de septiembre se conmemoran 50 años del golpe de Estado. Con sus protagonistas, ejecutores, víctimas y episodios bien concretos vividos ese martes 11 de septiembre y días, semanas, meses y años posteriores. Ésa es la fecha que se recuerda. Por tanto, los análisis, debates, reflexiones e informaciones deberían girar en torno de ese suceso, como algo sustancial y primario.
Eso no quita abordar el período histórico y el contexto que se vincula al golpe, como el asesinato del comandante en jefe del Ejército y del edecán naval del Presidente, ambos actos criminales cometidos por grupos de ultraderecha y posteriormente indultados por la Junta Militar golpista. Pero meterse en el proceso político de inicios de los setenta en Chile no puede ser en el camino de relativizar, acotar, omitir e incluso negar episodios, contenidos y hechos respecto al golpe de Estado del cual, por lo demás, hay instigadores y responsables de los cuales casi nadie está hablando.
Mantener memoria no es simplemente “volver al pasado” y hablar de atroces y triste hechos no es “querer dividir a los chilenos”. Es asumir con rigor histórico y franqueza democrática un episodio vital de la historia de Chile.