En Chile estamos frente a quienes relativizan los crímenes del régimen militar, defienden la dictadura fascista, promueven “la mano dura” y represiva, buscan conculcar derechos sociales, aspiran a negar derechos a la diversidad sexual y a las mujeres, quieren armar a civiles, y en definitiva promueven graves transgresiones al marco democrático y civilizatorio. Hoy la lucha por más democracia, por ampliación de derechos, por justicia social y equidad económica, por una sociedad plural y soberana, pasa necesariamente por una batalla contra el fascismo, el neonazismo y la extrema derecha.
“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 8/5/2025. Parar y derrotar al fascismo sea reactiva en estos tiempos como un objetivo de las fuerzas democráticas, progresistas, humanistas y de izquierda en todo el mundo y, en particular, en Chile.
Hay una premisa de entrada. En los años recientes se constata un despliegue de organizaciones fascistas y neonazis en países europeos, latinoamericanos y asiáticos, promoviendo tesis ultranacionalistas, represivas, racistas, homofóbicas, de supremacía racial, desinformadoras y distorsionadoras, irracionales y oscurantistas.
Ese despliegue encuentra respaldos en sectores de la población, como ocurrió con el partido nazi en su tiempo, y organizaciones promotoras del fascismo y el neonazismo obtienen logros electores locales, legislativos y presidenciales. Por cierto, esas posiciones se instalan en partidos de extrema derecha que no siempre explicitan el pensamiento fascistoide, y lo dejan en un plano tácito, no siempre detectable.
La realidad actual está llena de episodios como que en Alemania la Oficina Federal para la Protección de la Constitución declaró al partido AfD como organización de extrema derecha y sostuvo que el grupo “no es compatible con el orden básico libre y democrático” o el rápido crecimiento en militantes del ultraderechista Partido Nacional Libertario que se ubica como la segunda organización política más grande de Chile.
La defensa de la democracia, del marco civilizatorio, de los derechos civiles y los derechos humanos, de la paz, del diálogo y el acuerdo humanitario, requiere hoy con prontitud y eficacia, salirle al paso a las posiciones y las fuerzas fascistas, neonazis y de extrema derecha.
Es una batalla y un objetivo transversal en el campo democrático, progresista, humanista y de izquierda. Cuando se conmemoran los 80 años del Día de la Victoria, que marcó la derrota del régimen nazi, se hace imprescindible redoblar el sentido del antifascismo y el esfuerzo contra instalaciones y despliegues de la extrema derecha, considerando que allí se anidan posiciones y orgánicas que atentan contra valores democráticos, derechos ciudadanos, contra la convivencia en paz y diálogo, y contra los derechos humanos.
Hoy se trata de una batalla ideológica, cultural, política, territorial y social contra el avance de las posiciones más retardatarias, oscurantistas y autoritarias que puede conocer la sociedad.
En Chile estamos frente a quienes relativizan los crímenes del régimen militar, defienden la dictadura fascista, promueven “la mano dura” y represiva, buscan conculcar derechos sociales, aspiran a negar derechos a la diversidad sexual y a las mujeres, quieren armar a civiles, y en definitiva promueven graves transgresiones al marco democrático y civilizatorio.
En específico en nuestro país, no se puede permanecer pasivo, dubitativo, contemplativo, ante despliegues de la extrema derecha y expresiones fascistoides. Mirando hacia otros países de la región y más allá, se puede constatar qué ocurre cuando se llega tarde a encarar la tarea de frenar al fascismo y a la ultraderecha.
Por cierto, en ese objetivo se requiere de la más amplia unidad social y política, de una sociedad civil activa, de un pueblo organizado, de consciencia e información. Requiere de tomarse en serio lo que está ocurriendo con avances ultrareaccionarios y antidemocráticos donde ya no se ponen en juego proyectos políticos o electorales, sino la vigencia y fortaleza del sistema democrático, de los derechos ciudadanos, del respeto de los derechos humanos, de la convivencia nacional tolerante, del respeto a la diversidad y los pueblos que coexisten en el país.
En definitiva, hoy la lucha por más democracia, por ampliación de derechos, por justicia social y equidad económica, por una sociedad plural y soberana, pasa necesariamente por una batalla contra el fascismo, el neonazismo y la extrema derecha.