No puede ser que servicios básicos para la ciudadanía, recursos estratégicos para el país, materias primas vitales que posee el territorio chileno, estén en manos extranjeras y que dependamos de grandes empresas trasnacionales y de consorcios financieros.
“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 28/272025. Es imprescindible no cesar en lograr la plena soberanía sobre los recursos estratégicos de Chile.
Como en una inmensa cantidad de países de todo el mundo, es necesario que el Estado tenga la primera responsabilidad y posesión sobre materias primas, servicios básicos y factores que determinan el buen funcionamiento del país y que, incluso, permiten tener altos ingresos para el desarrollo nacional y el bienestar de la población.
En esa línea, las fuerzas sociales y políticas progresistas y de izquierda, no deben descansar en promover un modelo de desarrollo sustentable, una legislación que proteja y potencia recursos naturales propios, mecanismos de regulación en este ámbito y que proteja los intereses nacionales que llegan a tener efecto en la seguridad nacional y en consagrar derechos a ciudadanas y ciudadanos.
Estamos hablando de cómo se asume en el país el tema del cobre, del litio, del agua, de la pesca, de las energías, y el funcionamiento de empresas y entidades vinculadas a esos sectores.
Junto con revisar privatizaciones y concesiones que junto con alentar monopolios privados y extranjeros, están produciendo daños y problemas a amplias capas de la población.
Aquí no se trata de descubrir el hilo negro o de lanzar amenazas como lo caricaturizó agresiva e irracionalmente la candidata presidencial de la derecha. Hay muchas naciones, incluidas las grandes potencias, que protegen sus recursos estratégicos, sus materias primas, sus industrias, su sector agrícola, sus servicios básicos, y son los Estados los que los manejan, regulan y desarrollan.
El caso del mega corte de luz de esta semana, con las enredadas y controvertidas versiones de directivos de una empresa extranjera que controla el sistema eléctrico chileno, es un ejemplo de la fragilidad de un esquema privado, trasnacional y monopólico. Se vio también en los corte de luz cuando hubo tormentas y en el alza notoria del precio de la electricidad. Se ven los aspectos más negativos en el control que tienen consorcios privados extranjeros, a veces asociados con grupo financieros locales, del sistema privado de pensiones (AFP) y de salud (ISAPRES). La falta de inversiones, mantenimiento, protocolos, cumplimiento de planes de prevención, reparaciones reales a usuarios afectados, irregularidades, operaciones financieras que otorgan grandes ganancias sin que impacte positivamente en las personas, son caldo de cada día con las grandes empresas. Hay otros ejemplos.
No puede ser que servicios básicos para la ciudadanía, recursos estratégicos para el país, materias primas vitales que posee el territorio chileno, estén en manos extranjeras y que dependamos de grandes empresas trasnacionales y de consorcios financieros.
Hay que recuperar soberanía y administración sobre nuestros recursos. Es una prioridad no abandonar esta demanda, este propósito, este objetivo, por el bien del país y de sus habitantes.