Un escenario que requiere de actuar con mucha convicción en la defensa de la democracia, de los derechos, de la convivencia, de la paz. Eso se debe expresar en el esfuerzo en la batalla electoral, tanto en la legislativa como la presidencial, en convocar a chilenas y chilenos a optar por las ideas y los proyectos del progresismo y la izquierda, por obtener el respaldo a las transformaciones necesarias para garantizar equidad y justicia a la ciudadanía.
“El Siglo”. El Editorial. Santiago.8/11/2025. Lo que se vivirá el próximo fin de semana no se circunscribe a un proceso electoral más ni a una circunstancia formal para el país.
Están en juego cuestiones decisivas para el bienestar y la tranquilidad de chilenas y chilenos.
Está en juego seguir progresando en derechos para las familias, que se mantenga un sano marco civilizatorio, que funcione mejor la democracia, que el país se desarrolle y que prevalezcan actitudes de tolerancia y abiertas a los acuerdos.
Está en juego el respeto a la diversidad, a los derechos humanos, el fortalecer la convivencia sana, en encarar decidida y profesionalmente el combate a la delincuencia y el narcotráfico, el ser parte de los esfuerzos internacionales por la paz, la positiva relación entre naciones diversas, la integración y el respeto al derecho internacional.
Nada de lo anterior será posible si a la presidencia llega alguien de la extrema derecha y si los partidos conservadores tienen mayoría en el Congreso.
Los hechos lo grafican. Las candidaturas de derecha y extrema derecha colocan el acento en recortar recursos para beneficio social, echar atrás derechos alcanzados, aplicar recortes presupuestarios para gasto social, optar por el autoritarismo y la represión, suprimir marcos de diversidad y tolerancia, relativizar o negar el ejercicio de los derechos humanos, sacar a Chile de entidades internacionales y aliarse con políticas guerreristas e injerencistas.
Mucho de eso se esconde en declaraciones y propuestas populistas, fantasiosas, inaplicables y desinformadoras.
Estas elecciones marcan un escenario muy definitorio respecto al futuro del país. Como nunca no vale lo mismo quien gobierne ni cuál sea la mayoría en el Congreso.
Un escenario que requiere de actuar con mucha convicción en la defensa de la democracia, de los derechos, de la convivencia, de la paz. Eso se debe expresar en el esfuerzo en la batalla electoral, tanto en la legislativa como la presidencial, en convocar a chilenas y chilenos a optar por las ideas y los proyectos del progresismo y la izquierda, por obtener el respaldo a las transformaciones necesarias para garantizar equidad y justicia a la ciudadanía.
En esto es imprescindible actuar con unidad, coherencia, compromiso, voluntad y decisión, dejando de lado intereses secundarios o particulares, el sectarismo y rencillas menores. Hay una responsabilidad con el país, con el pueblo, con el avance real del país en beneficio de las mayorías.
La convicción se irradia. Ese es un objetivo del momento de cara a la elección presidencial y legislativa y las opciones que se presentan ante el pueblo. Hay que convencer para sumar a favor de la democracia, de los derechos, de la diversidad, de las transformaciones y de la estabilidad.
