EL EDITORIAL. Activar la fuerza social

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El movimiento social y la sociedad civil activados constituyen un factor decisivo para defender derechos conquistados y avanzar en la conquista de nuevos derechos. Nadie debería temer la movilización, la participación y la expresión de la voz del mundo social, popular y ciudadano. No dar cuenta de eso, lleva a encerrarse en cuatro paredes, elitizar las discusiones, acotar las decisiones y rebajar las aspiraciones.

“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 7/12/2024. Existen sobrados ejemplos en la historia pasada y reciente del país, de cómo la activación y participación del pueblo, del movimiento social y la sociedad civil en procesos sociales, políticos, legislativos y económicos, consigue avances en derechos y soluciones para la mayoría de la población en distintos ámbitos.

Sólo desde sectores conservadores, contra-transformadores, de la derecha, de los poderes fácticos y poderes financieros, surgen temores y rechazos al protagonismo de las fuerzas sociales y ciudadanas, esencialmente porque producen cambios en el país.

Atendiendo sucesos recientes, quedó claro cómo la movilización de los pescadores artesanales, de las profesoras y profesores, de los trabajadores del sector público, del movimiento feminista, permitió avanzar en proyectos de ley e iniciativas destinadas a culminar en medidas que los favorecen. Se suman a ejemplos elocuentes como las masivas marchas contra las AFP que fue determinante en entrar a encarar una reforma en pensiones.

Se vienen semanas y meses en que se continuará la discusión de importantes reformas como la de pensiones y proyectos como el derecho al aborto, la eutanasia, el pago de la deuda histórica al magisterio, nuevo financiamiento público para la educación (fin del CAE), negociación colectiva ramal, entre otros.

Hay en curso también demandas de mejoras salariales, medidas frente al alza del costo de la vida, terminar con abusos de consorcios privados, especialmente de las Isapres, AFP, compañías de servicios y grandes tiendas, responder al deterioro institucional con procesos abiertos que incluyen a jueces y fiscales, exfuncionarios de Gobierno, alcaldes, directivos empresariales, altos mandos de policías y Fuerzas Armadas, resolver necesidades en materia de vivienda y salud, lograr una real descentralización y mejorar el desarrollo en regiones, avanzar más en materia de derechos humanos y ciudadanos, reforzar las acciones en materia de seguridad pública, atender temas relacionados con el medioambiente y el cambio climático, así como fortalecer acciones en promoción y defensa de derechos de las mujeres, la niñez, la tercera edad, las cuidadoras y expresiones de la diversidad.

Como lo señalan dirigentes políticos y sociales, dejar entre cuatro paredes las conversaciones y decisiones en materias muy sensibles para la ciudadanía, acotar los espacios de discusión y resolución a los poderes institucionales, someter resoluciones y proyectos a la mirada e influencia de poderes financieros y fácticos, no es un camino que esté garantizando las respuestas a graves y profundos problemas del pueblo. Es un hecho de la causa que esos espacios deben existir o existen.

Pero todo cojea si a eso no se suma, no se incorpora, la voz, la representación y la participación del pueblo, del movimiento social, de la sociedad civil. Es imprescindible que las fuerzas sociales, en sus distintas representaciones y diversidad, incidan constructiva y realmente en los procesos políticos, legislativos, sociales y económicos que se están produciendo.

Es necesario superar situaciones de repliegues, desesperanza, apatía y desconfianza, para reanimar y reactivar la movilización social, la protesta popular, la voz ciudadana, con el objetivo de contribuir al avance de reformas, proyectos y medidas, todo destinado a mejorar la calidad de vida de las chilenas y los chilenos, a avanzar en derechos y no retroceder.

No parece loable hacer caso a los tonos amenazantes e histriónicos de sectores conservadores y de la derecha y la extrema derecha, de poderes financieros, fácticos y mediáticos, que ponen el grito en el cielo cuando se habla de movilización social, de activación de la fuerza popular, de hacer oír la voz, las demandas y las propuestas de la sociedad civil. Esos sectores criminalizan, desprecian y subestiman al pueblo movilizado. Tienen, por cierto, un continuo en repudiar y demonizar la revuelta social de 2019, y saltan desde sus posiciones de poder cada vez que sectores del pueblo se movilizan.

Desde las fuerzas políticas progresistas y de izquierda no deberían existir dudas, relativizaciones, ni inhibiciones respecto a la necesidad y justeza del pueblo activado.

El movimiento social y la sociedad civil activos constituyen un factor decisivo para defender derechos conquistados y avanzar en la conquista de nuevos derechos.

Nadie debería temer la movilización, la participación y la expresión de la voz del mundo social, popular y ciudadano. No dar cuenta de eso, lleva a encerrarse en cuatro paredes, elitizar las discusiones, acotar las decisiones y rebajar las aspiraciones.