Se constatan silencios, omisiones y posturas esquivas que pueden ocultar futuras acciones en política exterior que pongan a Chile en el camino de una alianza estrecha con los mandos políticos y militares de Estados Unidos, que integre al país a una línea conductual ultraconservadora, injerencista y belicista, que coloquen a Chile en una línea de agresión y división en la región, e incluso, como algunos han promovido, ver al gobierno chileno alejándose de los organismos internacionales, pasando por arriba de convenios suscritos y haciendo oídos sordos al derecho internacional.
“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 14/11/2025. La situación internacional y regional, y posicionamientos sobre las relaciones exteriores de Chile, fueron tratadas muy débilmente por prácticamente las ocho candidaturas presidenciales que se presentaron para las elecciones de este 16 de noviembre.
Eso genera incertidumbre, sino malestar, dada la complicada y delicada situación que se están viviendo en América Latina y El Caribe, así como en otras zonas, donde está primando el uso de la fuerza, las escaladas militares para resolver conflictos, el irrespeto al derecho internacional, la aplicación de medidas unilaterales que afectan el comercio y las relaciones económicas, el criterio de unilateralidad y hegemonismo a ultranza, y la antigua fórmula de pretender derrocar a gobiernos locales.
Hay situaciones que, a partir del próximo año, el nuevo gobierno chileno deberá enfrentar y fijar posición, sin embargo, en los sustancial la ciudadanía no sabe qué piensan o qué harán quienes postulan llegar a La Moneda, salvo frases y planteamientos genéricos que sirven para cualquier circunstancia.
Al escaso o nulo posicionamiento de las candidatas y candidatos (lo que incluye deficitarias menciones a política exterior en sus programas), se suma la falta de interés en este tema durante la campaña, visto en columnistas, académicos, periodistas y, por cierto, en los debates presidenciales.
Esto tiene, de partida, un problema. Y es que quienes vayan a votar este domingo no tienen del todo claro cuál será la política exterior de quienes pretenden llegar a La Moneda, con las consecuencias que eso puede tener para Chile.
Particularmente serio es eso en el caso de las candidaturas de derecha y extrema derecha desde donde, por ejemplo, salió la postura de respaldar una invasión militar a Venezuela. Al mismo tiempo de observó una inclinación a respaldar las políticas bélicas e injerencistas de Donald Trump.
Como se podía esperar, desde esas candidaturas fue reiterada la hostilidad contra Cuba y otras naciones, con calificativos que anuncian una posición agresiva si algunas de ellas llegan a la presidencia. A eso se sumaron periodistas y medios conservadores, incluidos los debates, donde de nueva cuenta salieron con la perorata de Cuba y exigiendo a la candidata de “Unidad por Chile” pronunciarse sobre si ahí hay o no una dictadura, al igual que en Venezuela.
Nadie le preguntó a las tres candidaturas de la derecha tradicional y la extrema derecha sobre si reestablecerían todo tipo de vínculos con Israel, si apoyan la postura del gobierno estadounidense respecto a América Latina y El Caribe, sobre las posiciones de los presidentes de Argentina, Ecuador, Perú y El Salvador que están promoviendo bases militares y recibiendo unidades militares y visitas del alto mando del Comando Sur, en cuanto a si comparten la estrategia de la Casa Blanca para el combate al narcotráfico, o la política trumpista de subir los aranceles en la región, entre otros temas.
Se constatan silencios, omisiones y posturas esquivas que pueden ocultar futuras acciones en política exterior que pongan a Chile en el camino de una alianza estrecha con los mandos políticos y militares de Estados Unidos, que integre al país a una línea conductual ultraconservadora, injerencista y belicista, que coloquen a Chile en una línea de agresión y división en la región, e incluso, como algunos han promovido, ver al gobierno chilenos alejándose de los organismos internacionales, pasando por arriba de convenios suscritos y haciendo oídos sordos al derecho internacional.
En contraste, se podría establecer que la llegada a La Moneda de la candidata del oficialismo garantizaría una política exterior en la sintonía de cuestionar las acciones militares e intervencionistas, de promover la paz y el entendimiento, de buscar el respeto y la integración a nivel regional, de alentar el multilateralismo y oponerse a hegemonismos dominantes, de amplias las relaciones internacionales y plantear condiciones equitativas en el comercio y la economía, y no tener actitudes hostiles frente a otros gobiernos.
Posiblemente un punto donde se levanta cierto grado de incertidumbre respecto a las elecciones presidenciales es en cuanto a lo que ocurrirá en política exterior y frente a eso habría que dedicar mayor atención y seguimiento.
