¿Dijo facho o fachos?

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Al inefable Carter, hablando en alemán, demoliendo casas o realizando acusaciones rimbombantes y denuncias catastrofistas; y los Republicanos cada vez más desfachatados en sus denuncias, cual Savonarolas modernos; se suma ahora Evelyn Matthei, virtual candidata de Chile Vamos, al coro de exagerados y lenguaraces que agitan la emoción y el desencanto de una sociedad asolada por la incertidumbre que el neoliberalismo ha elevado a la categoría de condición natural de la vida social.

Hernán González. Profesor. Valparaíso. 28/6/2024. En la antigua y cándida televisión de fines de los años ochenta, los días viernes en la noche se transmitía un programa de humor que se llamaba “Los fisicoculturistas”. Sus protagonistas, dos tipos normales, bajitos y flacuchentos, como todos los chilenos, en un diálogo que presagiaba la cultura y estilo de vida que se empezaba a imponer en la sociedad chilena, basada en la apariencia y un grotesco hedonismo, partían diciendo “es que somos fisicoculturistas” después de realizar maromas e hilarantes demostraciones de fortaleza y buena condición física. Acto seguido, alguien les decía “ridículos” y ellos desconcertados, aunque sus caras demostraran cierta comprensión de la razón para que se les llamara así, contestaban “…perdón, dijo ¿ridículo o ridículos?…”

Un cuadro parecido es el que la derecha chilena expone todos los días en la prensa y los matinales. Al inefable Carter, hablando en alemán, demoliendo casas o realizando acusaciones rimbombantes y denuncias catastrofistas; y los Republicanos cada vez más desfachatados en sus denuncias, cual Savonarolas modernos; se suma ahora Evelyn Matthei, virtual candidata de Chile Vamos, al coro de exagerados y lenguaraces que agitan la emoción y el desencanto de una sociedad asolada por la incertidumbre que el neoliberalismo ha elevado a la categoría de condición natural de la vida social.

En efecto, la incertidumbre y su hija putativa, la flexibilidad frente al cambio, que en los noventa y los primeros cinco o diez años del siglo XXI eran saludadas como incentivos para la creatividad y el desarrollo -lo que en realidad apenas ocultaba con una impudicia vergonzosa la precariedad de las vidas en el sistema neoliberal-, hoy día ya no se sostiene como discurso legitimador del sistema. Según los datos aportados por la Fundación Sol, hace poco, aproximadamente la mitad de los nuevos pensionados por el sistema de AFP recibe jubilaciones de menos de cien mil pesos.

Las listas de espera en salud, los altos precios de las prestaciones y la indefensión en que quedan los miles de personas estafadas por las ISAPRES; la prácticamente inalcanzable aspiración de la casa propia que tiene viviendo como allegados y/o en campamentos a prácticamente la misma cantidad de familias que en 1985, según datos del MINVU; el encarecimiento de bienes y  servicios, sin considerar gastos imprevistos que el sueldo promedio de setecientos mil pesos no puede cubrir, como no sea haciendo la bicicleta todos los meses, hacen de la incertidumbre efectivamente casi una condición  fáctica de la vida social.

Sin embargo, gracias a Marx y a varios pensadores, no todos marxistas por cierto, sabemos que la vida social de lo menos que tiene es de natural, porque es una creación de los propios seres humanos. Pero la derecha pretende que sí lo es y por esa razón a cualquier intento de reforma económica, social o política, la tilda de ideologismo, pretensión fantasiosa o simple voluntarismo. Se suma de esa manera, una segunda fuente de incertidumbre, que es la duda acerca de la posibilidad de que éstas se realicen para mejorar sus vidas, al menos en el marco de la institucionalidad política, económica y social vigente, augurio casi seguro de un nuevo estallido de indignación popular.

La derecha bloqueó en el Parlamento la reforma tributaria; tiene parada la reforma al sistema de AFP, chantajeó hasta la náusea la tramitación de la ley corta de ISAPRES para imponer una salida ridícula; los candidatos a alcaldes de ese sector anuncian, desde ya, en una performance que raya en la sedición, que no van a traspasar las escuelas públicas de sus comunas a los Servicios Locales de Educación, ley aprobada durante el mandato de la Presidenta Bachelet por el Parlamento y, la guinda de la torta, estos días pillaron in fraganti a varios de sus diputados realizando un copy paste de un informe de las empresas pesqueras, en la tramitación de la ley que regula al sector. Patético.

Mientras los treinta y ocho alcaldes de su sector imputados o procesados por malversación, estafa, cohecho y otros delitos que suman la friolera de más de ciento setenta mil millones de pesos, Daniel Jadue, el alcalde más realizador, más progresista en el sentido de haber hecho más obras que ponían en cuestión la lógica de mercado en la provisión de servicios y bienes para los vecinos de su comuna, espera en prisión preventiva el destino que le depare un Poder Judicial cada vez más cuestionado por sus turbias e intrincadas relaciones con el poder político y económico, como lo demuestra el caso Desbordes y antes el caso Hermosilla.

A su defensa férrea del sistema y los valores que encarna, se suma entonces su enconado anticomunismo, que no es más que la expresión de su retardatario y básico pensamiento. Ataca a ministros, parlamentarios, alcaldes y dirigentes sociales comunistas y de izquierda, con una tirria medieval, solo por el hecho de postular que otra forma de organizar la vida política y social es posible y necesaria. La impavidez con que esta agresividad de la derecha es tolerada resulta en todo caso escalofriante.

Por esa razón, igual como los fisicoculturistas preguntaban “¿ridiculo o ridícuos?”, los representantes de la derecha podrían preguntar con la misma mezcla de sorpresa y conocimiento “perdón, dijo ¿facho o fachos?”. Lo preocupante sería que todavía alguien que no fuera de derecha se lo preguntara.