Un propósito central a instalar es que el balance del año sea malo. Hay una idea de exponer malas cifras y malos antecedentes en materia de delincuencia, apuntar a errores e ineficacias en el tratamiento de la migración ilegal. El asunto del alza del costo de la vida está sobre la mesa. Un factor a potenciar por la derecha y la extrema derecha es si, hipotéticamente, gana el A Favor en el plebiscito, golperar fuerte a La Moneda. En las cuentas de fin de año, se da por hecho que se resumirá todo lo negativo del Caso Convenio, estableciendo una analogía con lo que fue el Caso Caval en la presidencia de Michelle Bachelet. Un punto central para la oposición es que termine el 2023 con baja aprobación presidencial, mala evaluación del Gobierno, instalando tesis de desorden y desprolijidad, acentuando los ejes de conflictividad y sosteniendo que el Ejecutivo no pudo desarrollar su programa y sus objetivos. Todo un diseño que le abre un desafío a La Moneda y al oficialismo. Porque las cuentas y los balances del Gobierno pueden ir por otro lado, con el contraste de datos y antecedentes.
Gonzalo Magueda. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 29/11/2023. En diversos equipos políticos y comunicacionales de la oposición, se tienen diseños y objetivos para golpetear al Gobierno durante diciembre con un propósito central de instalar que el balance del año es malo.
En ello se establecieron temas para torpedear a la administración del Presidente Gabriel Boric que, de acuerdo a vocerías, documentos, columnas y algunas fuentes, estarían priorizadas en los problemas de delincuencia y crímenes de alto impacto, situaciones negativas con migración ilegal, tensiones y resultado en torno del plebiscito por nueva propuesta constitucional, incentivo de supuestas controversias entre ministras y ministros y “fuego amigo” desde los dos conglomerados oficialistas, reforzar el Caso Convenios, y estar atento a “errores comunicacionales” presidenciales y ministeriales.
Nada de eso se aparece como una sorpresa, pero la intensidad del acoso y las críticas, la magnitud comunicacional de cuestionamientos, la instalación en la opinión pública y el impacto que se logre, son cuestiones que están en la mira en asuntos donde no habrá tregua. Lo que incluye el meter en agenda supuestas o reales controversias.
Hay dos ejemplos de estos días.
El Presidente Boric, sincerando situaciones y llamando a evitar “peleas” donde los que pierden “son los chilenos y chilenas”, exhortó a que “no debilitemos a las autoridades como quizás en algún momento nosotros lo hicimos”. Lejos de aceptar el tono conciliador y la postura positiva, desde la derecha se le lanzaron con todo. La alcaldesa y militante de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Evelyn Matthei, sostuvo que “el daño ya está hecho y hemos perdido seis años”. El presidente de ese partido, Javier Macaya, declaró que “el cargo de Presidente no es para aprender, no es de ensayo y error…Lo que hace el Presidente es un reconocimiento de que se ha estado aprendiendo del cargo”. Andrés Longton, diputado de Renovación Nacional, recordando votaciones en el Parlamento de las cuales participó Gabriel Boric, manifestó que “uno siempre valora autocríticas, pero ¿sabes la gran diferencia? Que nuestra crítica es a la gestión del Gobierno, pero ese nunca va acompañado de rechazos a proyectos de ley relevantes”.
La otra situación fue la insistencia de meter un lío, una vez más, entre las ministras Carolina Tohá (Interior) y Camila Vallejo (Secretaría General de Gobierno), en el supuesto de que la primera estaría colocando la cara y enfrentando situaciones difíciles y embromadas como episodios por delincuencia y migración, mientras la segunda estaría replegada sólo a “temas cómodos” y de segunda línea. Obviamente es el golpeteo a ministras claves en la gestión de La Moneda.
En lo grueso, a nivel de centros de estudio y equipos legislativos se estarían haciendo cuentas y recopilando antecedentes para demostrar un 2023 con mala gestión en seguridad pública e ineficacia en el tratamiento de la migración ilegal, vinculando eso al alza de crímenes de alta connotación social.
También se apuntaría al Caso Convenios como uno de los golpes más duros recibidos por el Gobierno desde colectividades y funcionarios del Frente Amplio, equiparándolo al negativo efecto del Caso Caval en la presidencia de Michelle Bachelet. En esto hay muchos datos y pruebas y se recurriría a nuevas aristas.
En los equipos de las bancadas de la oposición se están preparando balances legislativos, con apoyo de los centros de estudios de la derecha, sobre todo Instituto Libertad y Libertad y Desarrollo, para sacar al pizarrón al Gobierno y sostener que hubo pocos o deficientes avances en la agenda legislativa del Ejecutivo.
Un factor de incertidumbre y del cual están a la espera en los equipos de la oposición es el resultado del plebiscito. Se llega a sostener que si gana el A Favor, “será el final del programa y el desempeño de este Gobierno”. Puede parecer obvio que otro triunfo de esa magnitud de la derecha y la extrema derecha tenderá a una ofensiva política de mayor agresividad y dureza contra la administración de Boric, todo concentrado ahí más que en sectores de partidos o fuerzas oficialistas. Y se vence el En Contra, desde la derecha y la ultraderecha están preparado una ofensiva para igual acorralar política y comunicacionalmente a La Moneda, meter la cuña del tercer proceso constitucional y enrostrarle al Presidente y a algunas ministras y ministros que “hicieron todo para quedarse con la Constitución de los cuatro generales”, parafraseando al jefe del Ejecutivo.
Aunque es un tema que le gusta tratar mucho a la derecha y a la ultraderecha, el alza del costo de la vida, los malos salarios, las pensiones bajas, la subida de precios, es algo que algunos segmentos de la oposición sacarían como balance del año para cuestionar al Gobierno. Eso agregado a deficitarios resultados en las listas de espera y la extensión del conflicto con las Isapres.
Un punto central para la oposición es que termine el 2023 con baja aprobación presidencial, mala evaluación del Gobierno, instalando tesis de desorden y desprolijidad, acentuando los ejes de conflictividad y sosteniendo que el Ejecutivo no pudo desarrollar su programa y sus objetivos.
Todo un diseño que le abre un desafío a La Moneda y al oficialismo. Porque las cuentas y los balances del Gobierno pueden ir por otro lado, con el contraste de datos y antecedentes.