Los mandatarios compartieron con cientos de personas en el Festival de Solidaridad Cultural realizado en Bruselas en el marco de la Cumbre de la Celac y la Unión Europea.
Yaima Puig, “Granma”. Alina Perera, “Juventud Rebelde”. Bruselas. 18/7/2033. La verdad está en los pueblos, en quienes aman, conforman o representan a esos pueblos. Por eso conmovió escuchar aquí, en la tarde de este lunes, a las voces que se alzaron durante el Festival de Solidaridad Cultural entre los pueblos latinoamericanos, caribeños y europeos.
El Festival se ha desarrollado en el contexto de la Cumbre de los Pueblos, y contó ayer, en la Universidad Libre de Bruselas, con la presencia del Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y con otros dignatarios de Nuestra América.
Entre cantos y consignas que tenían el sabor de esa impronta que siempre ha tendido a la emancipación, se abrían paso, desde el escenario, alocuciones que dejaban fe de la sabiduría que asiste a hombres y a mujeres, quienes todavía andan despiertos cuando el mundo parece estar, en muchas de sus zonas, anestesiado y moribundo.
Ciertamente, durante la jornada de este lunes, en la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Celac-Unión Europea, fueron escuchadas voces muy valientes que hicieron un llamado de atención sobre los problemas que padece el mundo; pero el Festival de Solidaridad Cultural que tuvo como escenario a la Universidad fue un llamado estremecedor sobre el peligro que está corriendo la Humanidad por culpa de una filosofía del capital: la que solo se sostiene en la depredación de los recursos, la que pone la mirada hacia cualquier lado, menos hacia la crisis múltiple en que ha caído el orbe.
“Estamos aquí cantando, bailando y escuchando música; aquí están los pueblos, la gente que está luchando cada día por los intereses de los más y no de los menos”, dijo sobre el escenario el eurodiputado Manuel (Manu) Pineda Marín, quien habló de las causas de pueblos como el palestino; o el saharaui; o el peruano -donde fuerzas oscuras quitaron del poder a un maestro, porque no quieren a un maestro en el poder-; o el de Bolivia -que sufrió otro robo del poder y el asesinato de muchos de sus hijos-; o el de Venezuela, donde el imperio moderno ha probado con todo tipo de armas, en una guerra que es el cruel experimento jamás visto.
Cuba y su Revolución también recibieron la solidaridad del orador y las ovaciones incesantes de los presentes. El amigo describió a la Isla como un lugar donde se echa rodilla en tierra y no se da un paso atrás.
La voz de Cuba
“Nos honra compartir con ustedes esta importante Cumbre de los Pueblos”, dijo el Presidente Díaz-Canel en un momento de la emotiva jornada vivida en la tarde de este lunes, durante el Festival de Solidaridad Cultural entre los pueblos latinoamericanos, caribeños y europeos.
El dignatario llamó a sus interlocutores “hermanas y hermanos de América Latina, el Caribe y de Europa”; los llamó “compañeras y compañeros de lucha por la justicia social”.
Resultó ser ese el comienzo de un discurso enaltecedor, profundamente revolucionario y esperanzador, cuyas primeras palabras fueron: “Me dijeron que alguien llamó preguntando si yo había confirmado. Y nosotros le preguntamos a ustedes: ¿Cómo iba a estar en Bruselas y no iba a estar con ustedes?”. En ese punto de su alocución, el mandatario cubano expresó: “Cuando veo tantas personas comprometidas con las causas justas de este mundo, estoy pensando en Fidel”. Fue entonces cuando, desde la multitud, se escuchó una frase que los cubanos sentimos en lo profundo: “Yo soy Fidel”. La idea tomó fuerza en un grito de cientos de personas.
Sobre su presencia en el teatro universitario, el Jefe de Estado expresó: “Aquí estamos por principio, por convicciones. Porque este es un espacio verdaderamente plural, abierto y participativo. Este es un sitio de encuentro entre los representantes de la sociedad civil, latinoamericana, caribeña y europea; por tanto, esta es la mejor de las cumbres, porque aquí hablan los pueblos”.
Es en este espacio, afirmó, donde se promueve un modelo alternativo de desarrollo sostenible, basado en la cooperación y en la integración, un espacio donde decimos no a la exclusión, donde decimos no al consumismo que degrada y depreda.
“Es en esta Cumbre donde se reclama un mundo más justo y solidario para enfrentar la profunda crisis sistémica del capitalismo, indisolublemente asociada al injusto orden económico internacional imperante”.
En nombre del pueblo cubano, el mandatario agradeció “profundamente a la Cumbre de los Pueblos que haya dedicado hoy un taller a la cruel e ilegal política de cerco, acoso y persecución contra Cuba y que, como resultado de ese taller, se haya acordado convocar a un Tribunal Internacional contra el Bloqueo a Cuba, en noviembre próximo, aquí en Bruselas”.
Esta última idea desató una de las tantas ovaciones que se dieron en el recinto. Y a continuación se sucedieron otras reflexiones del Jefe de Estado caribeño, quien enunció, a propósito de ese cerco que castiga con saña a millones de cubanos, que “no es moral ni ético, ni humanamente aceptable el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos a Cuba; en primer lugar porque constituye una violación flagrante, masiva, y sistemática de los derechos humanos de todo un pueblo, del pueblo cubano”.
Y en otro momento de su intervención el dignatario dijo: “Manifestamos nuestra convicción de que nadie debe esperar que bajemos los brazos, que nos arrodillemos a pedir perdón por defender el derecho a la diferencia”.
A los amigos reunidos en el recinto universitario, les expresó Díaz-Canel, en nombre del pueblo cubano, gratitud “por las permanentes acciones de solidaridad que desarrollan las fuerzas políticas, los movimientos sociales y populares, pacifistas, sindicales, estudiantiles, campesinos, de mujeres, juveniles, religiosos y los cubanos patriotas residentes en el exterior”.
Y enfatizó: “Tenemos la convicción de que la solidaridad no se puede bloquear como se bloquean los alimentos, las medicinas y los equipos. La solidaridad solo reconoce necesidades y demandas humanas, y coloca a quienes la dan y la reciben en el escalón más alto de nuestra especie; la solidaridad seguirá siendo un arma indestructible de lucha y, al mismo tiempo, un mensaje permanente e inagotable de paz imposible de acallar”.
La claridad de los hermanos de lucha
Poniendo luz en la penumbra. Así lo hizo Gustavo Petro Urrego, Presidente de la República de Colombia, cuando subió a compartir algunas de sus ideas. En una verdadera clase magistral, habló de la crisis integral que sufre el planeta, de una era que se acaba sin que se sepa cuál es la era que vendrá.
Mencionó varias crisis que acontecen al unísono: la reciente pandemia, la guerra, la crisis económica que no cesa, la crisis climática, y de nuevo la pobreza y el hambre que crecen en buena parte del mundo. Son crisis, advirtió, que expresan el final de unos tiempos.
Se percibe, enunció Petro, un cambio brutal que podría llevarnos al final de la vida. La vida se nos está convirtiendo en el eje de la política, en el centro de una especie de confrontación. Y el capital llegó a un límite: la vida; y ese límite tiene que dirimirse en estos tiempos.
El mandatario habló de quiebra civilizatoria, donde el hijo o el nieto posiblemente vivan en peores condiciones que sus padres: “Son las desgracias de los tiempos del final”, comentó, para seguidamente asegurar que los tiempos del final son evitables, pero el acto de evitar implica una transformación profunda del sistema económico, político, social: “Es decir, estamos en tiempos revolucionarios, porque la revolución implica la coordinación de la diversidad humana total del planeta, implica un cambio de conciencia de las sociedades”.
Subió al escenario Luis Arce, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, quien expresó que hoy la historia nos manda a deponer toda actitud individualista y mezquina, o el sistema capitalista terminará destruyendo a la humanidad: “La unidad, aseguró, es el único camino que nos lleva a la victoria”.
Y como cierre de inteligencia y sensibilidad, luego compartió sus reflexiones la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, quien afirmó que el pueblo venezolano sigue de pie: “Escuchen bien nuestros pueblos. De eso se ha tratado la historia: de la expoliación, de la explotación de los recursos naturales”.
Y en lo referente a la III Cumbre Celac-Unión Europea, fue más que explícita: “Reivindicamos este espacio para hablarnos entre pares, nunca encorvados, siempre de pie, para decirle a Europa que todavía hay un camino para la redención, para el respeto, para la amistad”.
La tarde de este lunes en la Universidad Libre de Bruselas fue en verdad hermosa, porque no todo es gris, porque alegra saber que, en este mundo, especialmente en las zonas más desiguales, hay un pensamiento de luz que no tiene tiempo para el odio, sino todo lo contrario: ese pensamiento está mirando cómo una revolución dentro de la especie humana puede poner a salvo todo lo bello y vital que sostiene a la Madre Tierra.