Chile debe “defender el principio de la intangibilidad de las fronteras”

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De acuerdo con el Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Álvaro Ramis, eso debe aplicarse en casos como la guerra Rusia-Ucrania y también para que Chile fortalezca posiciones “frente a sucesos como los que ocurrieron estas semanas en el estrecho de Magallanes y en la proyección de la soberanía Antártica”. Frente a episodios recientes en política exterior, el académico relevó el concepto de “autonomía estratégica…con la finalidad de generar la mayor independencia en las decisiones nacionales para llevar a delante las metas nacionales”. En temas específicos indicó que es necesario reducir “todo tipo de convenios con Israel en materia de cooperación militar, comercial y tecnológica”, apuntó a que “Chile no debe apoyar el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN”, opinó que “la relación con los BRICS debe estar graduada y definida de acuerdo con el interés nacional” e instó a no caer en provocaciones “que lo único que hacen es dar aire a la ultraderecha que gobierna en Argentina”.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 21/6/2024. En una columna de esta semana, hablaste de una “política de autonomía estratégica” como necesaria en la política de Relaciones Exteriores de Chile (RREE).¿De qué se trata ese concepto?

La autonomía estratégica es definir el objetivo de la política exterior del país con la finalidad de generar la mayor independencia en las decisiones nacionales para llevar a delante las metas nacionales. Para eso se deben establecer los medios para lograrla, los cuales pueden ser variables según las coyunturas y actores internacionales. No basta con desear ser un país más autónomo, sino que se trata de lograrlo, especialmente en materias donde es más difícil: energía, sector financiero, política comercial, ciencia y tecnología, defensa, entre otras materias.

También hablaste de que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile requiere de “mayor claridad conceptual”, ¿a qué te refieres, ¿dónde está el déficit?

Creo que el Ministerio de Relaciones Exteriores debe explicitar más claramente cuáles son las metas nacionales de la política exterior. Se ha afirmado que es una política exterior promotora del multilateralismo, emprendedora, feminista y “turquesa”, entendiendo eso por protección del medioambiente terrestre y de los ecosistemas marinos. Pero estas definiciones apuntan a medios más que metas o finalidades. Es una forma de hacer las cosas. Pero los objetivos nacionales de la política exterior deberían apuntar a algo mayor. Para eso se debe lograr la mayor autonomía estratégica para que el país sea capaz de redecir su dependencia e incremente su soberanía. Este aspecto es fundamental y todas las otras señas de identidad de la política exterior deberían contribuir a ello.

¿Tú crees que en la reciente gira del Presidente Gabriel Boirc fijó posiciones soberanas de Chile, fue una gira útil para el país, considerando todos los ámbitos que abordó el jefe del Ejecutivo en su viaje?

Me parece que sí. Especialmente cuando el Presidente no tuvo reparos en manifestar ante las potencias del G7 la posición chilena en temas controversiales, especialmente en el caso del genocidio del pueblo palestino en Gaza. Ese punto no se escuchó de boca de ningún otro líder del sur global con la misma fuerza y convicción que la del Presidente Boric.

Causó polémica la participación del Presidente en la denominada Cumbre por la Paz en Ucrania y sus nuevos encuentros amistosos con el mandatario de Ucrania, Volodímir Zelenski. Incluso que compartiera una posición de apoyo al Gobierno de Ucrania junto a Javier Milei de Argentina y representantes de países miembros de la OTAN. De hecho los ucranianos, sus sectores de ultraderecha, valoran la postura del mandatario chileno. ¿No era mejor mantenerse al margen de esos espacios y mantener una postura incluso crítica hacia Rusia pero sin estar en esos espacios y sin seguir retratándose junto a Zelenski?

Creo que en este es un tema de legítimas posiciones diversas de los partidos en el seno de la coalición de Gobierno. En lo personal creo que para ser coherente en materia de política exterior es importante no tener fisuras respecto al respeto al derecho internacional y a los derechos humanos, y en ese marco la posición chilena no supone un apoyo a un régimen en particular sino un apego estricto al principio de intangibilidad de las fronteras y de protección a la población civil en casos de desplazamiento forzado. Estos puntos son coherentes con lo que Chile siempre debe defender por cuestión de principios y por nuestro propio interés, ya que somos un país de una escala poblacional reducida en la región, con amenazas crecientes desde la Argentina de Milei, que busca provocar constantemente. Defender el principio de la intangibilidad de las fronteras es fortalecernos frente a sucesos como los que ocurrieron estas semanas en el estrecho de Magallanes y en la proyección de la soberanía Antártica.

Una de las posturas que se esgrimen es que con la posición de apoyo a Ucrania se rompe una posición de no alineamiento, de no acercamiento a una de las partes, de mejor posición para contribuir al diálogo y la paz.

Lo que es de interés para Chile en este campo de disputa es generar la posibilidad de una negociación sin condiciones, previas de un alto el fuego. Chile no debe apoyar el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). No es ese el punto ya que iría contra de una política exterior que promueva el interés nacional. Pero el No Alineamiento activo no es sinónimo de neutralidad en materia de respeto a la legalidad internacional y la autodeterminación de los pueblos. Lo que definamos en ese escenario de guerra debe tributar a nuestro interés estratégico. Sobre esa base el Gobierno va a ser evaluado. Lo que no obsta a que los partidos expresen matices o posturas más específicas de acuerdo a su identidad.

Gabriel Boric volvió a condenar las políticas y acciones genocidas de Israel contra el pueblo palestino. Son varios los episodios que marcan una lejanía entre los gobiernos chileno e israelí. ¿Cómo ves el desarrollo de esa postura?

Me parece correcta como declaración de principios. Es importante el hacerse parte del juicio a (Benjamín) Netanyahu en La Haya. Ahora, sería necesario pasar de las palabras a la acción, reduciendo todo tipo de convenios con Israel en materia de cooperación militar, comercial y tecnológica, aspectos que están muy desarrollados en la actualidad. Se debe establecer una política de compras públicas que implique a todos los niveles del Estado que se excluya a Israel y sus empresas como proveedor. Se debería afianzar una forma de incentivo a la cooperación con Palestina en materias de cooperación humanitaria, educativa, cultural y de refugio migratorio. Estos son aspectos claves y concretos que harían carne nuestro papel en este momento del genocidio.

¿Cómo miras el acampe en la Universidad de Chile y las movilizaciones de universitarios chilenos en solidaridad con Palestina? ¿Qué opinión te merecen las acciones contra la Rectora de la Universidad de Chile y denuncias de actitudes hostiles de los estudiantes hacia académicos y funcionarios?

En todo el mundo se han levantado acampadas estudiantiles en rechazo al genocidio de Gaza. Chile no podía estar ajeno a ese ciclo.  Lo que esas acciones han buscado es crear una presión crítica ante sociedades resignadas y complacientes con esta masacre televisada. Me parece que es una acción que está bien intencionada y colabora a este objetivode alto valor ético. Por otra parte la Rectora Rosa Devés revela que otras formas de relacionamiento, menos altruistas, están en el ámbito universitario que parecen alejadas de ese objetivo. La Rectora muestra cómo se está degradando aceleradamente la convivencia interna de las universidades. La descripción que hace de la coacción entre estudiantes, la crisis del principio de autoridad y representación, el marcaje a docentes, los insultos al estamento funcionario y, en general, el maltrato brutal a las instituciones universitarias. Esto se debe corregir fortaleciendo a las instancias de representación estudiantil: centros de alumnos, federaciones de estudiantes y otros espacios que permitan el diálogo en las comunidades universitarias.

¿Está Chile en un punto tenso en la región, considerando los continuos choques con Venezuela, los roces con Argentina, un cierto congelamiento con Bolivia, distancias en temas internacionales con México y Brasil?

Chile está entrabando en un escenario de conflictividad creciente con la Argentina de Milei, ya que esa es una cortina de humo perfecta para sus políticas de desguace del Estado. Ante eso es necesario ser prudente, combinando mucha firmeza pero tampoco cayendo en provocaciones que lo único que hacen es dar aire a la ultraderecha que gobierna en Argentina. En relación a Bolivia, se debería apostar por una política de etapas. La primera debería ser el fortalecimiento de la integración subnacional por las regiones de Tarapacá, Iquique y Antofagasta, generando proyectos de integración de infraestructuras públicas, control migratorio conjunto y comercio hacia Paraguay y Brasil. En una segunda etapa volver a plantear el restablecimiento de las relaciones a nivel de embajadores. Con México y Brasil las relaciones actuales son fluidas y en un plano de alianzas muy provechosas. Creo que siempre existirán diferencias de posicionamiento por la escala de nuestras naciones. México y Brasil son lo que se denomina “Global Players” de la política internacional, con 127 y 215 millones de habitantes respectivamente. Chile debe ser más cuidadoso porque es un país que no llega a los 20 millones de habitantes, altamente dependiente del mercado financiero global y del mercado de divisas.

En todo este panorama, ¿cómo ves el relacionamiento del país con Estados Unidos? Se acusa cierta tendencia a alinearse a las políticas de la Casa Blanca.

El escenario clave es la guerra comercial entre Estados Unidos y China.Chile debería actuar sin cerrar la puerta a ninguno de estos dos socios y a la vez utilizar esa disputa a nuestro favor, para tratar de lograr los mayores beneficios de ambos contendientes en esa disputa. Es lo que ha estado aplicado en la Política Nacional del Litio, en el desarrollo del Hidrógeno Verde, en la promoción de las energías renovables y electromovilidad, o en muchas otras áreas de interés estratégico. En un contexto donde Chile es siempre la parte pequeña y débil ante esas dos grandes potencias siempre debe aprovechar las flaquezas y contradicciones de sus contrapartes.

¿Cómo debe pararse Chile frente al posicionamiento de Rusia y China, el reforzamiento de los BRICS?

La relación con los BRICS debe estar graduada y definida de acuerdo con el interés nacional. Se debería buscar toda la cooperación que nos beneficie y a la vez mantener toda la distancia necesaria para evitar los costos de una disputa global en la que debemos movernos con tacto. BRICS es en síntesis una proyección muy sofisticada de la política exterior de China, con aliados de alto tonelaje global. Vincularnos a China nos permite dejar de depender de Estados Unidos y la UE. Pero a la vez no debemos entregarnos en bandeja a China sin ponderar los efectos no deseados que eso genera en nuestra realidad. Recordemos el caso de la crisis de Huachipato, donde la fuerza de la producción China nos está desindustrializando en siderurgia. No se debe ser ingenuo en la relación con las grandes potencias porque más allá de las simpatías o antipatías que se tenga por otros países, lo primero es pensar en nuestra gente, su empleo y calidad de vida.