La aparición de “los bordes”, el protagonismo de “los expertos”, quitar del camino a las representaciones sociales e independientes, volver a realizar un plebiscito de entrada, son factores que está promoviendo la derecha orgánica junto a otros sectores políticos. Se suma el establecimiento de “principios” que deberían contemplar una nueva Carta Maga, que incluye mantener el Senado, la salud, el agua y las pensiones privatizadas, el carácter de las FFAA y las policías, renunciando a un Estado plurinacional y a derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, entre otras cosas. En ese camino se establece que el consenso está en “un centro político”, desechando a “los extremos”, y se reivindica para los sectores conservadores el 61% del Rechazo. Una táctica en camino.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 28/09/2022. Si en el proceso constituyente anterior, desde sectores transformadores se llamó a rodear la Convención, ahora desde el campo conservador parece que la consigna es cercar la nueva Constitución.
En ese camino estaría establecer “los bordes” de un nuevo texto -traducido como límites-, darle un rol protagónico a “los expertos”, evitar que haya una nueva Convención con representaciones sociales y de independientes (gente que no milita en un partido), dejar esta etapa en manos de cúpulas de partidos políticos y las bancadas parlamentarias (algunos plantean aplicar cuotas según la representación en el Parlamento) e incluso repetir el plebiscito de entrada para cambiar las reglas del juego establecidas en la consulta de 2021.
A eso se agregan “principios” promovidos por la derecha orgánica, los gremios empresariales y los sectores contra-transformadores, como que siga existiendo el Senado, la salud, el agua y la previsión privatizadas, evitar un Estado plurinacional y que los recursos naturales estratégicos estén en manos de consorcios extranjeros, impedir o limitar derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, y mantener, entre otras cosas, el carácter actual de las Fuerzas Armadas y las policías, así como del Poder Judicial.
Con esos mecanismos y esos principios, se implementaría un tácito cerco a la nueva Constitución, en el sentido de que no entre un contenido transformador, de alta intensidad progresista y moderna.
Además, parece una táctica destinada a darle un carácter determinado al actual proceso constituyente (lo principal parece ser dejar fuera al movimiento social y la sociedad civil y bajar la representación de pueblos indígenas e independientes), y definir los contornos del nuevo texto constitucional.
De acuerdo a multiplicidad de declaraciones/vocerías, en la mirada de la derecha, de los sectores ideológicos conservadores, de segmentos socialdemócratas y democristianos, del mundo empresarial y financiero, se trata de evitar que todo caiga de nuevo en “maximalismos”, “refundaciones” y “extremismos”.
El centro versus los extremos
En esta línea, una idea política clave es establecer una especie de consenso en lo que se denomina “el centro político”, y de paso dejar fuera a lo que se define como “los extremos”.
El ex timonel de la UDI (Unión Demócrata Independiente), Ernesto Silva, fue enfático al señalar que la oferta constitucional debe venir de “sectores de la centroderecha y de la centroizquierda moderados” y, en referencia específica al Partido Comunista, indicó que “es muy difícil sumarlos a todos”.
En un reportaje de La Tercera se citó a un dirigente de ese partido, quien habría sostenido que en este nuevo tránsito constituyente se debe ser más audaz “e ir trabajando material en conjunto con ellos”, en referencia a grupos como Amarillos, el posible nuevo Partido Demócrata (formado a partir de democristianos que votaron Rechazo) y segmentos de la ex Concertación. Una idea que defendió el ex presidente de la UDI, Pablo Longueira.
En ese “centro político” se replica de alguna manera el binominalismo político o al menos la tesis de establecer pilares de poder/acción política entre la derecha orgánica y, en lo concreto, con fuerzas que participaron en la Concertación.
En lo gráfico, es un acercamiento/acuerdo entre el conglomerado de derecha Chile Vamos, representaciones gremiales empresariales, grupos como Amarillos, segmentos de militantes de los partidos Demócrata Cristiano, Por la Democracia, Socialista, Radical y Liberal, personalidades como el ex presidente Ricardo Lagos, núcleos de centros de estudio y de académicos.
En “los extremos” se está colocando al Partido Comunista y la mayoría del Frente Amplio, junto a colectividades políticas de izquierda, y al Partido Republicano y otros grupos de extrema derecha.
Una dicotomía rechazada desde el PC, que está participando de todo el actual proceso constituyente, los diálogos y fijación de posiciones. Y que tampoco da cuenta del papel que está cumpliendo el Frente Amplio.
Pero hay una insistencia comunicacional desde la derecha, incluidos los medios de prensa afines, de ir instalando la existencia de una “extrema izquierda” que estaría en el PC y colectividades del Frente Amplio, sobre todo cuando esas fuerzas sostienen posiciones discrepantes con Chile Vamos o sectores como Amarillos.
“Los bordes”
Durante las últimas semanas se instaló con bastante fuerza la idea de que en la discusión en el proceso constituyente y, por cierto, en los contenidos de la nueva Constitución, se deben establecer bordes. Ya se ve que esto apunta a evitar un texto “maximalista” y “refundacional” y que sea “prudente” y “moderado”.
Además, se apunta que no haber contado con esos bordes, precisamente desbordó la discusión/conclusión de la pasada Convención Constitucional. Eso lo comparten representantes de la socialdemocracia y de los democristianos.
El presidente de la UDI, Javier Macaya, indicó que “por no rayarle la cancha a un órgano (la Convención), se terminó por refundar Chile”. Y añadió que “la idea es hacer algo diferente a lo que se hizo anteriormente”.
Hay dos planteamientos realizados desde la UDI, RN (Renovación Nacional) y Evópoli (Evolución Política), que explican con mucho esto de los bordes, el carácter del actual proceso y el devenir de una nueva Constitución. Los dos están plasmados en el documento que elaboraron para llevarlo a la mesa de negociación constituyente formada por los partidos con representación parlamentaria.
Uno es que el actual proceso constituyente “debe alejarse en su espíritu y resultado lo mayor posible del proceso anterior” y el otro, que “Chile necesita cambios con principios y seguridades”.
En ese camino, el conglomerado de derecha Chile Vamos, dio paso a los “mínimos comunes” de una nueva Carta Magna, que de alguna manera se inserta en la tesis de los bordes y que daría “seguridades” y “certezas”.
Es así que en el documento de la derecha se insta a “la unidad de la nación chilena; la existencia de tres poderes del Estado autónomos e independientes; la existencia de un Congreso bicameral compuesto por una Cámara de Diputados y Diputadas y un Senado; la protección del derecho a la vida; la promoción de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; la protección del medio ambiente; la protección de la propiedad; haciéndola extensiva a los fondos previsionales y al aprovechamiento de las aguas; la consagración expresa de Carabineros de Chile y las fuerzas de orden, en general, en un título autónomo; la protección del derecho a elegir en materia educacional, de salud y previsional; la protección de un Banco Central autónomo; entre otros, son temas fundamentales para dar seguridad a los chilenos”.
Se dijo, aunque no por parte de todos los representantes de la derecha, que todo eso se puede discutir, pero es un iniciar todo de cero en cuanto a lo que fue la reflexión/discusión/concreción del proceso constituyente ya finalizado.
Como sea, desde el mismo sector surgieron suspicacias y cuestionamientos. El senador de RN, Manuel José Ossandón, dijo que “los bordes suenan como a arreglín…”.
El constitucionalista Gastón Gómez, vinculado a sectores de derecha, apuntó que “en la medida que se pongan muchos bordes al proceso constituyente, el asunto terminará siendo solamente un proceso de reforma constitucional…”
Es más, sostuvo, en entrevista en La Tercera, que “si se aplican los bordes, lo que se hace es señalar que la Constitución actual se va a mantener en este y en este eje y se termina conspirando contra la idea de una nueva Constitución”.
Como sea, en estos días quedó claro que hay un debate respecto al alcance de los bordes, de lo que significan, lo que pueden incidir en el desarrollo del proceso y en el contenido de la nueva Carta Magna. En la táctica de la derecha orgánica, esto es un eje principal.
El manejo del 61%
Una de las razones que, en teoría, se esgrimen para estos nuevos mecanismos y principios que se podrían establecer respecto a un nuevo texto constitucional, es el 61.8% que obtuvo el Rechazo sobre la propuesta de nueva Constitución que elaboró la pasada Convención Constitucional.
Desde colectividades de derecha se apuntó que, supuestamente, “el 62% que rechazó el texto de la Convención permite dar por sentados ciertos mínimos comunes, que debiesen ser planteados como principios del proceso constitucional”. Eso es lo que plasmó en su documento el conglomerado Chile Vamos.
La ex presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, basó un argumento en el 61% que rechazó el texto constitucional propuesto y planteó que “acá se produjo un escenario en donde más del 60% de los chilenos dijo que quería mantener los pilares fundamentales que han llevado adelante el desarrollo de nuestro país, y eso hay que escucharlo y saber leerlo”.
Esa mirada existe extensivamente en la derecha política y económica, de que el 4 de septiembre no sólo se rechazó el contenido de la nueva Constitución, sino que se produjo una aprobación del actual sistema.
Se intensifica la mirada desde ese sector, de que la gente expuso estar de acuerdo/contenta con el actual estado de cosas y, además, no querer transformaciones profundas y “refundacionales”.
En esa lógica, desde los partidos de la derecha se apuntó que “una buena Constitución solo será posible si sus principios aseguran un mejor desarrollo del país y no una refundación de Chile, recogiendo lo mejor de nuestra tradición institucional”. Y se agregó: “El 62% que rechazó el texto de la Convención permite dar por sentado ciertos mínimos comunes, que debiesen ser planteados como principios del proceso constitucional”.
Los mecanismos y principios la derecha los está colocando sobre la mesa, seguramente habrá más, se podría pensar que habrá retroceso en algunos puntos, pero van definiendo el contenido y la táctica de los sectores conservadores en este nuevo proceso constituyente, al cual, por ejemplo, la derecha económica estará atenta.