Argentina, no te curés de vos misma: crónica amable sobre un país que algunos quieren “normalizar”

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Crónica enmarcada en las elecciones legislativas de Argentina de este domingo 26 de octubre y sobre las cuales el imperialismo norteamericano con su presidente Donald Trump a la cabeza, ejerce presión para que la ultraderecha gane en las urnas (con el fin de alejar a China), a cambio de entregar un salvavidas financiero al país trasandino, pero de plomo, que pone en riesgo no sólo su soberanía sino también su identidad.

Jorge Coulon. Músico. Santiago. 10/2025. El siguiente es el texto íntegro de la Crónica del músico, miembro fundador del grupo Inti Illimani e integrante del Comité Central Partido Comunista de Chile, Jorge Coulon:echa hacia su idiosincrasia e identidad:

Hay algo profundamente sospechoso –y un poco siniestro– cuando la derecha promete “transformar” un país. Lo dice con voz de ingeniero moral, con esa seguridad del que nunca se ha reído de sí mismo. En Argentina, esa promesa suena aún más inquietante: quieren cambiar nada menos que a los argentinos.

¿Transformarlos en qué? ¿En una potencia mundial? ¿En un país serio, anglóficamente eficiente, sin mate, sin ironía, sin ese talento natural para sobrevivir con humor a cualquier naufragio? No, por favor. Como chileno y latinoamericano, lo digo con el corazón: no queremos que los argentinos dejen de ser argentinos.

Porque los amamos así como son: con su asado, su conversación interminable, su fútbol apasionado, su ego desmesurado pero entrañable. Los queremos por su capacidad de ser felices con poco, por su curiosidad, por su inteligencia, por su sentido del humor y por ese arte de convertir cualquier sobremesa en una tesis sobre el universo.

No los queremos mercaderes ni financistas, ni obsesionados con el dólar o la eficiencia. Los queremos humanos, exagerados, discutidores, poéticos. No los queremos japoneses ni alemanes ni norteamericanos. Los queremos argentinos, con su aparente caos, su fanfarronería y su ternura escondida bajo la ironía.

Argentina no necesita ser potencia mundial: ya lo es, pero en otra escala. Es potencia de pensamiento, de arte, de música, de literatura, de fútbol. Es el país que convirtió la tristeza en tango y la contradicción en filosofía popular.

Por eso, queridos amigos del Plata, sacúdanse de los locos del mercado, de los adoradores del dinero y de los economistas que confunden felicidad con ganancia. Vuelvan –si es que alguna vez se fueron– a esa sabia locura humana y poética que los hizo ser el corazón cultural de nuestra América.