Es, a todas luces, sano que la opinión pública chilena conozca las preferencias presidenciales de los medios o, al menos, a quien descartan para llegar a La Moneda, porque eso esclarece lo que se publica, lo que se deja de publicar, así como la intencionalidad editorial. A menos que se piense que la prensa, sus dueños, directivos y directores son un pan de Dios sin posición ni intención.
“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 11/10/2025. Desde hace años, medios estadounidenses como The New York Times, The Washington Post, The Seattle Times, Boston Globe y decenas más en muchos estados, establecieron a qué candidata o candidato presidencial respaldar o darle la espalda. Cuando algunos de ellos dejaron de hacerlo, recibieron críticas de lectores, periodistas, editores y cancelaciones de suscripciones. En otros países, medios de prensa explicitaron también su apoyo o rechazo a candidaturas presidenciales en lo que se consideró una práctica adecuada ante los ojos de las y los lectores.
La idea central, aunque había otras consideraciones, era transparentar ante ciudadanas y ciudadanos cuál era la línea editorial del medio ante las opciones presidenciales, de tal manera que estuviera claro hacia dónde se apuntaba con contenidos y línea editorial, lo que no afectaba ni desmerecía textos informativos, noticiosos y analíticos.
Además, aquello rompía con la figura entre ingenua y falaz de que los medios son neutrales y no tienen una posición editorial. Sobre todo si se trata de quién conducirá los destinos de un país.
Es, a todas luces, sano que la opinión pública chilena conozca las preferencias presidenciales de los medios o, al menos, a quien descartan para llegar a La Moneda, porque eso esclarece lo que se publica, lo que se deja de publicar, así como la intencionalidad editorial. A menos que se piense que la prensa, sus dueños, directivos y directores son un pan de Dios sin posición ni intención.
A nadie le sorprenderá que El Siglo, como medio de prensa, respalda editorialmente a Jeannette Jara como candidata a la presidencia, por razones mayores, lo que no excluye diferencias o publicaciones que no sintonicen totalmente con sus posiciones, las de su comando o los diez u once partidos que la apoyan. Pero hay un respaldo editorial a los contenidos de su programa, a las más de 380 medidas presentadas para, sobre todo, el bienestar de la población.
Será un aporte a la transparencia, al debate de fondo, a la reflexión, al derecho a la información, que la ciudadanía conozca las posiciones de los medios respecto a las candidaturas presidenciales. Ello no tendría por qué alterar la labor informativa.
Nadie está obligado, por cierto, pero que no se diga ni engañe diciendo que es porque los medios “son objetivos”, neutrales, o ajenos a posiciones políticas y preferencias presidenciales. Baste leer y escuchar atentamente los editoriales y notas que están apareciendo en estas semanas.