Se construye a partir de la historia de Mariana Callejas, una escritora que fue agente de DINA, policía secreta precursora de la CNI en el Chile dictatorial. Ella, junto a su esposo Michael Townley, realizó misiones para la DINA usando identidades falsas y todo indica que estuvo relacionada con el asesinato de Orlando Letelier, en Washington.
Gabriela Aguilera Valdivia. Santiago. 8/2025. “Para mí lo más visible de esta historia es la justicia que no fue. Quizás por eso escribo este texto e intento ser clara, responder ciertas preguntas y formular otras tantas, para las cuales no podré tener respuestas. También me ha permitido imaginar aquello de lo que no hay registro y pesquisar en todos los rincones las huellas de lo vivido…”
La novela “Memoria de una escritura amarga”, de Verónica Silva, se construye a partir de la historia de Mariana Callejas, una escritora que fue agente de DINA, policía secreta precursora de la CNI en el Chile dictatorial. Ella, junto a su esposo Michael Townley, realizó misiones para la DINA usando identidades falsas y todo indica que estuvo relacionada con el asesinato de Orlando Letelier, en Washington.
En su primer libro, (novela/testimonio/autobiografía), publicado en 1981, Mariana Callejas contaba de modo sorprendentemente normal y usando un narrador en primera persona protagonista, algunos de los hechos en los que había participado.
El personaje controversial y controvertido de Mariana Callejas y su historia, ha servido de base a otros autores. Impactante es la crónica de Pedro Lemebel “Mariana de las flores negras”. Posteriormente aparecieron al menos tres obras en formatos diferentes: la serie televisiva “Mary y Mike”, la obra teatral “El Taller” y la novela “Memoria de una escritura amarga”, de Verónica Silva publicada por la editorial Espora.
Este libro puede calificarse como una novela neopolicial, es decir, trata dedelitos perpetrados por agentes del Estado, muestra el sistema corrupto y corruptor que sostuvo la entelequia del país ganador, aborda los espacios de la impunidad, la memoria, la lucha que no termina. Pero hay mucho más en él.
Hoy existe la confluencia entre géneros literarios y la disolución/traspaso de las fronteras entre la realidad y la ficción. A partir de los 80 surge lo que se ha llamado una literatura propiamente femenina, en la que mujeres escriben a otras mujeres, especialmente rescatando figuras de la Conquista y la Colonia. Estas novelas tienen una mirada intimista, subjetiva, se habla de los sentimientos y las emociones. La novela de Verónica Silva también podría inscribirse en esta categoría.
Por otro lado, la metaficción historiográfica es un concepto acuñado en los 90 por Linda Hutcheon. Define a la narrativa queincorpora recursos de la historia, la ficción, la teoría y la alusión a otros textos (intertexualidad). Son textos autorreflexivos que involucran hechos y personajes históricos pero no son novelas históricas propiamente tal. La novela de Verónica Silva es metaficción historiográfica pero también es más; el texto tiene un tono de crónica que unido a la investigación bibliográfica, deslinda con lo literario propiamente tal. Y ese es, precisamente,uno de los elementos importantes y llamativos.
El primer capítulo titulado La Asistente, trata del proceso de la escritura de la novela, los porqués de la escritora, de la narradora testigo, de la autora. Desencadena así, un tratamiento metaescritural del libro.La asistente existió en realidad: sí hubo una asistente de Mariana Callejas pero nunca se ha sabido de ella. Es la perspectiva de esa persona, devenida en personaje, la que elige Verónica Silva para contar esta historia. Elige la perspectiva del testigo, encarnada en un personaje que fue, efectivamente, un testigo. Es alguien que ve, que escucha, supone, opina y se inmiscuye en la narración para validar su propia perspectiva.
Desde el punto de vista literario y en términos de la construcción de la escritura, la autora trabaja la técnica de la puesta en abismo.Este concepto, levantado por André Gide, tiene como elemento central la reflectividad, la especularidad. Se dice algo que no es contado directamente sino que se hace narrando una historia dentro/a través de otra como un juego de espejos. Esa construcción reflectante es la que finalmente nos hablará de aquello no dicho.
En este caso, Ana (la asistente), cuenta parte de su propia historia desde el lugar de la testigo, narrando también la historia de Camila. Es un personaje narrador que está dentro de la historia que narra y que también la muestra. Se superponen los planos de ambas historias pero se va mucho más allá porque finalmente, la historia metaescritural que se impone es la de la propia autora, Verónica Silva.
Ana quería ser escritora y empezó a llevar un diario. A la distancia de los años, logra remirar lo que ocurría en aquella casa y las implicancias de esos hechos. Lo que cuenta es un recuerdo pero revisitado con un prisma distinto y solo le es posible escribirlo cuando siente que se ha distanciado emocional y cronológicamente de él.
La mirada de Ana es oblicua y la panorámica es incompleta. Hay espacios vedados para ella, miradas que no puede captar, las distintas capas de los textos literarios de Camila que debe transcribir. Se podría decir que Ana hace una biografía no autorizada de Camila, usando su lugar de testigo. Ana es ficción, por lo que sus dichos no podrían ser apuntados como falsedades intencionadas. Usa expresiones que intervienen en el hilo de la narración como “adelantándome un poco”, “más adelante contaré”, “cuando lo vi, lo supe”, “me lo contó”,que son usos de verosimilitud (no necesariamente de veracidad), y también le confieren al texto el tono de la crónica y del testimonio, al cargarla con la intención intimista.
Ana escribe a Camila intentando siempre aproximarse más y más. Inicia dejando constancia de su admiración por María Luisa Bombal, la denominada por algunos como “la escritora ausente”. Ana se mira en el espejo de María Luisa, desea ser su reflejo, connotando la admiración que siente hacia ella. Y de pronto, se encuentra, sin quererlo, mirándose también en el espejo de Camila. Ana es reflejo de Camila y de María Luisa, pero este último se va difuminando al avanzar la novela, y el espejo de Camila se hace fuerte, lo ocupa todo. Eso, hasta que Ana logra consolidarse como espejo y reflejo de sí misma.Finalmente, es la autora, no el personaje de la asistente, la que da cuenta de su propio proceso de escritura.
El juego de espejos y reflejos se ha cerrado en el momento en que Verónica Silva se desprende de la historia de Camila, escrita con la mano de su personaje Ana, y se constituye como la escritora creadora de tal juego especular.
FICHA TÉCNICA
Memoria de una escritura amarga, Verónica Silva, editorial Espora, Santiago, 2022, 108 pp.