Gabriela Mistral, la voz que trasciende generaciones

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A 80 años de recibir el Premio Nobel de Literatura.

Isabel Gómez. Escritora y docente. Santiago. 8/2025. Hablar de Gabriela Mistral, es hablar de lo más selecto de nuestra historia. Su figura  representa un referente de la literatura hispanoamericana del siglo XX y el primer reconocimiento de la Academia Sueca a las letras latinoamericanas al recibir el Premio Nobel en 1945.

Nace en Vicuña, ciudad situada en el Valle del Elqui, Región de Coquimbo, el 7 de abril de 1889. A temprana edad inicia su carrera docente como ayudante en la Escuela de La Compañía Baja. Posteriormente se traslada a Santiago y, tras aprobar los exámenes especiales en la Escuela Normal de Preceptoras, regulariza su magisterio. A partir de ese momento comienza a trabajar en diversas escuelas en las ciudades de Punta Arenas, Traiguén, Antofagasta y Temuco, ciudad en la que conoce a Pablo Neruda, con quien entabla una profunda amistad, reconociendo en él a un gran poeta, poseedor de muchísimo talento: Mistral es quien incentiva al vate a leer a los novelistas rusos.

Su crecimiento y progreso se fueron dando paralelos, tanto en el plano docente como en lo literario. Sus primeros escritos se difundieron en la prensa de La Serena, Ovalle y Vicuña. Mientras vivió en Coquimbo compuso “Los sonetos de la muerte”, poemario por el que obtuvo en septiembre de 1914 la distinción de los primeros Juegos Florales, cuyo tópico central es la muerte; la crítica del momento señala que la poeta había tenido varias premoniciones de la propia muerte, como fue el caso también en “poemas para mi muerte”, de Federico García Lorca.

Pablo Neruda dijo de “Los sonetos de la muerte”: “Hay que caminar siglos de poesía, remontarnos hasta el viejo Quevedo, desengañado y áspero, para ver, tocar y sentir un lenguaje poético de tales dimensiones y dureza”.

En junio de 1922, Gabriela Mistral viajó a México invitada por José Vasconcelos, ministro de Educación mexicano. Este viaje tenía el propósito de invitarla a colaborar en la reforma educacional y la creación de bibliotecas populares en ese país. Ese mismo año se publicaba en Estados Unidos su primer libro, “Desolación”. Daniel de la Vega (1892-1971) dijo sobre el peso literario de esa obra: “Su gran valor moral es el ‘Ala de su poesía’. Por ella trepa.

Su perdón de las ofensas enriquece su rima, su virtud presta desconocida cadencia al verso; su humildad prende emoción en la estrofa. La mitad de la obra de Gabriela Mistral es belleza literaria; la otra mitad es limpieza de corazón”. Sin duda, la publicación del libro “Desolación” le dio notoriedad internacional a Mistral, pasando a ser considerada como una de las promesas de la literatura latinoamericana.

En la década de 1930 dictó conferencias en Estados Unidos, América Central y Europa. Obtuvo títulos al mérito de las Universidades de Florencia y Guatemala, y fue miembro honorario de varias sociedades culturales en Chile, así como en los Estados Unidos, España y Cuba. Enseñó literatura española en la Universidad de Columbia, Middlebury College, Vassar College y en la Universidad de Puerto Rico.

Transcurrido el año 1938, Mistral publicó “Tala” en Buenos Aires bajo el sello de Editorial Sur, a cargo de la escritora argentina Victoria Ocampo (1890-1979). “Tala” es un libro que explora la naturaleza, ahondando en las profundidades del terruño y en el ser latinoamericano. Cabe mencionar que la publicación de este volumen y las ganancias de su venta fueron destinadas para ir en ayuda de los niños que se vieron aquejados por la Guerra Civil Española, hecho que ennoblece muchísimo más la figura de Mistral.

Elizabeth Horan, académica estadounidense, indagó concienzudamente en la vida y obra de Gabriela Mistral, mostrándonos pasajes desconocidos de su vida,inspirada en la academia, la literatura y el pensamiento crítico, demostrando una vez más la importancia que le otorgaba a la defensa de los derechos humanos, la justicia y la solidaridad de los pueblos de América.

La historia ha hecho oídos sordos del profundo compromiso de Gabriela Mistral con las causas sociales y políticas. Fue una férrea defensora de la revolución sandinista,encabezada por Augusto César Sandino, a quien la poeta Gabriela Mistral denominó “General de hombres libres”, destacando de esa forma la noble causa que él lideró para luchar contra la invasión norteamericana en Nicaragua. Es así como Gabriela Mistral salió en defensa del general Sandino, denominándolo “un héroe” ante los persistentes ataques propiciados por el presidente norteamericano, HerbetHoover, o el de “insignificante jefe desequilibrado”, como lo denominaría The New York Times; sin embargo, Mistral respondió con elocuencia a estas tergiversaciones y caricaturizaciones que la prensa norteamericana hacía de Sandino: “Él (Sandino) carga las dos o tres pistolas que le dan las fotografías malignas de los semanarios neoyorquinos, porque corre perseguido por los ajenos y los propios, y cada árbol y cada piedra de su región le son desleales. Y su defensa toma aspectos de locura porque vive un caso fabuloso como para voltear a cualquiera la masa de sangre”.

Este año se conmemoran ochenta años de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral y nos queda la sensación de que hay muchas Gabrielas por descubrir: aquella que luchó incansablemente en defensa de los derechos humanos, la justicia social y la defensa de las infancias. Nuestro gran desafío es situarla en los escenarios del Chile actual y desde allí proyectar su figura vanguardista como una mujer que supo leer la realidad y escribir desde las honduras del ser humano; desde allí observamos su gran obra que cruza lo cultural, lo social y lo político, como una trilogía que nos permite auscultar la existencia y darle un sentido a la escritura como un ejercicio que nos sirve para resignificar la existencia.