¿Es competitiva Jeannette Jara?

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Ha logrado algo que muchas candidaturas no consiguen: instalar una figura culturalmente reconocible. Cercana, sin artificios, con una forma de hablar que sintoniza con lo cotidiano. En redes sociales, en encuentros con comunidades, en espacios populares, su nombre empieza a circular con naturalidad. No como construcción de campaña, sino como alguien que podría estar en la casa, en la feria, en el sindicato. Esa familiaridad política, anclada en lo real, también es parte de su fuerza.

Joaquín González. Periodista. Santiago. 25/6/2025. En un momento político marcado por el avance de sectores conservadores, retardarios y la desafección ciudadana con la política institucional, la candidatura de Jeannette Jara aparece como una de las pocas con capacidad real de representar al mundo popular y progresista desde la convicción y la coherencia.

No se trata solo de que su nombre crezca en las encuestas o que haya logrado captar apoyos desde otras candidaturas del oficialismo. Lo que hace competitiva a Jeannette Jara es que encarna una trayectoria colectiva: fue dirigenta estudiantil, ha sido funcionaria pública y ministra. Su candidatura no responde a una construcción de emergencia ni a una apuesta mediática, sino a un proyecto político con historia y propuesta.

Jara también representa un nuevo liderazgo dentro del progresismo. No forma parte de las élites que han administrado el país, pero tampoco responde al fenómeno de candidaturas emergentes sin proyecto. Su liderazgo se ha forjado entre las luchas sociales, el trabajo en organizaciones de base y la experiencia en el Estado. En ese sentido, conecta con una generación que ha crecido en un Chile atravesado por demandas históricas de justicia, equidad y reconocimiento, que aún esperan respuestas de fondo.

Además, ha logrado algo que muchas candidaturas no consiguen: instalar una figura culturalmente reconocible. Cercana, sin artificios, con una forma de hablar que sintoniza con lo cotidiano. En redes sociales, en encuentros con comunidades, en espacios populares, su nombre empieza a circular con naturalidad. No como construcción de campaña, sino como alguien que podría estar en la casa, en la feria, en el sindicato. Esa familiaridad política, anclada en lo real, también es parte de su fuerza.

A diferencia de otros nombres que aún no logran articular una visión de país clara, Jeannette Jara ha instalado una forma distinta de hacer campaña: con presencia territorial, escucha activa y conexión con las demandas populares. En sus recorridos no improvisa ni repite slogans vacíos; conversa, toma nota, propone. No va a los territorios a imponer un guión, sino a recoger y organizar lo que la gente ya está diciendo.

Lo que hace competitiva su candidatura no es solo su experiencia en el Estado o sus logros legislativos, sino su vínculo real con los sectores que han sostenido históricamente las transformaciones en Chile. Desde los sindicatos hasta las organizaciones de pobladores y mujeres, muchos ven en Jara no una figura externa, sino parte de ese mismo tejido social que exige cambios estructurales.

Competitiva no solo porque puede pasar a segunda vuelta, sino porque encarna una alternativa con raíces. Porque representa una política de largo aliento, recoge lo esencial del allendismo, que no busca administrar lo que hay, sino cambiar lo que debe cambiar. Y en tiempos donde se habla tanto de gobernabilidad, ella recuerda que gobernar también es tener propósito.