EL EDITORIAL. No bajar las manos ni las energías en la lucha contra el negacionismo y el fascismo, y por la defensa de los DDHH

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Es cierto que para el pueblo hay acuciantes necesidades y demandas que tienen que ver con su diario vivir, su calidad de vida y sus derechos sociales. Pero se debe dar un espacio a persistir por la defensa y promoción de los derechos humanos, por evitar el negacionismo y el olvido, por salir al paso a posiciones fascistas, todo en contribución a la sanidad política e institucional y a la calidad de la democracia chilena.

“El Siglo”. El Editorial. Santiago. 18/4/2025. Las recientes y atroces afirmaciones de la candidata presidencial de la derecha y segmentos de la extrema derecha indican que no se pueden bajar las manos ni las energías en la lucha contra el negacionismo, el fascismo y en la defensa de los derechos humanos.

Evelyn Matthei se sumó, sin más, a discursos distorsionadores y terribles de personeros ultraconservadores y de corte neofascista como Jair Bolsonaro, Javier Milei, Donald Trump, Johannes Kaiser, José Antonio Kast, Santiago Abascal, Marine Le Pen, Viktor Orbán, entre otros, e hizo recordar deplorables e inhumanas aseveraciones de Pinochet, Merino, Contreras y otros uniformados procesados y acusados de diversidad de crímenes.

Sus palabras no se trataron de “errores forzados”, de traspiés de campaña, de problemas comunicacionales o de meter debates de campaña. Se trataron de negacionismo, apoyo a un golpe de Estado, relativización del terrorismo de Estado y ocultamiento de aparatos represivos con mandos, tropas y financiamiento.

Si en la campaña electoral presidencial en curso hay tanta ansiedad de repetitivamente preguntarle a la candidata de la izquierda sobre los derechos humanos en otros países, se esperaría una disposición más enfática, profesional y persistente en preguntarle a la candidata de la derecha, desde muchos ángulos disponibles, su posición respecto a las violaciones de derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado en su propio país. La candidata de derecha, al final de cuentas, puso sobre el tapete el tema de DDHH en Chile y es un buen eje para tratar en esta campaña presidencial.

Esto adquiere más énfasis cuando se está ante incertidumbres respecto al Plan Nacional de Búsqueda para saber del paradero de más de mil chilenas y chilenos detenidos desaparecidos -¡más de mil!-, cuando nada se sabe de la desaparición de la activista indígena Julia Chuñil, cuando hay mucho nubarrón en el juicio por el montaje de la Operación Huracán de Carabineros contra mapuches, cuando se repudia que el Ministerio Público se haya negado a seguir investigando más de mil 500 casos de violaciones a los derechos humanos durante la revuelta social de 2019, entre otros episodios.

Temas que, si realmente la prensa y analistas tienen sincera preocupación por violaciones a los derechos humanos, deberían preguntar una y otra vez a las candidatas y candidatos presidenciales y centrarse en ello más que en otros países, de lo cual se puede interrogar.

Es cierto que para el pueblo hay acuciantes necesidades y demandas que tienen que ver con su diario vivir, su calidad de vida y sus derechos sociales. Pero se debe dar un espacio a persistir por la defensa y promoción de los derechos humanos, por evitar el negacionismo y el olvido, por salir al paso a posiciones fascistas, todo en contribución a la sanidad política e institucional y a la calidad de la democracia chilena.

En eso no debe haber descanso, apatía, indiferencia, porque es una cuestión ética y humana, mucho más cuando se ve que personeros como la candidata de la derecha no tiene líneas de límite para reivindicar un golpe militar, negar y relativizar violaciones a los derechos humanos, disminuir o desconocer la existencia de aparatos represivos del Estado y en definitiva dejar abiertas esas puertas, sin dar la mínima muestra de perdón, arrepentimiento o declaración no compromiso con la no repetición.

Históricamente, el fascismo y la extrema derecha suelen avanzar sutilmente, hasta que saltan en arrebatos que se han convertido en los peores sucesos de la historia de países y de la Humanidad. Ante ello no hay que bajar manos ni energías.