Hay una fina observación de tiempos pasados, presentes y futuros, una mirada que se da siempre desde la utopía, del deseo de una sociedad mejor, del dolor de haber transitado por una situación que significó la pérdida de tantas vidas, de proyectos de vida que no pudieron ser, de cambios radicales en todo sentido, además de las rupturas familiares y el profundo trastocamiento de valores que, a menudo, nos hacen sentir ajenos al mundo en que vivimos.
Josefina Muñoz Valenzuela. 12/2024. Este libro reúne 22 cuentos ya publicados en otros momentos, pero ahora unificados temáticamente en un periodo que abarca desde recuerdos de las elecciones presidenciales de 1970 en Chile, lo que llamamos el periodo de la UP (Unidad Popular) y sucesos ocurridos desde 1973 en adelante, generados por el golpe de Estado civil militar que mantuvo a la dictadura diecisiete años en el poder. Su autor, el escritor Eduardo Contreras Villablanca (1964) y un niño en esos años, escribe con materiales nacidos de sus recuerdos, de las historias escuchadas y vividas y luego sus propias experiencias y miradas en tanto adulto.
Los cuentos incluyen el año de su creación y abarcan entre 1995 a 2023; algunos de ellos señalan dos o tres años, quizás por procesos de reescritura y desarrollos que implican cambios de tiempo y espacio, nuevas miradas, instancias de análisis o reinterpretaciones.
La precariedad de la vida y la preocupación por la necesaria conservación de la memoria histórica son centrales en la estructura que da cuerpo y fuerza a los relatos; el título está tomado de un verso del escritor chileno Aristóteles España, preso en Dawson cuando apenas tenía diecisiete años. Es muy probable que ya las primeras sociedades humanas se hicieran esta misma pregunta, al ver aparecer y desaparecer el sol y llegar la noche, en un mundo plagado de amenazas; al parecer, continuaremos repitiéndola en diversos momentos de nuestras vidas, como una especie de exorcismo y de aguijón para mantener la vida. En este libro hay un definido marco político que se levanta como antidictadura y recuperación de la democracia.
A través de sus páginas reviven recuerdos infantiles, sueños adolescentes, conversaciones escuchadas y compartidas y las propias versiones de las experiencias de exilio. Luego, el regreso a un país muy diferente al recordado y que, de alguna manera, hay que ir haciendo propio, estableciendo formas nuevas de relación y tratando de responder las interrogantes acerca del mundo deseado y este mundo cuyos cambios obligan a generar nuevas formas de relación.
Una nota final del autor por los 50 años del golpe de Estado civil militar que se cumplieron en 2023 cuenta de su pertenencia a una familia muy comprometida con el gobierno de Salvador Allende y con la izquierda chilena. Debieron partir al exilio en 1973 y regresaron diez años después. Un regreso que se hace imperioso por el compromiso con la democracia y la lucha por el fin de la dictadura.
El cuento “El día que vendrá” termina su primer párrafo así: “Y sonreiré. Debe ser el sol del desierto y su reverberación en la arena, no lo sé, pero veo muy claro ese día que llegará”. Y se desata la imaginación con cada minuto pormenorizado, desde subir a los camiones que los sacarán del campo de Concentración de Chacabuco, hasta llevarlos al avión de Aerolíneas Argentinas que los espera. Es altamente conmovedor, y mezcla la inocencia de la juventud, esa fe en que volverá a ver el sol y “(…) sabré que ese sabor dulce de la libertad vence por paliza a la amargura del miedo… Sí, ese gran día vendrá. Lo sé, y creo que será pronto”. Y esa convicción permite que sea posible seguir viviendo.
“El mate soñado” relata parte de una rutina nocturna que involucra al narrador, preso y talentoso ajedrecista, y al Capitán Gómez, ajedrecista también, pero de pocas habilidades; en algún momento, el carcelero le dice: “A ver si gana la democracia o el extremismo marxista”. El preso ha decidido que le ganará algunos juegos, pocos, y dejará que su contendor se adjudique los talentos que no tiene. Hasta que llega el mate soñado: “Y ahí lo veo, está clarísimo, tengo en mis manos el viejo mate de Phillidor, el mate soñado por todo ajedrecista, con sacrificio de dama y mate con el caballo. El corazón se me acelera, no puedo dejar de hacerlo, pienso en las consecuencias…, pero ya me he traicionado demasiado a mí mismo, esta no me la perdonaría”. El final es inolvidabley altamente conmovedor…
Cada relato refleja muchos de los sentimientos más profundamente humanos, en un contexto de grandes cambios y pérdidas; están presentes los encuentros y desencuentros y, lo más complejo, esos reencuentros con grandes amistades ahora cargados de desconfianza y sospecha. Es el caso de “¿Por qué estoy vivo?”, experiencia que hemos conocido varias generaciones, en que las sospechas nacen sobre quienes estuvieron en lugares de detención y sobrevivieron, mientras muchos de sus pares fueron asesinados. El supuesto central es que solo podrían haberse salvado porque se hicieron cómplices, delataron a sus amigos y dieron sus nombres, fueron cobardes, estaban infiltrados desde antes, etc.
Hay una fina observación de tiempos pasados, presentes y futuros, una mirada que se da siempre desde la utopía, del deseo de una sociedad mejor, del dolor de haber transitado por una situación que significó la pérdida de tantas vidas, de proyectos de vida que no pudieron ser, de cambios radicales en todo sentido, además de las rupturas familiares y el profundo trastocamiento de valores que, a menudo, nos hacen sentir ajenos al mundo en que vivimos.
El propio autor ha señalado en algunas entrevistas la importancia del rescate de la memoria, especialmente en contextos de dictadura como la vivida en nuestro país y en los países hermanos del continente. En ese espacio de memoria cabe todo aquello que luche contra el olvido: los testimonios, la literatura propiamente tal, las cartas, los relatos orales, los documentos oficiales, las fotografías, todo aquello que da cuenta de su existencia real de personas con nombre y apellido, que sufrieron la muerte, el dolor, el miedo, la pérdida de sus seres queridos, la angustia de no saber qué pasaba o qué iba a pasar, en un contexto que no respetó ni siquiera mínimamente los acuerdos de derechos humanos suscritos por Chile.
Sin duda, este volumenya es parte de nuestra memoria histórica, especialmente por su referencia directa a la historia de nuestro país antes de las elecciones de 1970 y los años posteriores, que afianzaron el modelo neoliberal impuesto por la dictadura y que continúa medio siglo después sin mayores cambios.
La lectura nos lleva a continuar pensando en la democracia, en una sociedad más justa, en el modelo neoliberal impuesto en dictadura y a tratar de entender hoy estos más de cincuenta años pasados que, sin duda, transformaron de manera muy profunda a nuestra sociedad y a nosotros mismos. Seguiremos haciéndonos preguntas y buscando formas más justas e inclusivas de vida para seres humanos que siguen anhelando ver el sol mañana, pero juntos, en un mundo que necesita el aporte de cada persona.