18/O. “Fue un momento muy positivo para Chile”: Dino Pancani

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El académico valora lo que fue la revuelta social de 2019 y argumenta que “cuando los sectores sociales se expresan, cuando el pueblo se alza, en el sentido de emparejar la cancha, en función de más justicia social, de mejorar las condiciones de vida de todas y todos, de tener una relación de mayor cordialidad en la sociedad, es algo altamente positivo”. Enfatiza que “lo que nos deja el estallido, es decir que se puede avanzar, que hay una voluntad mayoritaria por el cambio. Hoy hay una situación de reflujo, pero en cualquier minuto esa inmensa mayoría, como no se han mejorado sus condiciones, se va a expresar”. Sobre la caracterización de esa movilización como un suceso básicamente violento y vandálico, indica que eso “es utilizado como una cortina de humo para tapar las reivindicaciones sociales que se exigieron. También ocultar el virtuoso proceso participativo cultural” y advierte que “se ha producido los últimos años una disputa asimétrica en torno al estallido social”. El periodista y doctor en Estudios Americanos comenta el formato de discusión instalado en torno de los hechos de hace cinco años y señala que “lo que llamamos la elite, se habla entre ella, y a los algoritmos. Cambiaron a la ciudadanía, al pueblo, por los algoritmos” y advierte que “se está intentando olvidar lo que ocurrió desde el 18 de octubre hacia adelante”. En ese camino, varios académicos de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile presentarán un Podcast llamado “Devenires de una revuelta ciudadana”, y Pancani explica que “lo que se busca es relevar el movimiento social en sus dimensiones culturales, políticas y participativas” y dar “voz a testimonios, a fuentes informativas, que en los grandes medios no aparecen o no van a aparecer estos días”.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 10/2024. El periodista y doctor en Estudios Americanos, Dino Pancani Corvalán, no duda en hacer una buena valoración de lo que fue la revuelta ciudadana de 2019. “Fue un momento muy positivo para Chile. Porque cuando los sectores sociales se expresan, cuando el pueblo se alza, en el sentido de emparejar la cancha, en función de más justicia social, de mejorar las condiciones de vida de todas y todos, de tener una relación de mayor cordialidad en la sociedad, es algo altamente positivo” indica.

Y remarca: “El estallido social es parte de eso, porque no fueron sólo los sectores populares los que se alzaron, la clase media también, y todos se alzan para mejorar las condiciones de vida. Lo que nos deja el estallido, cuando uno lo mira, es decir que se puede avanzar, que hay una voluntad mayoritaria por el cambio”.

Frente al relato que se instala desde el mundo conservador y contratransformador de que ese episodio fue básicamente violento y vandálico, Pancani sostiene que eso “se utiliza como una cortina de humo para deslegitimar las reivindicaciones que durante el estallido y posterior al estallido, el movimiento social y la gente reclamaron”.

Agrega que “cuando quieren englobar todo eso en el marco de la violencia, quieren tapar todo ese movimiento, toda esa participación que existió, que está en reflujo pero que no significa que no existió o no existe, o que esté superado. Hubo cosas negativas, el pillaje fue negativo, el aprovechamiento del lumpen en el marco de la movilización social fue negativo, y en eso hay que mencionar la responsabilidad que tuvo Carabineros y, al mismo tiempo, la represión que ejerció hacia el movimiento social”.

A cinco años, ¿son las elites las que están definiendo qué pasó el 2019, las que están conversando en los medios y la academia, y vemos una ausencia de vocerías y posiciones del mundo social y ciudadano?

Partiría de una premisa. Lo que llamamos la elite, se habla entre ella, y a los algoritmos. Cambiaron a la ciudadanía, al pueblo, por los algoritmos. Dependiendo de cuántos “me gusta” hay o tienes, se mueve la aguja de sus discursos. Pero no sólo no se le está hablando a la ciudadanía o con la ciudadanía, sino que se está intentando olvidar lo que ocurrió desde el 18 de octubre hacia adelante, ni siquiera ése es el tema de conversación, salvo la utilización de un concepto del cual Chile en su conjunto debiese avergonzarse, incluyendo a la elite, y también a quienes participaron en todo ese movimiento. Voy a poner como ejemplo a la candidata a alcaldesa por Las Condes, cuando es sorprendida en un posible movimiento irregular para financiar la política, y ella dice que “el octubrismo está de vuelta”. ¿Qué significa que el “octubrismo” está de vuelta? ¿Que cuando a alguien se le sorprende en un acto irregular y alguien lo denuncia es ser “octubrista”? ¿Que cuando se exige una reivindicación social se es “octubrista”? Lo que pasa es que quizá el alma de lo ocurrido en octubre tiene que ver con lo que esta señora, de manera displicente, está señalando, es decir, la denuncia del abuso, la reivindicación de derechos. Creo que eso no ha cambiado en estos cinco años e incluye que no hay espacios para que converse y se exprese el mundo social, como lo hizo el 2019.

Conversar de lo que “en los grandes medios no aparece o no va a aparecer estos días”

Precisamente sobre recuerdos y lecturas de la revuelta de 2019 y de alguna manera hacer rescate de memoria y salir al paso de intentos de desvirtuar hechos, un grupo de académicos de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile presentarán un Podcast llamado “Devenires de una revuelta ciudadana”, que se presentará el 13, 14, 15 y 17 de octubre.

Dino Pancani explica: “El Podcast los realizamos unos académicos de la Universidad de Chile, que es el mismo equipo que hizo el Podcast el año pasado por los 50 años del golpe militar. Lo que se busca es relevar el movimiento social en sus dimensiones culturales, políticas y participativas. Nuestra idea es destacar la información que se difundió a través de las redes sociales y de las actividades que se realizaron en los espacios urbanos de las ciudades durante los días previos al 18 de octubre de 2019 y los días posteriores, aproximadamente hasta el inicio de la pandemia”.

Cuenta que “lo dividimos en cuatro capítulos, el primero tiene que ver con el origen social del estallido, con la movilización social, la reacción política y gremial, los cabildos, las consultas, las consultas municipales, la violencia, la represión. El segundo se llama ‘Cultura y estallido’ que tiene que ver con las expresiones gráficas, las creaciones artísticas, la música, entre otros componentes culturales que hubo en aquel período. El tercer capítulo tiene que ver con los medios de comunicación, el comportamiento de los medios, el enjuiciamiento a los medios de comunicación que hizo la ciudadanía, cómo las autoridades enmarcaron el trabajo de la televisión en ese período, la credibilidad de los medios. Por último, el capítulo de derechos humanos que es una suerte de análisis de las violaciones reiteradas y sistemáticas a los derechos humanos durante el estallido social y la falta de verdad, justicia y garantías de no repetición que, a cinco años, no está garantizado.

En el Podcast van a hablar de temas que casi nadie habla ahora o casi nadie recuerda a cinco años de la revuelta social, o al menos no se ve en el ámbito comunicacional convencional. Todo parece concentrado en la violencia, el caos, el vandalismo.

Comparto la apreciación que señalas. Precisamente en el marco de este Podcast damos voz a testimonios, a fuentes informativas, que en los grandes medios no aparecen o no van a aparecer estos días. Lo que se ha producido los últimos años es una disputa asimétrica en torno al estallido social o revuelta ciudadana donde las representaciones sociales no tienen acceso a los grandes medios. Hay un movimiento huérfano que ha sido reducido, como lo señalabas, a la violencia y al pillaje que, indudablemente, se produjo y lo cual es utilizado como una cortina de humo para tapar las reivindicaciones sociales que se exigieron. También ocultar el virtuoso proceso participativo cultural que se desarrolló durante el mes de octubre y meses siguientes. La derecha, con habilidad, logra encapsular en el primer proyecto de nueva Constitución, que fue rechazado, todas las reivindicaciones que se exigieron, logra enmarcar ahí la discusión de las pensiones, de la salud, de la educación, de los cambios al sistema judicial y, lamentablemente, las otras fuerzas políticas tienen pereza o falta de voluntad para volver a instalar con urgencia esas reivindicaciones con la radicalidad que se requiere. Imagínate que ni siquiera el tema de los derechos humanos ha sido un tema de defensa, más bien se ha hablado de prescindencia. Se ha permitido que este llamado “octubrismo” se utilice como un concepto que debiese avergonzar a quienes valoramos aquella movilización.

¿Si no es “octubrismo”, cómo conceptualizar o caracterizar el 18 de octubre?

A mi juicio, el 18 de octubre es un movimiento social que se produce por la acumulación de mucha rabia, de mucha frustración, de muchos abusos, y de la existencia de un Gobierno que vivía permanentemente provocando a los sectores pobres y víctimas de la desigualdad, que fueron los que se levantaron. No hay que olvidar que junto a los padecimientos de la gente, hubo declaraciones muy desafortunadas como la de instar a comprar flores porque estaban baratas, a levantarse temprano para ir a hacer vida social a las colas de los consultorios, y el alza del precio del pasaje del Metro. Yo diría que fue un movimiento eminentemente social y ciudadano.

Más calle y menos algoritmos

Al final de cuentas no mucho ha cambiado en estos cinco años o al menos no como en algún momento se pensó. Y cuando se menciona que persisten los abusos, persiste la desigualdad, persiste la corrupción, se suele decir que vendrá otro estallido social.

Convengamos que se decía “no lo veíamos venir”. El 18 de octubre sorprendió a todo el mundo. No sé si habrá otro estallido o volverá a estallar un movimiento social en la forma que ocurrió hace cinco años. Pero al menos habría que partir de una honestidad intelectual y decir que las instituciones no funcionan, y si funcionan, están funcionando mal. Funcionan a la medida del celular de (Luis) Hermosilla. Si uno toma conciencia de eso, puede retomar un proyecto transformador y avanzar hacia la movilización social. Pero estamos repitiendo lo que se hizo a principios de los 90, pensando que hay ciertas transformaciones que pueden hacerse sin la gente, sin el pueblo, sin la movilización social, estamos cometiendo el mismo error y obviando que esta pasividad social que existe puede romperse en cualquier minuto. El estallido social puede tener una doble lectura. Que no sirvió para nada porque, efectivamente, a cinco años de la revuelta no recuerdo ningún cambio sustantivo que haya ocurrido en el país, ni en pensiones, ni educación, ni salud, ni en el Poder Judicial, no se ve nada realmente sustancial. Los proyectos que parecían realmente transformadores van cediendo, se van cambiando paulatinamente, y vamos a terminar con maquillajes. Entonces, mucha gente se preguntará si sirvió o no sirvió para algo la revuelta. Y la posibilidad de que la ciudadanía vuelva a alzarse, que vuelva a producirse una gran movilización social, siempre es algo latente, siempre es posible. Si alguien no quiere hacer cambios porque no considera que exista la justicia social, debiera hacerlo por lo menos por temor a estallidos con distintas características que pueden producirse en cualquier minuto.

Hay un asunto de repliegue del movimiento social y la sociedad civil.

Hoy hay una situación de reflujo, pero en cualquier minuto esa inmensa mayoría, como no se han mejorado sus condiciones, se va a expresar. ¿Va a ser a través de un estallido?, no me atrevo a decirlo, pero de alguna manera se volverá a expresar. Uno puede estafar un rato, y estoy pensando en quienes concentran su discurso en la seguridad, pero esas estafas tienen un punto en el cual se caen. Lo importante para los sectores progresistas, para la izquierda, es cómo a partir de esta espuma no se cambian los discursos, mantienen un discurso que gana adherencia y se entiende que es un camino que debe asumirse “sin prisa pero sin pausa”. Eso es lo que te permite construir la posibilidad de un cambio social. A mi juicio es más calle y menos algoritmo, como espacio de vínculo entre la ciudadanía, el pueblo, y sus grupos dirigentes.

¿Cómo ves el relato de la violencia que se mete tan fuerte al hablar de la revuelta del 2019?

Te lo decía en una respuesta anterior, es una manera de someternos a una institucionalidad que no está funcionando, que tiene altos índices de corrupción, y es una invitación a no mirar la parte virtuosa que tuvo el estallido: la participación social, los espacios creativos, los movimientos culturales, la idea de poder imaginar un Chile distinto, una relación distinta no sólo a nivel institucional sino entre pares, entre las comunidades, el poder ver a los pueblos indígenas, al feminismo, etcétera. Está el tema de los derechos humanos, donde uno esperaría más convicción en el momento de acompañar a las víctimas. Entiendo y comparto que hay que estar muy preocupados de los derechos humanos en los países latinoamericanos y en el mundo, hay que denunciar cada vez que uno sienta que esos derechos humanos se están violando, pero hay que tener la misma o más fuerza para denunciar la violación a los derechos humanos en Chile hace poquitos años atrás.

“Resistencia a la creación y uso de otros medios de comunicación”

¿Crees que las fuerzas políticas socialdemócratas, progresistas, de izquierda están, en este 2024, al debe en la reivindicación de la revuelta social de 2019, le están haciendo el quite algunos, o la están valorando?

Están absolutamente al debe, no han tenido la claridad de mirar cuáles son los espacios virtuosos que tuvo el estallido, y responden más bien a la argumentación que da la derecha de manera majadera, y no son capaces de abrir otras aristas e instalar la discusión desde otro lugar. El estallido fue violencia, y a partir de eso estas fuerzas lo que hacen es decir “no somos violentos” y ahí se quedan. De haber denunciado violaciones a los derechos humanos, ahora les piden perdón a los responsables de las violaciones a los derechos humanos, en este caso Carabineros. ¿En parte es porque los medios están en contra? Sí, es verdad, los medios instalan determinados discursos, pero tampoco vemos esfuerzos para instalar desde otro lugar los discursos propios, ni siquiera las redes sociales que utilizan las fuerzas políticas que tú señalas, o medios alternativos. Es que esas fuerzas políticas que mencionadas tiene una resistencia a la creación y uso de otros medios de comunicación que puedan tener proyección. No hemos visto nada de eso. Hay una acomodo al discurso que la derecha instala, hay una respuesta permanente al discurso de la derecha, no se prioriza por el discurso propio. Lo más creativo que se ve es cómo esquivar cuando la derecha te acusa de violentista, sabiendo que esa majadería es arbitraria y que no se acabará porque yo siga respondiendo a ese argumento.