El economista resaltó que “el gran capital bloquea cualquier reforma pro-sindical” y enfatizó que “el tema de los salarios modestos en Chile está relacionado, en gran parte, con un poder de negociación muy reducido de los trabajadores”. Frente a la coyuntura laboral, indicó que al Gobierno “le ha costado mucho componer una alianza con los trabajadores y privilegia el diálogo con el gran empresariado”. En todo caso, precisó que el paro nacional de la CUT llamado para el 11 de abril “lo veo como un paro anti-sistémico, de No más Neoliberalismo, más que anti-gobierno”.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 29/3/2024. ¿Es para celebrar o no el crecimiento del 0.2% del PIB (Producto Interno Bruto)?
Yo diría que se puede ver este crecimiento de 0.2% del PIB en el 2023 desde al menos dos ángulos. Por un lado, evita clasificar el año anterior, el 2023, como un año de recesión. Hubo un crecimiento muy leve pero al final, positivo. Por otra parte, con esta cifra se puede decir que estuvimos -¿o estamos?- en una situación de estancamiento en cuanto a crecimiento económico. Ahora, este proceso de lento crecimiento viene ocurriendo por al menos una década, o más, en Chile y en América Latina y otras regiones del mundo. Después de la crisis de 2008-2009 la economía mundial no ha podido recuperarse en forma sostenida. Muestra un agotamiento de la globalización neoliberal y su dificultad para garantizar estabilidad y crecimiento. Eventos relevantes incluyen el Brexit, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, desigualdad persistente, calentamiento global. El drama es que no hay claras alternativas de un enfoque económico-social distinto. Además, estamos en un contexto geopolítico muy delicado con la guerra de Ucrania y el conflicto en Gaza. Por otra parte, en lo positivo, hay avances tecnológicos muy interesantes en el mundo como la Inteligencia Artificial, la robótica y las posibilidades de conversión a energías limpias.
¿Qué se debería esperar para el desempeño de la economía chilena este 2024?
Aparentemente, estaríamos creciendo entre 2.0-2.5 por ciento en el 2024, con una inflación declinante y ausencia de desequilibrios macroeconómicos serios, aunque el problema de la desigualdad económica será persistente y aprobar reformas estructurales progresistas no será fácil. Veo un año de continuidad.
Se dice que la inversión no crece. ¿Qué mirada tienes al respecto?
La inversión privada se ha afectado por un período complejo que incluye ya media década, 2019-2023, que incluye estallido social, pandemia, altas tasas de interés reales y apretón crediticio, y dos procesos constitucionales. Difícil esperar un repunte muy significativo de la inversión privada en el corto plazo aunque tampoco hay que ser demasiado pesimista. Por otro lado, el Estado debe impulsar la inversión en infraestructura física y digital y construir viviendas sociales en forma más acelerada. En aras de reducir la llamada “permisología” el Estado chileno no puede abandonar los criterios ambientales y la evaluación del impacto social de la inversión.
¿Qué te pareció la frase de la ministra Jeannette Jara a los empresarios de que “paguen mejor”? Insistió en que deben mejorar los sueldos. Pero los gremios empresariales reaccionaron mal, se molestaron.
El tema de los salarios modestos en Chile está relacionado, en gran parte, con un poder de negociación muy reducido de los trabajadores que se arrastra desde el régimen de (Augusto) Pinochet con su represión a los trabajadores y el Plan Laboral de 1979 que aún nos rige, en lo sustancial. Por otro lado, los empresarios grandes tienen un gran poder y dictan las reglas del juego. El Gobierno de (Gabriel) Boric ha logrado hacer ciertos avances positivos en el terreno laboral con las 40 horas, el salario mínimo, quizás pueda lograr la negociación ramal, pero no tiene un apoyo efectivo y visible desde el sector trabajador para avanzar mucho más. El gran capital bloquea cualquier reforma pro-sindical y no le gusta subir sueldos en forma consistente. Pero aún así, con imaginación y creatividad se pueden hacer ciertas cosas para revertir la actual situación de debilidad del trabajo. Me parece que estas realidades están detrás del paro nacional de la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) llamado para el 11 de abril que lo veo como un paro anti-sistémico, de “No más Neoliberalismo”, más que anti-gobierno necesariamente.
Vinculado a lo anterior, ¿qué datos manejas sobre los sueldos en Chile, los promedios de ingreso?
Están los datos de salarios del INE (Instituto Nacional de Estadísticas), de las AFP sobre pagos de remuneraciones que entregan niveles salariales un poco más altos que el INE ya que incluyen principalmente el sector formal. También hay interesantes análisis realizados por la Fundación Sol especializada en temas laborales que muestra una realidad de salarios modestos y extendida desigualdad, sesgo anti-mujer en las remuneraciones y precariedad. El Gobierno actual busca avanzar rompiendo ese círculo vicioso pero con poca fuerza. Le ha costado mucho componer una alianza con los trabajadores y me parece que privilegia el diálogo con el gran empresariado.
¿Qué está pasando con el alza del costo de la vida, sigue siendo un problema para la gente la subida de precios?
Con la baja de la inflación el poder de compra de las remuneraciones debería no seguir deteriorándose aunque hay que seguir con cuidado qué pasa con los precios de los alimentos. Chile es un país con transporte público caro, el precio del gas y los combustibles, relevantes para el invierno, son altos también. La UF es implacable con las deudas, los arriendos y hasta el costo de las escolaridades en las escuelas y colegios y las universidades. Es una realidad difícil.
¿Insistes en que deben haber ayudas sociales desde el Gobierno recurriendo a dineros del Estado y medidas administrativas, sin esperar necesariamente las reformas?
Han faltado políticas nítidas, directas, que mejoren la situación concreta de los trabajadores y la clase media en cuanto a buenos empleos y poder de compra de los asalariados. Se ha apostado al ajuste ortodoxo, a tener una macroeconomía ordenada y aprobar reformas que, lamentablemente, no cuentan con las mayorías necesarias en el Parlamento como vías que automáticamente mejoran la situación del pueblo. La realidad, sin embargo, es más compleja en un país tan desigual como Chile. Se necesita pensar en términos de nuevas categorías: democracia económica, reducción de la desigualdad, economía verde, sustentabilidad ecológica y promoción de los sectores productivos que generan empleo y tecnología. Sin embargo, la orientación económica actual es muy continuista y supeditada al marco conceptual que impulsa el gran empresariado y a un neoliberalismo gastado que es un verdadero zombi económico en Chile. El Gobierno debe pensar cómo dejar una herencia progresista para Chile en los dos años que le quedan. Aún puede dar un giro conceptual y programático hacia sembrar las bases de la democracia económica y la equidad social. Pero necesita más audacia e innovación transformadora.