La agresión ejercida sobre hijas e hijos, con la intención de ocasionar un daño psicológico a la madre. Las acciones y actitudes que suelen usarse. Los déficits en el ámbito institucional y judicial.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 8/3/2024. Es un tema del que se habla poco y del que poco se sabe.
Sin embargo, tiene que ver con una de las realidades negativas que viven mujeres en todo el mundo y que, además, está vinculada a las hijas e hijos.
Se trata de la violencia vicaria. La que se define como la ejercida sobre hijas e hijos, con la intención de ocasionar un daño psicológico a la mujer. Y que se concibe como otra forma de violencia de género.
Lucía Núñez, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), indicó que la violencia vicaria “significa violentar a través de una persona, en este caso hijas, hijos e hijes, para dañar a la madre, o sea, hay un medio a través del cual se perpetúa, no es directa”.
Hay estudios que apuntan a que el 90% de hijas e hijos de mujeres que sufrieron violencia de género de parte de sus esposos o parejas, fueron afectados por la violencia vicaria. Esto incluye la violencia psicológica ejercida hacia las madres.
Varios casos y estudios muestran una situación trágica. Que la materialización de violencia vicaria ha llegado al asesinato de una hija o hijo con la pretensión de lastimar, de “castigar” a la madre.
En un texto publicado en el Portal Web de la Biblioteca del Congreso Nacional, se explicó que “la violencia vicaria es un concepto acuñado y definido en 2012 por Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y perita judicial argentina, experta en victimología y violencia contra las mujeres, sus hijas e hijos; como aquella violencia contra la madre que se ejerce sobre las hijas e hijos con la intención de dañarla por interpósita persona. En este sentido, la violencia vicaria es una violencia secundaria a la víctima principal, que es la mujer, ya que el maltratador sabe que dañar a los hijos/hijas es asegurarse que el daño alcanza a la mujer del modo más cruel, sin posibilidad de control por parte de ella”.
Entidades de varios países y análisis de Naciones Unidas y otros organismos internacionales apuntan que la violencia vicaria se ejerce en espacios de encuentro del padre con hijas e hijos donde se busca desacreditar a la madre, generar una mala opinión sobre la familia materna, ejercer violencia de género en presencia de las y los menores de edad, establecer que la mujer no cumple su responsabilidad como mamá, proferir insultos y acusaciones contra la madre en presencia de los niños o niñas, implementar amenazas de quitar a las hijas o hijos y de conseguir que la madre no los vea, no cumplir tratamientos médicos de los menores de edad para generar un problema a la mamá, no cumplir con días y horarios de retiro o entrega de las hijas o hijos en función de lo acordado cuando hay una separación o divorcio, generar situaciones de temor e incertidumbre en los niños o niñas, maltratar, golpear, herir e incluso matar a la hija o el hijo con el objetivo de lastimar a la madre.
Hay reportes y análisis que hacen ver que la violencia vicaria puede ser ejercida por una mujer en contra de un padre.
En entrevista con LatFem, la psicóloga Sonia Vaccaro apuntó que “en la violencia vicaria estamos hoy como estábamos en los comienzos de la violencia de género” y agregó que “cuando la mujer plantea la separación, cuando se produce el divorcio y, especialmente, cuando la mujer forma una nueva pareja”, suele aparecer la violencia vicaria.
En un testimonio publicado en GlobalUnamTV, Mildret Sainz Torres, de 42 años, activista y madre de una mujer de 22 años y un joven de 17 que le fueron arrebatados a muy temprana edad por el padre de ambos, declaró que “somos madres que no sabemos de nuestros hijos y eso te pega mucho en lo emocional, es una tortura. El objetivo de quienes ejercen esta violencia es matarte en vida y, si no lo logran, hacen que para tus hijos e hijas estés muerta”. Contó que “empecé a sufrir violencia vicaria cuando mi bebé tenía pocos meses de nacida. Él buscaba que no se notara que me agredía directamente, pero siempre me decía que, si me iba, lo haría sola, sin mis hijos, porque no iba a permitir que crecieran sin su papá”.
La investigadora Lucía Núñez expresó que otra forma de violencia vicaria es cuando el hombre ejerce “violencia económica, no proporcionando los alimentos o materiales escolares. También, limitando la pensión, si la hay, a lo asignado por las juezas y jueces que, en la mayoría de los casos, es insuficiente. El maltratador piensa que está dañando a la madre, pero en realidad también termina violentando a las y los menores. Hay casos extremos donde los niños y niñas son lesionados o asesinados con el único fin de lastimar a la mujer”.
La abogada Patricia Leiva expresó que “el objetivo al ejercer violencia vicaria es el control y el dominio sobre la mujer, solo para demostrar posesión en una relación de poder que se sustenta en la desigualdad. Lamentablemente, estos niños sufren un daño irreparable y son víctimas de violencia infantil, porque la violencia vicaria no está visibilizada”.
La labor institucional, judicial
Una situación poco abordada a nivel internacional, menos en naciones latinoamericanas, africanas, asiáticas.
Pocos países muestran avances como el de España, de 2015, que en la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, estableció que “la violencia vicaria es una forma de violencia machista. Los hijos e hijas de las mujeres víctimas de violencia de género, así como las niñas y niños menores sujetos a su tutela, guarda y custodia, son víctimas directas de este tipo de violencia”.
La abogada Patricia Leiva manifestó que en el caso de Chile, frente a la violencia vicaria, “el error está en que la justicia ve las violencias de forma separada”, y estableció que en el país “cuando se juzgan causas relativas al cuidado personal o relación directa y regular de los hijos, no existe ninguna norma legal que impida al agresor condenado por violencia intrafamiliar en contra de la madre, a solicitar estos derechos, lo que deja de manifiesto la desprotección a la que son sometidos niños, niñas y adolescentes de nuestro país, a quienes no se les considera en ningún momento como víctimas de violencia”.
En un texto de la Fundación Antonia se indica que “en Chile la violencia vicaria no está reconocida de forma expresa”. Hay informaciones de que este asunto está en trámite legislativo y podría añadirse al articulado referente a violencia intrafamiliar. Por lo demás, la violencia vicaria no está tipificada como un delito.
Lorena Astudillo, abogada e integrante de la Red Chilena en Contra la Violencia hacia las Mujeres, dijo en el diario La Tercera que “se trabaja de forma aislada y se va tipificando a partir de otras clasificaciones, pero no desde violencia vicaria. Entonces si un niño tiene una agresión física o maltrato psicológico, se considera así; maltrato psicológico en el contexto de violencia intrafamiliar y no se consideran los efectos que tiene eso en la madre del menor. La legislación está a años luz de pensar que hay hechos que tienen como finalidad violentar a una mujer. Pueden decir que hay abuso sexual, violencia física, lesiones en contexto de violencia intrafamiliar, pero nunca que esto podría ser una instrumentalización para dañar a la mamá de ese niño”.
Se conoció en su momento un estudio de la Universidad de Concepción en base a consultas a 239 mujeres que habían sido víctimas de violencia de género y ahí se apuntó que 54 fueron víctimas de agresiones psicológicas, económicas, físicas y sexuales de parte del padre de hijas e hijos en común. También se indicó que sólo un 1,3% de los hijos de mujeres víctimas de violencia de género fueron reportados como víctimas de este fenómeno.
Empar Aguado, en The Conversation, sostuvo que “no son pocas las voces expertas que denuncian que en la práctica judicial se sigue desvinculando la violencia de género de ciertas acciones perpetradas contra los y las menores, con la excepción de aquellos casos en los que a causa de la crueldad y trascendencia de los mismos se hace más fácilmente constatable dicha vinculación”.
Y aseveró que “ante los obstáculos que las leyes y la justicia les imponen, los hombres que ejercen maltrato a través de estas prácticas persiguen continuar practicando violencia sobre su pareja o expareja a través del eslabón más vulnerable: los hijos y las hijas”.
Un tema dramático que, todo indica, tenderá a persistir y que reclama atención social e institucional y consideraciones en el ámbito judicial.