Era inevitable que funcionarios del Gobierno, representantes empresariales, parlamentarios en su formato habitual, personeros políticos, y la prensa privada “y uniformada”, aparecieran, con sus vocerías y temas, como actores en la coyuntura del estallido social. Sin embargo, lo que resaltó fue un protagonista colectivo, social, ciudadano, anónimo, que configuró el rostro de la revuelta popular. Fueron mujeres, jóvenes y estudiantes, trabajadores y pobladores, indígenas, profesionales y artistas, vecinos y adultos mayores, los que se tomaron las calles y amplificaron su voz. La creatividad, el humor, la audacia y valentía, la demanda, el argumento y la propuesta, emergieron con intensidad inusitada. Sin duda, hubo un potente protagonismo social y ciudadano.
“El Siglo”. 12/2019. Los secundarios sublevados
¿Quiénes iniciaron o gatillaron el estallido social? A partir del 14 de octubre fueron las estudiantes secundarias y los estudiantes secundarios.
Ellos asumieron una acción de sublevación ante una nueva alza en el pasaje del Metro, que afectaba directamente a las y los trabajadores. Les dijeron que para ellos no había alza, pero reivindicaron la defensa de sus padres y familias trabajadoras, que resintieron pagar uno de los servicios de transporte más caro a nivel mundial.
“Evade” se instaló como la palabra clave, la síntesis de la protesta. Saltar los torniquetes se convirtió en un acto de rebeldía. Crear olas de secundarios desplegándose por las estaciones del tren subterráneo fue la expresión de irrupción y de quiebre. Sentarse al borde de los andenes para impedir el paso del Metro, otra acción de sublevación ante medidas arbitrarias y que violentaban la vida cotidiana de los trabajadores.
Luego, las y los secundarios fueron parte de marchas, de “la primera línea”, de recitales, de cabildos, de tomas y de expresiones de rebeldía en los cierres del año escolar.
“Y la culpa no era mía”
Las mujeres jugaron un rol protagónico en las movilizaciones iniciadas en octubre. Las muchachas secundarias y universitarias, las feministas, las trabajadoras y pobladoras, las profesionales y artistas, enfermeras y doctoras, fueron parte de la evasión, el caceroleo, la atención de heridos, los cabildos y asambleas, las marchas, las acciones culturales, y estuvieron también en “la primera línea”.
La sonoridad femenina se instaló con fuerza y amplitud con la intervención “Un violador en tu camino”, creación del colectivo LasTesis, que motivó acciones en regiones del país y en espacios de América Latina, Europa y Asia.
“Un violador en tu camino” no solo oxigenó la movilización social, sino que marcó un hito en la defensa de los derechos de las mujeres en Chile y el mundo. Esa intervención selló la demanda feminista en el estallido social. Las miles de mujeres que participaron en el perfomance, fueron protagonistas de uno de los hitos más reconocibles de la acción ciudadana y popular del último trimestre de 2019.
Un momento de esta intervención fue el de LasTesis seniors. Diez mil mujeres de más de 40 años, entusiastas y alegres, coparon el frontis del Estadio Nacional. Como las jóvenes que intervinieron frente al Poder Judicial, en el Parlamento, frente a Comisarías, en plazas, parques y edificios públicos.
Durante las semanas de octubre, noviembre y diciembre fue elocuente la lucha y presencia de las mujeres, de todas las edades, en la diversidad que adoptó la batalla social y ciudadana, y en la reivindicación de demandas en salud, educación, pensiones, vivienda. Las mujeres estuvieron marchando, caceroleando, enfrentando a la represión, atendiendo heridos, participando en cabildos y asambleas y un contingente llegó al Congreso a reclamar el derecho de paridad en el proceso constituyente.
“Primera línea” y “los capuchas”
La revuelta popular trajo sorpresas en los métodos de lucha y en la creatividad sobre todo de los jóvenes, para encarar las jornadas de protesta que no se veían en Chile hace décadas. Las características de las batallas eran distintas a otras y quizá por eso surgieron otras fórmulas para asumirlas.
Primero, la acción de evasión en el Metro, reconocida como una sublevación, en que secundarios -en primer lugar y mayoritariamente- saltaron torniquetes para no pagar. Luego vinieron brigadas para salir a rayar, las convocatorias a marchas y actos, las huelgas en escuelas y universidades, los primeros foros espontáneos, el asumir la Plaza Italia como epicentro de la protesta. Desde un inicio fueron los jóvenes a quienes se vio en la vanguardia de la movilización.
Vilipendiados por el gobierno y partidos de derecha, los encapuchados se convirtieron en sostén del movimiento. Los ahora llamados “capuchas” fueron y son los que reciben los gases tóxicos, los balines, los perdigones, los chorros del lanza aguas. Son los que aguantan la represión policial para que quienes se manifiestan más atrás de la fila puedan hacerlo pacíficamente. Canciones y poemas surgieron en torno de los “capuchas”, que fueron reconocidos como protagonistas de la protesta.
Al principio muchos no la identificaron y más bien la veían como una acción espontánea de algunos. Poco a poco se fue reforzando. Hasta que se instaló “la primera línea” en las manifestaciones. Muchachas y muchachos que formaban una barrera parapetados detrás de escudos, con cascos y protectores, capuchas y pañoletas, apertrechados, dispuestos a contener a las fuerzas policiales y proteger a los manifestantes. Devuelven o inutilizan las bombas lacrimógenas, rescatan y atienden heridos, protegen a transeúntes, se enfrentan a la represión. Es una real y concreta “primera línea” que se distingue en las protestas.
En la Plaza de la Dignidad, donde se concentró semana tras semana el mayor número de manifestaciones, los “capuchas” y sus barreras de defensa actuaron con esmero y creatividad. Estuvieron ubicados a la altura del Metro Universidad Católica y en Vicuña Mackenna hacia el sur, en zonas cercanas al Puente Pio Nono, en áreas del Parque Forestal, mientras el grueso de los manifestantes se apostaba en torno al monumento del general Manuel Baquedano, hasta pasado el obelisco.
Junto con las y los jóvenes guerreros también se ubicaron los perros callejeros, esos que están siempre y que cada jornada de lucha contra el chorro del “guanaco” y disfrutan como el mejor de los juegos. Por eso el recuerdo del perro “matapaco” surgió como un símbolo de lucha de los excluidos.
La pelea de esta gran cantidad de jóvenes valientes -varios de ellos perdieron sus ojos- se comenzó a reivindicar. Surgió un comic que narra el estallido social con los personajes icónicos de las marchas, entre ellos “Pareman”, un personaje que surgió luego que se viralizara la foto de un joven encapuchado que utilizaba un disco Pare como escudo para detener los balines policiales.
Resistencia Salud
A los pocos días de intensificadas las jornadas de protesta, la represión de Carabineros llegó a tal punto, que en muchas concentraciones, marchas y manifestaciones se comenzó a producir una gran cantidad de heridos por golpizas, gases, chorros de agua, balines y bombas lacrimógenas. Las calles se comenzaron a teñir de sangre de jóvenes, mujeres y adultos.
Fue cuando médicos, enfermeras, paramédicos y estudiantes de medicina empezaron a agruparse espontáneamente para atender a las y los lesionados, y después se organizaron en brigadas de primeros auxilios que fueron fundamentales para la primera atención en los casos más graves -antes de enviarlos a centros de emergencia- y solucionar casos leves. A este personal médico le tocó atender a muchos de los heridos en los ojos. Les llegaban a sus manos personas cargadas o asistidas por muchachos de “la primera línea” o por ciudadanos que colaboraban voluntariamente.
En esta labor hubo un trabajo importante de la Cruz Roja y del Instituto Nacional de Derechos Humanos. Surgió el Movimiento Salud en Resistencia que asumió la atención y defensa de cientos de heridos (en el país hubo más de 3 mil lesionados en las movilizaciones) y un trabajo multidisciplinario, diverso, autoconvocado y autogestionado.
Mucha gente, y los mismos profesionales y técnicos de la salud, colaboraron con abastecimiento de insumos médicos y de atención de emergencia, traslado de heridos, labores de prevención y denuncia de los casos que conocían y constataban.
Cabildos y consulta
La cifra oficial a fines de octubre, indicaba que más de 20 mil personas habían participado en diversidad de cabildos efectuados a nivel nacional. Sin embargo, a lo largo de noviembre y parte de diciembre se siguieron desarrollando, autoconvocados, y también asambleas y encuentros. Miles de chilenas y chilenas intercambiando opiniones, planteando demandas, hablando de propuestas, expresando sentimientos, en jornadas organizadas por vecinos, mujeres, jóvenes, profesionales, el mundo de la cultura.
Desde octubre cambió el rostro de plazas, parques, espacios públicos, sedes de Juntas de Vecinos y de clubes deportivos y de adultos mayores. Se llenaron de voces, música, arte, con cientos de miles de personas, en casi todas las regiones del país, saliendo a expresarse y participar.
Es probable que las autoridades de gobierno y que muchos legisladores no prestaron atención a esas opiniones, pero organizaciones sindicales, políticas, grupos de parlamentarios, medios de prensa alternativos, centros de estudio, recogieron lo que el pueblo dijo y se llevó a instancias donde se toman decisiones y se diseñan programas y acciones.
Un hito dentro de los procesos de participación de este año, fue la Consulta Ciudadana Municipal, donde votaron más de 2 millones de chilenos, realizada en 225 comunas y que dio como resultado que la inmensa mayoría quiere una nueva Constitución y que la instancia constituyente sea cien por ciento elegida.
Los medios alternativos
Durante el estallido social, en unas diez semanas de protestas y agitación, los medios de prensa alternativos, antisistémicos, de izquierda, progresistas, comunales y sociales, en sus diferentes formatos -impresos, portales Web, radio, videos y TV, RRSS- fueron parte de una trinchera informativa, testimonial y analítica que sirvió para conocer más y mejor lo que acontecía y tener con contrapunto a lo que publicaba y transmitía la prensa privada, empresarial y conservadora.
Los medios no hegemónicos cumplieron un rol en condiciones difíciles, contando con apoyo de periodistas y personas de otras actividades. Esto no ocurrió solo en Santiago, sino en varias regiones en que prensa social, comunal, sindical, feminista, indígena y regional fue vital en la difusión de las diversas manifestaciones.
El uso de redes sociales, con todas sus herramientas, contribuyó a la información alternativa y también a la convocatoria y organización. Hubo producción de videos y transmisiones, actualización de portales Web y distribución de impresos.
Hubo experiencias de asociación como la establecida entre Revista DeFrente, Telesur, El Ciudadano y El Siglo, lo que incluyó entrevistas conjuntas a activistas sociales, víctimas de la represión y abogados de derechos humanos, y transmisiones conjuntas.
“Unidad Social”
Sus dirigentes siempre aclararon no atribuirse la representación de las millones de personas activas en los últimos meses del 2019. Estuvieron en las manifestaciones, en las asambleas, en las batallas callejeras, convocaron a los primeros cabildos y exigieron con fuerza que se les considerara interlocutores válidos en las conversaciones para ir alcanzando respuestas a las demandas populares y de los trabajadores.
“Unidad Social” logró aglutinar a casi 200 organizaciones sindicales, sociales, feministas, indígenas, campesinas, profesionales, estudiantiles, de derechos humanos, poblacionales, de pensionados. El más grande espacio de representación social y civil del país. Su convocatoria, organización y coordinación se ramificó por todo Chile y sobre todo a nivel de bases sociales y sindicales.
“Unidad Social” fue el conglomerado que convocó a paros nacionales y huelgas generales que movilizaron a cientos de miles de asalariados y ciudadanos. Levantó las demandas laborales como salario mínimo real de 500 mil pesos y pensiones muy por arriba de la línea de la pobreza, y puso sobre la mesa una agenda a discutir con el gobierno para encarar reales cambios en el país que apuntaran, incluso, a modificaciones estructurales.