En entrevista con la periodista Pía Figueroa del medio internacional Pressenza Irina Karamanos habló del fin del concepto de Primera Dama y compartió reflexiones sobre el encuentro internacional feminista que se realizará en Madrid a fines de febrero.
Pía Figueroa. Pressenza. 09/02/2022. Conversamos con Irina Karamanos acerca del propósito que la condujo a desestructurar el anclaje institucional del rol de Primera Dama. También nos anticipamos a las reflexiones que tendrán lugar en el Encuentro Internacional Feminista, a realizarse en Madrid a fines de febrero.
Pressenza: Es un gusto estar aquí…
Irina Karamanos: Para mí también, muchas gracias
Pressenza: gracias a tí y sobretodo conversar con Irina Karamanos que ya no es Primera Dama. ¿Cómo fue eso?
Irina Karamanos: Bueno, fue un inicio bien parecido al final. Porque en realidad fue un plan que merecía una reflexión bien profunda desde el principio para ver si es que asumía o no este rol.
De lo que sabíamos al principio era que había un imaginario cultural creado en torno al rol que no tenía tanta visibilización y muchas veces algunos cambios recién se pueden generar con visibilización de un tema, de una problemática, y de verdad nos propusimos indagar en ese imaginario, pero primero indagar en la institucionalidad en la que estaba anclado ese rol.
No me hubiera metido si hubiera sido solo un tema cultural. Este rol tenía su anclaje dentro de la institución, lo que desde una perspectiva de valores democráticos y de querer mejorar el Estado, nos presentaba una oportunidad como militante, en mi caso, de ponerme al servicio, también como feminista, de estar en un espacio quizás, no diría no autorizado, pero poco probable ¿cierto?. Un poco improbable para ingresar desde el pensamiento feminista.
Sin embargo, despojándose un poco de la identidad, del “yo soy feminista”, también tiene que ver con las acciones, y el prisma desde el cual se hacen las cosas.
Entonces, estaba este imaginario cultural en torno al rol pero también estaba el anclaje institucional. Y mediante esa visibilización, y que se fue también generando un debate público, es que se pudieron abrir caminos para hacer un cambio, cambios, con responsabilidad, es decir, también paulatinamente, y ese era un poco el plan.
Y luego, claro, fuimos indagando, haciendo arqueología de cuáles eran esas partes institucionalizadas en el tiempo, de este rol, para poder también colectivizar un poco cuál era la problemática y la verdad es que no tuvo ni siquiera que partir de mí y de nosotras, sino que también era una temática bastante evidente para las personas que ya estaban trabajando dentro de esta institucionalidad, como las fundaciones, etcétera, que en realidad había una identificación mayor con la profesión y con la misión misma de sus respectivos temas que no completaban el imaginario de la Primera Dama que en realidad está más relacionado a la pareja del Presidente. Públicamente lo que está más identificado para este rol, esta figura, es eso.
Hay una tendencia también que puede cambiar, se pueden presentar alternativas a la tendencia. Por ejemplo, hay una tendencia respecto a cómo se debe comportar un personaje político, ante los medios, ante la prensa, cómo se tiene que sentar, cuánto tiene que hablar, porque en mi caso este plan era un plan que iba a tener un tiempo acotado. No sabíamos si iba a ser un año o un poco más, pero fue menos que un año. Encontrando la fórmula, fue menos. Encontrando formas y caminos, dimos con una fórmula.
Pero como era un plan acotado y una misión y una puesta al servicio militante, para mí esto también fue un trabajo militante para mejorar la institucionalidad política, al final un instrumento de la ciudadanía y de las personas, es que yo no pretendía una carrera política y por ende no buscaba una visibilización mediática, un protagonismo mediático y eso salía de esta tendencia que se deja de repetir. Y cuando algo se deja de repetir, se van llenado esos vacíos con interpretaciones o también con otras lecturas y noticias falsas. Presentar una alternativa fue un proceso interesante y obviamente también difícil. O sea, una alternativa a cómo uno se relaciona con los medios, una alternativa a cómo se trabaja en un lugar de alta exposición, pero trabajando a bajo volumen y sin buscar protagonismo. Muy en la parte de la infraestructura de esta institucionalidad.
La responsabilidad tuvo que ver con no haber llegado y haber cambiado todo sin haberle consultado a nadie, entonces ese trabajo fue muy intenso y fue muy profundo, no necesitando ser visible. Porque no era la intención promocionar ni a la figura, ni tampoco necesariamente exponer a los trabajadores y las trabajadoras que estaban ligados, sino hacer un proceso con ellos.
Esto de la tendencia, tanto de cómo se comportan los medios y cómo un político se comporta ante los medios, tiene que ver con que son modelos que se van repitiendo, hasta que algo los cambia.
Esta propuesta en sí misma tenía una aspiración de cambiar el modelo en donde esta figura, este rol de Primera Dama, se fusionaba con el sujeto que entraba a ese rol. Un sujeto tiene la potencia de cambiar el curso de cosas que se están reiterando de manera inerte, por eso la necesidad del ingreso de un sujeto y su agencia a dicho proceso institucional. Uno investe a la pareja del Presidente o a la Directora Sociocultural en otros casos, de una ropa que desde fuera se ve como si fueran una misma cosa. Como que el sujeto se fusiona con el rol, dejando un poco atrapado en ese modelo al mismo sujeto.
Y el sujeto – como dice Butler y varias más – tiene una potencia, un potencial, de interrumpir justamente la repetición, justamente la mantención de los modelos.
Entonces cuando yo me plantié este rol, de habitar el cargo de Primera Dama, yo sí tenía el deseo de verme como sujeto dentro de eso, no necesariamente fusionarme, por un ejercicio también político, pero por otra parte intelectual y porque de esa manera me permitía también revisarlo desde dentro.
La tendencia tal vez es a igualar y comparar formas de hacer política o de ser personajes políticos con ejemplos previos, como si hubiera un modelo o manual a repetir, pero dicha tendencia frena o nos priva de siquiera ver nuevos modelos de cómo hacer y ser en política. Desde un punto de vista de responsabilidad política, democrática, de probidad y porque en realidad al actualizar, o al pretender actualizar los espacios de la institucionalidad política, me parece a mí que uno busca reinterpretar los valores democráticos, pero también los valores de las nuevas generaciones y de los nuevos tiempos contemporáneos. Y para eso, uno tiene también que tomar un poco de distancia y no solamente entrar, usar el potencial que tiene el sujeto para buscar aquello, también en el sentido de que es un espacio, ese de la Primera Dama, ese lugar institucional, que no contaba con todas las credenciales democráticas, a diferencia de otros espacios que faltan para que la institucionalidad política sea más democrática. Hay grupos de la población que no tienen un espacio en la política, sin embargo la pareja del Presidente sí.
Esos cuestionamientos son parte de la reflexión que se puede hacer con esto y también el mismo proceso lleva a cuestionarse cómo es que los sujetos dentro de la política van haciendo estos pequeños cambios.
Me parece muy importante – lo he escuchado de niñas y jóvenes – a quienes estos planteamientos las interpelaron, porque la subjetividad de ellas fue interpelada ya que no se reconocían tanto en la política, porque no necesariamente veían ahí estos giros hacia lo nuevo. Qué es y cómo generamos horizontes nuevos. Cómo actualizamos la institucionalidad política. Cómo actualizamos el rol de los políticos y las políticas.
Hay una tendencia a mostrarse en un ritmo determinado, de una manera determinada, acotada, muy inmediata, pero también hay una expectativa que me parecía importante y responsable de interrumpir, que tenía que ver con que – se quiera o no – este enaltecimiento de la pareja presidencial sirve o puede verse como una suerte de modelo de pareja.
Y en ese sentido, me parecía que cuestionar un poco eso o hablar de eso, a veces no todo es crítica, sino que es pensamiento crítico, cuando hay pensamiento crítico uno pone las cosas sobre la mesa.
Tenemos muchos ejemplos de otras mujeres políticas fuertes que son descritas como si fueran hombres. El troleo por las redes sociales tiene que ver con que en realidad deben ser hombres. Y para poder atacarlas hay que transformarlas en hombres. También hay una fijación respecto de cómo se distribuye la composición de los roles según el género en política. El hombre es como si tuviera todas las características masculinas para tener su liderazgo. En el caso de las Primeras Damas, la expectativa es que se vea compensada por esta parte dulce, caritativa, media virginal ya que no es necesariamente atractiva, como moderada, tiene algo de … ¿cómo me decían al principio? Bueno, yo pensé mucho si iba a asumir o no este rol, entonces me decían todo tipo de cosas, especialmente que la mejor forma de ser Primera Dama era siendo discreta, en todo sentido. Y a mí me parece que todas esas discusiones han sido fascinantes.
Pressenza: ¿Cómo te explicas este gesto más allá del rol mismo, que es asumir y habitar un cargo para dejarlo y para desarmarlo, para vaciarlo?
Irina Karamanos: Pienso que probablemente no es tan común dejar el poder al terminar la misión, porque otros cargos – que no hay ninguno igual – no hay otro que se le dote una oficina en el Palacio de La Moneda por ser la pareja, en este caso del Presidente, y además tenga una construcción institucional que es como un trabajo, no es remunerado, pero sí ad-honorem y caritativo en todo lo respecta a lo que esa mujer tiene que hacer.
Probablemente no es muy común estar en el poder, o tener el poder y luego dejarlo al terminar un plan. En vez de decir “pero si desde aquí se pueden hacer tantas cosas”. Lo que me han dicho millón de veces. “Podrías haber creado un proyecto, podrías haber dejado un sello, ¿Cuál es tu sello?”. Y yo decía: es que no es personal, entonces no quiero dejar un sello mío. De hecho tampoco quiero reforzar el que esta figura deje “sellos”. Sin ser desconsidera sin embargo con la historia, porque por supuesto que hay momentos en donde varias figuras que han habitado este rol han construido proyectos a propósito de urgencias, que en su momento no necesariamente se podían suplir por las carteras.
Hoy en día todos los ámbitos que a mí se me pedía abordar, trabajar, liderar, eran solamente ámbitos ya ligados a carteras y a temáticas ya disponibles. En ese sentido, me parece que es solo una actualización en donde lo deseable sería, y eso es lo que propusimos, que en la Presidencia no esté anclada la institucionalización de la pareja del Presidente.
Eso es lo que desaparece. Pero lo que continúa es cuál es el nuevo escenario para un sujeto que entra en esta condición. Es decir, la próxima Presidenta o Presidente, puede tener una persona a su lado, a nivel afectivo, muy cercana y que probablemente cuente también con cierta exposición pública dependiendo también de cómo lo regule esa persona. Pero eso ya va a formar parte – yo creo – de cómo es que el imaginario cultural, respecto de esa persona, va a ir cambiando.
Yo creo que va a ir cambiando. En mi caso, entré en este rol como si entrara a un círculo, luego hicimos arqueología de todas las paredes del círculo y luego fuimos desmontando ese círculo para decir: un sujeto en política puede también indicar, poner atención, llamar la atención, visibilizar y luego modificar si es que se considera necesario, según criterios democráticos y feministas, el que esto mejora el instrumento.
Eso, ese ejercicio militante, es un capítulo, una misión feminista, y luego lo que no dejo yo de ser es ni sujeto ni militante. Entonces ahora vendrá otra etapa, y así también yo espero que sea para la siguiente persona. Que su sujeto pueda también desplegar los cambios que se vayan identificando pero ya a nivel cultural. Es decir, puede ser a nivel discursivo, etcétera, pero no el anclaje en la institución.
Pressenza: ¿Y tu militancia, y tu proyecto, hacia dónde empieza a apuntar ahora que estás “libre de manos”?
Irina Karamanos: Creo que este proceso también tiene que ver con cuánto se permite y cuánto es deseable el tener una suerte de autenticidad, ¿no es cierto? Dentro de esa pregunta está también involucrada esa autenticidad.
Yo continúo siendo militante, continúo buscando un nuevo lugar desde donde seguir aportando al proceso de transformaciones sociales y culturales. Eso tiene que ver con seguir buscando lo nuevo, cuestionarnos los valores actuales, repensarlos, relacionarme también con las nuevas generaciones que por cierto ahí se ha generado un vínculo importante, a propósito de esta “novedad” de que se puede hacer un cambio institucional relevante o por lo menos, visible. Bastante visible, a propósito del nivel de exposición de estar en Presidencia, genera visibilidad incluso en grupos que quizá no están necesariamente atentos a los espacios del Gobierno.
Entonces tiene que ver con preguntarse si hay valores en crisis, si es que hay que reforzar valores democráticos quizá con nuevas herramientas, qué es lo que está sucediendo con los valores democráticos no solamente en materia de probidad, sino que cómo es que estamos estrechando o ampliando el camino para la alteridad y para la democracia y para el pensamiento divergente.
Creo que hay una gran puerta interesante que buscar respecto de las preguntas que nos hacen, sin quererlo quizá, los medios tradicionales, de estrechar a veces el debate y de normalizar mucho una suerte de deshumanización valórica.
El tema de los valores democráticos también tiene que ver con lo humano y con la posibilidad de la existencia de todas las personas, la posibilidad de sus derechos humanos y políticos, de las personas y cómo les hacemos un espacio político también.
Hay varios desafíos y veo muy latente en las discusiones de organizaciones de niñas y de jóvenes actualmente, y creo que también es un debate que se debe seguir dando ya sea en los grupos militantes o en la sociedad de manera ampliada y voy a seguir contribuyendo en ello.
Pressenza: en Madrid, en el Encuentro Internacional Feminista, vas a poder dar visibilidad a esta reflexión?
Irina Karamanos: Sí, si. Tengo el honor de haber sido invitada a poder conversar desde esto que son la definición de los contornos, del sujeto, de los espacios políticos, de la institucionalidad política, y de cómo también el feminismo en los hechos, en las acciones, puede significar una suerte de pragmatismo, de comprender que a veces hay que habitar espacios improbables para modificar y para subvertir desde dentro, no? lo establecido y así, ir actualizando la herramienta. Porque, insisto, el objetivo no es identitario ni en términos de ser un objetivo de izquierdas, o un objetivo feminista solamente, sino que es también un objetivo de mejorar el instrumento para el conjunto de la población, y eso sí ha sido importante, sigue siendo una pregunta importante, y busca resolver el cómo se le abre espacio a otros grupos de la población para no dejar vacíos.
Cierto espectro de la política en el debate, al encapsularse muchas veces en personas, en personalizar mucho los argumentos, pasa que quedan espacios vacíos que luego se llenan con otras derechas, no necesariamente democráticas por ejemplo.
Ese riesgo me parece que, así como te hablaba de la institucionalidad en donde mi objetivo por lo menos era mejorar el instrumento, en el caso de las opciones democráticas, de los grupos políticos y de poder representar las ideas políticas, el objetivo tiene que ser la defensa de las personas, de sus derechos, y sus posibilidades de contar con derechos humanos y derechos políticos. Ampliar ese espectro implica revisar muy bien cómo es que estamos normalizando ciertos discursos que estrechan esa comprensión del ser humano.
Volviendo a lo de España, me va a tocar hablar en un panel respecto de la institucionalidad y creo que esos contornos muchas veces dejan fuera el cuerpo, no?
Una parte importante de todo lo que pasa con el cuerpo en política, dónde queda el sujeto en la política, en general es mediado ¿cierto? Alguien hace la mediación ya sea porque te graban en un momento y tu expresión corporal es de una manera u otra o porque se elige de manera selectiva lo que tu dijiste en un momento o en otro y, por supuesto, nunca se ve la complejidad, la complejidad del trabajo que está detrás.
Muchas veces los cambios en política – en términos de su institucionalidad – guardan relación con su infraestructura interna. Eso no es algo que constituya una tendencia a querer mostrarlo en la prensa, sino que es un trabajo muy interno, así como también es un trabajo interno – creo yo – el del sujeto, del cuerpo, el estar tensionado. En mi caso, esta tensión de – voluntariamente – envolverme de un cargo que yo misma consideraba ilegítimo.
Comienzan las preguntas: cuando hablo, habla el cargo o habla el sujeto? Dado que lo tenía separado. Entonces, si se defiende el sujeto, porque el cuerpo también se ve afectado por los ataques mediáticos, si se defiende el sujeto, defiende el cargo. Y dado que mi disciplina y mi instrucción era lo contrario, desarmar el cargo mismo, la defensa del sujeto tuvo que quedar por supuesto postergada y, eso sí, tiene repercusiones en el cuerpo.
Hay algo bien importante de observar lo que pasa con el cuerpo ya que eso te da cuenta de las contradicciones y las tensiones de las que siempre ha hablado el feminismo. Tienen que ver con estar en un lugar, en un nodo, resolviendo, desarmando, desmenuzando un nudo que justamente por ser un nudo es tan importante de estar ahí. Ubicarse en el centro de una tensión y eso, desde el comienzo hasta el final, fue el desafío justamente. Entender cómo es que el sujeto puede estar vestido con una misión de algo que está todavía estudiando desde dentro. Eso es algo que en muchos casos debe pasar. No creo que los cargos estén actualizados respecto de cómo es que los sujetos en política se hacen las preguntas, o tienen reflexiones que podrían quizá hacernos avanzar en política.
Pressenza: como cuando la prensa critica tu postura corporal en ocasión de la visita de Francia Márquez a Chile, genera justamente esa tensión entre el sujeto y el rol, destacándola por inapropiada para la discreción y recato que supone asociada a la figura de Primera Dama.
Irina Karamanos: es un muy buen ejemplo y, te diría, que hay dos más con distintas características. Hay uno por ejemplo que tiene que ver con la ausencia y la presencia del cuerpo.
Yo decidí muy conscientemente no tener mucha presencia en medios, porque lo primero era el trabajo. Lo primero era la escucha, la conversación, el estudio, el profundo estudio de lo que había pasado antes en esa institución, de lo que estaba pasando ahora en profundidad, para luego definir cuál es el ajuste.
Y esa ausencia, como me lo señalaron muy temprano, como ocurre con cualquier espacio vacío, se llena en política. Se ocupa por otra persona o por otra interpretación. Es cierto. Eso describe tu cuerpo, es decir, la decisión de estar o no estar es una decisión permanente para estas figuras, según fui descubriendo. Cuánto estar, cuán cerca estar del Presidente. Cuántas veces aparecer con el Presidente. Si es que no se aparece tantas veces ¿es porque están separados? Los gestos son de una u otra manera ¿es para arreglar que ayer hubo otro problema que hoy se dieran un beso al frente de las cámaras? Todo ese tipo de cosas son bien relevantes porque ya sea por mucha presencia o por mucha ausencia, hay una interpretación.
Esa es otra dimensión y también está la que tiene que ver con la expectativa estereotipada de la mujer, que probablemente la Primera Dama refleje la visión más conservadora de lo que es una mujer, pareja de alguien. No calza con el estereotipo en mi caso, ni respecto de estar casados ni tampoco respecto de un compromiso con ciertos grupos de la población, casi siempre ligados a los cuidados ¿cierto? Porque los cuidados también están estereotipados, es decir, los grupos a quienes se debe el trabajo de una Primera Dama en general guarda relación con los cuidados. Entonces elegir otros, o visibilizar a otros grupos de la población, era una segunda salida de guión. Y por otro lado, tener una trayectoria o ser una figura militante que también denota cierta complicidad afectiva pero también política con la figura del Presidente. Esos factores y luego la intencionalidad de modificar un lugar que existe por reiteración y por ende también por reiteración.
Fue una propuesta no convencional y al ser una propuesta no convencional, suceden también otras cosas con el cuerpo que guardaron relación con este tránsito de algo que no se entiende. Lo que no se entiende genera desconfianza. Y la versión más burda de eso es buscar atributos corporales que convierten a la persona en un objeto o lo sexualizan ¿cierto?
A mí se me transformaba en hombre, en persona trans, o el hecho de no estar casados se atribuía a que yo estaba contratada, cuando no aparecía en la prensa lo suficiente, las reacciones en las redes sociales sostenían que se me había acabado el contrato, todo ese tipo de cosas. Lo interesante y también lo burdo es que es una estrategia de manual que se aplica a varias otras figuras de mujeres fuertes en todo el mundo, lo que habla de una estrategia de deslegitimación de figuras en donde el cuerpo se vuelve un flanco de ataque.
Y eso me pareció terrible y a la vez muy interesante. Muy, muy interesante.
Hay varias dimensiones del cuerpo de las que se pueden hablar y te diría que la más fuerte en el caso mío es lo que tenía que ver con esta tensión de dónde terminaba mi piel en este rol, en el sujeto político, que estaba haciendo política, o en el cargo que estaba habitando de manera separada una cosa de la otra.
No creo que sea novedoso en el sentido de que por supuesto que en otros cargos también sucede. En este caso era un poco extremo porque estaba tomando ese círculo y mostrando cómo me lo saco. Como una investidura y luego un desnudamiento, para ser nuevamente sólo sujeto. La sociedad siempre te pone alguna ropa, pero esta investidura es distinta.
Es interesante porque, como ya sabemos, para poder ser un sujeto uno siempre está en relación con el mundo, siempre hay una relación mutua, de lo que uno es o no es. Y por eso es tan desafiante modificar esa relación.
El cargo de Primera dama es un cargo en donde la norma social, política, de poder y de estereotipo, le pone un traje al nuevo sujeto que se va a llamar Primera Dama. Desde allí adentro el rol de los sujetos, de las Primeras Damas que ocuparon este cargo anteriormente, también fueron desviando en muchos casos lo que se repetía. Hay cosas que no se repitieron de la misma manera. En mi caso hay una interrupción de la investidura institucional.
Pressenza: Es muy interesante el espacio de memoria que vas a generar. Ojalá ese espacio tenga también tu gesto.
Irina Karamanos: claro, pero eso no va a depender de mí. Es un espacio que es la antesala de todos los salones que tenían que ver con la Primera Dama, y lo importante de ese lugar es que para hacer este cambio era necesario hablar más del tema, visibilizarlo más. Para hacer cambios en cómo la gente que visita el Palacio por ejemplo, hace un recorrido. Cómo esas personas piensan la política.
También es interesante visibilizar cómo es que las mujeres están en política, las mujeres que están en el Palacio están en política, y las mujeres de los ex-Presidentes estuvieron en política. Esos son los tres ejes de la línea editorial, porque no solamente vamos a visibilizar a las historias y las trayectorias de quienes estuvieron en esos salones, sino también el trabajo de mujeres que llevan décadas trabajando en el Palacio como por ejemplo en la Lavandería, que queda en el subterráneo y es donde planchan todas las camisas, hace décadas, de todos los Presidentes y políticos y que tienen mucho que decir. Entonces es una oportunidad también de visibilizar.
El vídeo fue grabado y editado por Aníbal Feres.