“Precisamente, el trabajo de los movimientos de izquierda es democratizar nuestros países, lo que significa dar al pueblo acceso a los derechos sociales, a los derechos humanos, a los derechos políticos”. Así lo definió Torge Lödign, director del Buró Cono Sur de la Fundación Rosa Luxemburgo, de visita en Chile. Valoró triunfos electorales del progresismo y la izquierda en Chile, Honduras, Colombia, pero advirtió que “no podemos subestimar la fuerza del adversario político y sobre todo de la ultraderecha”. Indicó que la guerra Rusia-Ucrania abrió una nueva realidad mundial y que “frente a este escenario los movimientos de la izquierda en todo el mundo tenemos una tarea como fuerzas a favor de la paz, en contra de que escale este conflicto”.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 14/10/2022. La Fundación Rosa Luxemburgo lleva un par de décadas desarrollando la formación política y apoyando procesos de construcción de propuestas desde la izquierda, y cuenta con oficinas en África, América Latina, Europa y Medio Oriente.
En Chile, hace años que tiene vínculos con varias entidades de estudio, formación y políticas, entre ellas el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), ligado el Partido Comunista. En estas semanas, Torge Lödign, director del Buró Cono Sur de la Rosa Luxemburgo, visitó Chile, y en entrevista con ElSiglo.cl abordó temas relacionados con la labor en esta parte del continente y puntos de la contingencia política y electoral en América Latina y Europa.
¿Dónde están los principales objetivos de la Fundación Rosa Luxemburgo en esta parte de la región latinoamericana?
Somos parte de un sistema de Fundaciones que existen en Alemania, cada partido que tiene representación en el Parlamento alemán, tiene la posibilidad de crear y hacer funcionar una Fundación que no sea de un partido pero sí cercana a un partido político. También hay fondos del Ministerio de Cooperación Internacional de Alemania y de esa forma el Gobierno alemán financia trabajos de todos los sectores, incluso de oposición, que es el caso de nuestra Fundación Rosa Luxemburgo que, como dice su nombre, es una entidad socialista, de la izquierda y vinculada al partido Die Linke. Ese partido nació de la fusión de varias fuerzas de izquierda, entre ellas el Partido del Socialismo Democrático que tuvo sus raíces en el Partido Unificado Socialista de la República Democrática de Alemania (RDA).
Con esos fondos y equipos de personas, operamos con 26 oficinas en el mundo, y nuestros proyectos son de formación política, nuestra labor es apoyar a organizaciones e instituciones en procesos formativos y en cuestiones relacionadas con las tesis e ideas de Rosa Luxemburgo. Organizamos conferencias internacionales, sacamos publicaciones, y promovemos la importancia del pensamiento de Rosa Luxemburgo, vinculado a realidades y movimientos actuales, por ejemplo en América Latina. Obviamente, para la oficina del Cono Sur, el trabajo del proceso constituyente en Chile ha sido una prioridad en los últimos meses. Desde que empezó ese proceso, la Fundación se vinculó con varios actores que apoyaban y participaban del proceso constituyente.
En la línea de lo que plantea, ¿por qué está vigente el pensamiento de Rosa Luxemburgo?
Es vigente por sus planteamientos respecto a la sociedad y los movimientos, en cómo se relaciona la organización política y la espontaneidad de las masas, el papel del partido político que es importante, y al mismo tiempo el papel de los movimientos y de los trabajadores. Ella establece la relación entre la “real política”, el día a día, en la labor del Gobierno, del Parlamento, de organizaciones de base, y las demandas concretas de los trabajadores, del pueblo, de los sujetos políticos. Es la idea de que el trabajo de la “real política” debe estar vinculado con la perspectiva y la narrativa de la transición radical y profunda de la idea revolucionaria. Eso es algo muy importante, más allá de su planteamiento económico de Rosa Luxemburgo, que plantea cuestiones fundamentales, por ejemplo, en relación a la acumulación del capital.
En la labor de formación y de estudios que realizan actualmente, ¿qué es prioritario, el mundo sindical, el mundo juvenil, el mundo del feminismo?
Diría que el mundo juvenil y el mundo del feminismo. Sería bueno tener más impacto en el trabajo sindical, pero la Fundación en el Cono Sur prioriza más por esos espacios. El feminismo está muy desarrollado en esta área y es fundamental en el núcleo de nuestro trabajo. Tenemos claro que el feminismo que apoyamos no es un feminismo individualista, defendemos una concepción clasista, que la lucha del feminismo es parte integral de la lucha de los trabajadores.
Específicamente, ¿cómo es el vínculo de ustedes con el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL) aquí en Chile?
El vínculo con el ICAL de Chile es histórico, nuestra Fundación fue creada en 2001 desde ese tiempo existen relaciones con ICAL. La Fundación en su inicio operaba solamente desde Alemania y años más tarde comenzamos con la instalación de oficinas en el mundo. Había pocos fondos, pero comenzamos los vínculos aquí en Chile porque en Alemania el lazo con el Partido Comunista de Chile siempre fue muy fuerte e importante. Llevamos unos 21 años de colaboración, y entendemos la importancia del Instituto en la construcción de una propuesta de la izquierda en Chile.
¿Cuál es la mirada desde la Fundación respecto a lo que está ocurriendo en América Latina? Triunfó Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, es inminente el triunfo de “Lula” Da Silva en Brasil, está Andrés Manuel López Obrador en México…
Bueno, eso demuestra que las coyunturas políticas son muy dialécticas y cambian mucho más rápido de lo que uno puede esperar. Recuerdo que hace un par de años atrás estábamos frustrados, parecía que no avanzaba nada, y pensábamos que se cerraba esa ventana del ciclo progresista en América Latina. Obviamente en el campo progresista y de izquierda siguen las contradicciones y debilidades, por eso cayeron algunos proyectos, en otros casos fueron proyecto de la derecha que lograron imponerse como en Brasil. Pero estamos en un nuevo ciclo, con sucesos electorales positivos. Comenzamos en Honduras, luego en Perú, en Colombia, en Brasil lo estamos viendo, porque hay situaciones más complicadas, y el resultado del plebiscito aquí en Chile fue una derrota política importante. Tenemos claro que la historia nunca termina, un ciclo termina y otro viene con otras propuestas políticas, pero tenemos esperanza, tenemos posibilidad, y podemos avanzar.
Al mismo tiempo, no podemos subestimar la fuerza del adversario político y sobre todo de la ultraderecha, porque por ejemplo en Brasil, vemos que tienen mucha más fuerza de la que pensábamos, tienen influencia en el electorado, y demuestra que es muy importante tener en claro una radiografía de América Latina y el mundo de cómo están vinculadas esas fuerzas y cómo trabajan con las mismas estrategias. Vemos, por ejemplo, que las demandas centrales de la derecha en Chile son las mismas que las de la derecha en Italia, que acaba de ganar las elecciones. Ellos articulan proyectos en favor de la propiedad privada, un proyecto de nación como lo llaman, logran la popularidad de sus proyectos.
En esa línea, vimos el triunfo de la extrema derecha en Italia, el posicionamiento en países como Hungría, Polonia, hace unos días hubo una actividad en un parque del partido Vox en España, con saludos de Donald Trumpo, de Álvaro Uribe y José Antonio Kast, todo vinculado al nacionalismo, contra la migración, el oponerse a las transformaciones. ¿Hay peligro de que la ultraderecha avance más en Europa y en América Latina?
Eso lo estamos viendo, como tú lo mencionas. Vimos el triunfo de Giorgia Meloni en Italia, representando a un partido fascista, y no hubo una fuerza progresista o de izquierda en Italia que pudiera enfrentar esa situación. En Francia la situación estaba bien polarizada, con fuerza de la ultraderecha, en Alemania estamos en un momento diferente, no tenemos ese peligro muy cercano de tener un Gobierno de ultraderecha, pero se está fortaleciendo. Y los casos que tú mencionas en el resto de Europa. También en América Latina, como es el caso de Jair Bolsonaro en Brasil.
En el caso de Europa ya no sólo está el tema de la migración, ahora está el tema de la guerra en Ucrania, porque infelizmente la ultraderecha se logra posicionar como una fuerza que se pone del lado del pueblo ucraniano, y se pone a reclamar ante el aumento terrible de los precios de energía, cuando se viene un invierno muy frío, con gravísimos problemas. Die Linke y la izquierda, en Alemania, condenó la invasión de Vladimir Putin a Ucrania, defendemos el derecho internacional, nos ponemos del lado del pueblo de Ucrania y del pueblo de Rusia, en contra de esta guerra, a favor del retiro de las tropas rusas, pero también en contra del avance de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), y en contra de la exportación de armas hacia Ucrania. La situación de la guerra en Ucrania nos pone en un problema más profundo. Esto de la posibilidad de la tercera guerra mundial se coloca en la agenda de la coyuntura mundial y con razón hay que estar preocupados cuando vemos que nadie está en disponibilidad de negociar. Ucrania no puede vencer a la tercera fuerza militar del mundo, Rusia tiene problemas, y así, todas las partes involucradas se niegan a negociar, entonces ¿cómo podemos salir de esto? Y el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, empieza a hablar del Armagedón, de una posible guerra nuclear.
Frente a este escenario los movimientos de la izquierda en todo el mundo tenemos una tarea como fuerzas a favor de la paz, en contra de que escale este conflicto, de movilizar por el fin del conflicto, del control de precios de la energía y de los alimentos, en todo el mundo.
En todo este marco, y particularmente en cuanto a sus referencia a propuestas de la izquierda, y trabajos como los de la Fundación Rosa Luxemburgo, ¿dónde situaría los ejes principales de trabajo de la izquierda, dónde se podría apuntar? Hace unas semanas, precisamente en una actividad del ICAL, se citó a un dirigente de la ex RDA que dijo que la tarea de avanzar hacia el socialismo, en estos tiempos, tiene que ver con avanzar en democratizar a nuestras sociedades actuales.
Bueno, yo creo que esa idea está muy bien expresada. Precisamente el trabajo hoy, la tarea hoy de los movimientos de izquierda, es la de democratizar nuestros países, lo que significa dar al pueblo acceso a los derechos básicos, a los derechos sociales, a los derechos humanos, a los derechos políticos. Se trata de dar acceso a la alimentación, a un trabajo digno, a los derechos sociales y reproductivos de las mujeres, entre otros objetivos. Todo eso nos da herramientas a los movimientos y a los pueblos, y se pueden empoderar en dirección de una transicionalidad hacia una sociedad socialista.