Los primeros diez días de septiembre se produjo un conjunto de acontecimientos que modificaron significativamente el escenario del país, incluyendo desde luego el económico-social. La propuesta Constitucional fue rechazada, reforzando las posiciones contrarias a los cambios. Avanzar en concretar leyes con transformaciones avanzadas se hizo más difícil, cuando ya habían transcurrido seis meses de gobierno, que constituyen el momento más favorable para buscar concretarlas. No se aprovechó. El cambio de gabinete ministerial desplazó el eje entre las dos coaliciones que lo respaldan.
Hugo Fazio (*). En los primeros diez días de septiembre, el país vivió un conjunto de acontecimientos que modificaron sensiblemente el escenario. El día 2, el Banco Central entregó su indicador mensual de actividad económica, constatándose que se entraba en el segundo semestre, en su serie desestacionalizada, a una fase de productos internos brutos negativos, los cuales crecerán en los meses siguientes, poniendo en duda que se daría el escenario buscado de “aterrizaje suave”. La recesión se manifestará plenamente en 2023.
El día 4, en el plebiscito de salida del proceso constitucional, se perdió la oportunidad histórica de aprobar por primera vez una Constitución gestada democráticamente, con participación paritaria de mujeres y hombres, la presencia habitualmente ignorada de minorías y que había despertado un gran interés mundial. En el plebiscito se impuso el rechazo. Iniciándose en los días siguientes la no fácil búsqueda de un acuerdo transversal destinado a definir el camino para retomar al proceso de elaborar una nueva Constitución.
El día 6, se produjo el primer cambio de gabinete del gobierno de Gabriel Boric, corriéndose el eje de su gestión, apoyada en dos coaliciones, hacia el socialismo democrático, nominándose en el cargo político de ministra del Interior a Carolina Tohá y en la Secretaría General de Gobierno a Ana Lya Uriarte, con la misión de contribuir a gestar los entendimientos que permitan sacar adelante los compromisos programáticos que el presidente reafirmó su cumplimiento. En otro cargo ministerial clave, el de Economía, continuará Mario Marcel, que cumplió un papel determinante en las políticas económicas impulsadas.
Ese mismo día 6, el Banco Central comunicó que había aumentado la tasa de interés de política monetaria a dos dígitos, a 10,75%, intensificando una acción de carácter contractivo que busca frenar aún más la demanda interna, que ya se encuentra con índices negativos, para actuar sobre una inflación que sigue disparada. Y el día 7, en su informe de política monetaria de septiembre constató un aumento en los promedios de inflación durante 2022 y 2023, previendo para este último año una recesión.
En el mes de julio, en relación con el mes anterior, en la serie de cifras desestacionalizadas, la actividad económica disminuyó en 1,1% respecto de junio, completando cuatro meses de descenso continuado y siete, desde diciembre, con la excepción de marzo. La caída se produjo fundamentalmente por la fuerte reducción del comercio, que disminuyó 11,1%, el cual había sido el gran factor de crecimiento durante 2021. “Si bien las expectativas eran las esperadas -editorializó La Tercera- constatar que la mayor parte de las cifras que dan cuenta de la actividad económica comienzan a desplomarse al mismo tiempo no deja de impresionar. El crecimiento, el empleo, las remuneraciones, las ventas del comercio y otras, dieron cuenta esta semana -proyectó- que la economía chilena tendrá un duro aterrizaje durante el segundo semestre del presente año. La conclusión de todo esto -concluyó- es que, si bien el aterrizaje era esperable, no así su ritmo. De este modo, si el pronóstico que podíamos tener era un aterrizaje suave, ahora todo indica que será bastante turbulento”. (03/09/22).
El ministro de Hacienda, Mario Marcel, sostuvo que lo acontecido con las cifras de julio “es reflejo de cómo se ha ajustado la demanda interna, y eso significa que presiones domésticas sobre la inflación están disminuyendo y van a seguir así en los próximos meses” (02/09/22). La política fiscal aportó en esta dirección. La caída del comercio significa, al mismo tiempo, menores ingresos por IVA. De acuerdo con el informe de Ejecución Presupuestaria de la Dirección de Presupuestos, la recaudación de IVA disminuyó 5,7% real anual en julio llegando a $2.034.613 millones. Esta es la mayor caída desde septiembre de 2020, cuando predominaban los efectos de la pandemia. En julio, siempre según cifras de la Dipres, Hacienda intensificó el “ajuste”, para acercarse al cumplimiento de la reducción en 25,2% del gasto efectivo efectuado en 2021.
En doce meses, la actividad económica creció en julio solo un 1%, sostenida todavía por los servicios que aumentaron 6,3%, mientras la producción de bienes descendía 1,8%, la minería en 6,4%, la industria en 3,9% y el comercio caía en 11,1%. Existiendo el convencimiento generalizado de que en el segundo semestre se iniciará una larga fase de actividades interanuales negativas.
La política de privilegiar el “equilibrio fiscal” recibió un respaldo considerable con la marcada derrota de la aprobación del plebiscito de salida de la reforma Constitucional. Se perdió un proceso que tuvo una importancia histórica. Frente a lo cual los sectores progresistas no podemos constatar solo lo ocurrido, sino efectuar, como se ha planteado por varios sectores, necesaria una autocrítica a fondo. Otro tanto debe hacer el Gobierno que tuvo en sus seis primeros meses en el equilibrio fiscal uno de sus objetivos centrales, y continuará hacia adelante, de acuerdo a lo señalado por el ministro de Hacienda.
En el cambio de gabinete, que el presidente Gabriel Boric señaló que constituyó “uno de los momentos más difíciles que me ha tocado enfrentar”, afirmando que el cumplimiento del programa no dará “ni un paso atrás”, la dirección de los fundamentales ministerios del Interior y de la Secretaría General de Gobierno, pasaron a ser encabezados por Carolina Tohá en el primero, que ocupará una función desempeñada durante el gobierno de Salvador Allende por su padre, José Tohá, asesinado en los años de dictadura, y Ana Lya Uriarte en el segundo, integrantes de partidos de la coalición del Socialismo Democrático. Como se daba por un hecho la dirección del equipo económico siguió a cargo de Mario Marcel, pieza clave en los primeros seis meses de gobierno. Continuando igualmente los otros dos ministros del sector, Nicolás Grau en Economía y Jeannette Jara en Trabajo, que fue incorporada al Comité Político, por su gran capacidad, destacó Boric, para generar acuerdos.
¿En cuál contexto general se encuentra la economía nacional? El escenario global, que tiene una importancia tan grande en una economía absolutamente abierta como la chilena tanto en el plano comercial como en el movimiento de capitales, se encuentra en una fase general de deterioro y entrando a un escenario recesivo. La reciente reunión de bancos centrales en Kansas mostró la decisión de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo de intensificar sus políticas de tasas de interés, colocando como objetivo central reducir las tasas de inflación. Internamente, las políticas contractivas fiscales y monetarias en aplicación están haciendo entrar a la economía a un aterrizaje, que pretendieron fuera suave, pero que adquiere una dimensión mayor. Ello no se modifica por el resultado del plebiscito. Además, el país sufre un largo período de estancamiento en la inversión productiva, que Gabriel Boric puso como un gran desafío a superar.
El ministro Marcel, en los días previos al plebiscito afirmó que se estaba preparado para seguir adelante con el proceso de la reforma tributaria independientemente del resultado que tuviese. Ello era imposible, como lo demuestran los hechos, más aún cuando se produce su discusión en un parlamento donde el gobierno es minoría. Y cuando la votación demostró que el gran apoyo mayoritario que se esperaba en la Región Metropolitana y Valparaíso al apruebo fue neutralizado por la mayor votación. En concreto, el respaldo popular al apruebo no adquirió la dimensión necesaria. Una reflexión obligada es el papel desempeñado por el movimiento social para impulsar las transformaciones que se precisan y continúan pendientes. Por lo demás, como es más evidente que nunca, una victoria del apruebo conducía a participar al Gobierno en condiciones más favorables, así como una demanda activa social por transformaciones de fondo y requerimientos muy sentidos de la población los mantendría en el tapete de la discusión. Y el rechazó generó fuerzas potenciadas en la dirección contraria.
Las políticas contractivas monetarias se intensificaron con al aumento el 6 de septiembre por el Banco Central de su tasa de interés de política monetaria (TPM) en cien puntos base, llevándola a dos dígitos, a 10,75%, su nivel más elevado desde 2001, momento desde el cual se establece en términos nominales, y es su nivel real más alto desde abril de 1999, cuando la TPM fue de 7%, mientras la inflación era de 4%. Destacando el comunicado del instituto emisor, que la TPM “se ubica en torno al nivel máximo que considera el escenario central del IPoM de septiembre. Los próximos movimientos de la tasa -agregó- dependerán de la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia de la inflación a la meta”. Al dar a conocer la tasa de interés, en un horizonte a dos años plazo, la perspectiva de alza en los precios estaba en 5,25%, muy lejos de su objetivo de 3%.
El acuerdo se adoptó con el voto a favor de tres de sus cinco integrantes, la presidenta, Rosanna Costa, Alberto Naudon y Luis Felipe Céspedes, El vicepresidente, Pablo García se pronunció por un aumento de 125; puntos base y la consejera Stephany Griffith-Jones de solo 75 puntos base. El comunicado describió un escenario interno de continuación en del “proceso de ajuste”, de un mercado laboral que “ha perdido fuerza, en un contexto económico en que reducir la inflación “bancos y empresas consideran que las condiciones financieras son restrictivas”. En lo externo destaca que la inflación mundial sigue aumentando y se revela más persistente, junto a perspectivas de crecimiento global que se han deteriorado, Subrayando la decisión de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo de intensificar las políticas monetarias contractivas “en medio de condiciones que se mantienen desfavorables especialmente para las economías emergentes”. Añadiendo que los mercados globales muestran una elevada volatilidad.
El informe de política monetaria (IPoM) de septiembre, por su parte, colocó con mayor fuerza que nunca la inflación como objetivo prioritario, siguiendo la línea establecida por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. Rosanna Costa detalló que para lograrlo se requiere reducir el crecimiento y la demanda. De los “múltiples e importantes desafíos”, manifestó, “uno de los más relevantes desde el punto de vista macroeconómico es reducir la inflación”. En 2022, el alza de los precios promediaría un 11,4%, alcanzando su mayor nivel en el trimestre en curso, para cerrar el año en 12%, un nivel superior al proyectado en el informe de junio, de 10%. En 2023 volvería a ser superior en un punto a lo estimado en junio, registrando un promedio de 6,1%, cerrando en 3,3%, unas décimas por encima todavía de la meta de 3,0% del instituto emisor. Rosanna Costa inició su intervención precisamente señalando que “la inflación ha seguido aumentando, tanto en los precios volátiles, como en los no volátiles’”. Por tanto, aumenta la inflación subyacente, que permite apreciar mejor la tendencia inflacionaria.
Su aporte, el Banco Central lo vincula, ante todo, al empleo de las tasas de interés, las cuales se encuentran “en torno al nivel máximo -señaló Rosanna Costa- que considera el escenario central de este IPoM”. Reconociendo que “es un nivel elevado” y “persistente”, lo cual constituye una preocupación para el Consejo, que de persistir “podrían llevar a una restrictividad monetaria mayor, lo que se precisa es reducir la actividad y la demanda”. Es la mayor inflación en 29 años. Subrayando que este constituye un riesgo “especialmente relevante”.
En cuanto al crecimiento de 2022 anualizado se estimó que sería algo superior al proyectado, llegando a entre 1,75% y 2,25%, con un promedio descendente en el segundo semestre. Y para 2023 prevé se registrarán números rojos, que se prolongarán durante todo el año para el cual estimó un producto con un nivel mínimo negativo de -0,5% y un máximo de -1,5%, con una caída particularmente fuerte de la demanda interna, de 4,7%, igual a la a registrarse en la formación bruta de capital fijo. Mientras, la situación de los trabajadores continúa deteriorándose. El indicador de remuneraciones reales del INE experimentó su mayor caída desde el año 2016, inicio de la serie, de 3%, reduciéndose por diez meses consecutivos. El nivel nominal subió 9,2%, pero la inflación fue mayor.
El Banco Central Europeo (BCE) resolvió el 8 de septiembre el mayor incremento en la tasa de interés desde su nacimiento, 0,75 puntos base, llevándola a 1,25%, Su presidenta, Christine Lagarde, expresó que, a este nivel, la tasa está “muy lejos para que veamos a la inflación volver al objetivo del 2%”, anticipando así nuevos aumentos. El BCE en la actualización de sus proyecciones económicas señaló que en 2022 la inflación promediará 8,1%, muy superior a la estimación efectuada en junio de 5,8%. Además, considera que la actividad se estancará en el cuarto trimestre y en el primero de 2023. Para el próximo año proyectó un crecimiento de solo 0,9%, 1,2 puntos menos que en 2022.
En Chile, el INE estableció que, en agosto, al aumentar la inflación, en relación al mes anterior en 1,2%, llegó en doce meses a 12,1%, su nivel más elevado en tres décadas, desde septiembre de 1992, cuando alcanzó a 15,1%, y en lo transcurrido del año acumulaba un alza de 9,9%, poniendo inmediatamente un signo de interrogación a la proyección del Banco Central de un incremento promedio en el año de 11,4%.
La división del INE, donde se registró el aumento en cifras anualizadas más elevada, fue la de alimentos y bebidas no alcohólicas que lo hizo en 21,7%, implicando un nuevo golpe en el nivel de vida de la población y, ante todo, en los sectores de menores ingresos, donde representa un porcentaje más alto del mismo. Incidiendo en 0,423 puntos porcentuales del aumento mensual de los precios. Este incremento no se corresponde con la evolución a nivel global de los precios de los alimentos, los cuales vienen descendiendo del fuerte incremento registrado al comenzar el año. El índice de alimentos de la FAO del mes de agosto se redujo durante cinco meses consecutivos.
Algo similar ocurre con la división de transportes, la segunda que más aumentó en doce meses en agosto, explicando con la de alimentos y bebidas no alcohólicas más de la mitad del aumento general. En el país recién en septiembre se comienza a expresar el descenso en la cotización internacional del petróleo, por el mecanismo utilizado que reduce los efectos de su variación global.
(*)Hugo Fazio es economista, académico, fue Vicepresidente Ejecutivo del Banco Central, durante el gobierno de Salvador Allende. Director del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo Cenda.