Flavio Salazar, ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación recalcó que el conocimiento y la tecnología, desarrollados desde el Estado asociado con el sector privado, deben ir en beneficio del pueblo y las personas. Observó que se subirá de 0,35 a 1% el presupuesto en esta área y planteó que hay objetivos como contar con un centro de fabricación de vacunas y avanzar hacia un cambio en la matriz productiva.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 2022(*). Usted era Vicerrector de la Universidad de Chile y entiendo que era candidato a Rector de esa universidad. En medio de eso lo llamaron para ser ministro de Ciencia y Tecnología. ¿Cómo tomó ese giro en su vida?
Con una gran satisfacción y una alegría porque formo parte de los ciudadanos que hemos impulsando cambios necesarios en nuestro país, cada uno desde sus propias trincheras. Como usted menciona, me había tocado en la Universidad de Chile, que es la principal universidad pública del país, trabajar en impulsar el conocimiento, la ciencia, en todas sus variedades y, de alguna manera, transformarla en un instrumento para el desarrollo del país. En ese contexto, de ver la generación de conocimiento como parte de un cambio social, me había involucrado como un potencial candidato al próximo período de la Rectoría y tenía la adhesión y el apoyo de los académicos comunistas y otros académicos de la Universidad de Chile. Estábamos trabajando con otras fuerzas para incidir en los destinos de la Universidad, generar aportes al desarrollo del país, cuando me llama el Presidente Gabriel Boric, para solicitar mi incorporación al Gobierno como ministro. Es una tarea de envergadura, importante, de una gran potencialidad respecto de los impactos que pueda tener y eso me motivó para aceptar inmediatamente.
Hablando desde el estigma o desde el prejuicio, a alguna gente le llamó la atención que un comunista fuera Vicerrector de la Universidad de Chile, un destacado biólogo, con un tremendo currículum académico, científico, profesional, y además ahora encabezar un ministerio como el de Ciencia y Tecnología.
Eso puede ser, lo que usted menciona, dado que existe desde siempre una serie de prejuicios y estereotipos respecto de tener una opción política de transformación, eso siempre se estigmatiza. Pero si uno lo ve históricamente, tanto en el ámbito nacional como internacional, siempre han existido científicos destacados como Alejandro Lipschutz, que han combinado sus conocimientos específicos, con una sensibilidad social que los llevó a tomar partido por valores sociales. Mi carrera siempre la desarrollé bajo esas premisas y mi compromiso partidario ha estado siempre presente. Yo entré a militar en las Juventudes Comunistas cuando vivía en Suecia, exiliado con mis padres, y desde que volví a Chile he estado vinculado orgánicamente al Partido Comunista en sus estructuras de base y he mantenido estas visiones políticas asociadas a mi quehacer científico y también ideológico, porque uno se va construyendo en base a una serie de elementos. Soy un biólogo que tiene una visión muy dialéctica de la naturaleza, que aprendió a través de los estudios, y eso me fortalece una visión respecto a qué contribución debo hacer en el desarrollo de los pueblos.
Ministro, escuché en personeros del Gobierno, que vinculan el desarrollo del país a la ciencia.
En el proceso de la llamada transición a la democracia, hubo intentos de fortalecer el tema científico pero muy marginalmente respecto del modelo de desarrollo del país. Después de las crisis que vivimos desde 2019, donde se cuestionó fuertemente el rumbo de un modelo extremo como el neoliberal, se abrió la necesidad de modificar este modelo, y de trabajar por una sociedad de derechos, inclusiva, pero también por un cambio en la matriz productiva. Ir agregándole, por ejemplo en la exportación de recursos naturales, capacidades más elaboradas, conocimiento, innovación, tecnología. Eso va a permitir una diversificación de la matriz productiva en la economía y va a mejorar las posibilidades de repartir recursos en el futuro y garantizar derechos sociales. La idea del Gobierno, y que me motiva a mí, es cómo generamos instrumentos mediante los cuales convoquemos a la comunidad científica, pero no solo los académicos, sino a todas las personas que trabajan en la generación de conocimiento, y la vinculamos con las necesidades sociales, con los territorios, con los organismos populares, con la descentralización del país, con una mayor participación de la mujer y las diversidades. Es decir, con una política distinta, vamos a bajar a la academia de un altar, que la academia no buscó pero se le puso, y la vamos a convocar a participar del desarrollo del país. Creo que habrá mucho entusiasmo de actores de la ciencia al sentirse partícipes de un proyecto que los incluya. En resumen, la ciencia, el conocimiento, no puede quedar en la pura academia, en las universidades, sino que tiene que ser una herramienta para construir políticas públicas que beneficien al pueblo y a las personas.
¿Dónde situaría los puntos más importantes de su gestión?
Un elemento clave está en el fortalecimiento de lo público. No puede ser entendido como una contradicción con el rol que jueguen los privados nacional e internacionalmente. Significa generar capacidades y estructuras que permitan orientar y trabajar en conjunto con el sector privado en diferentes proyectos que incluyan un beneficio social directo. Un ejemplo podría ser contar con un centro de vacunas en el país. Nosotros teníamos hasta inicios de la década del dos mil, capacidades para generar vacunas y unos disidieron terminar con eso y se privilegió la compra en el mercado internacional. Eso nos pone en un punto de vulnerabilidad innegable. Reconstruir esas capacidades a través de asociatividad público-privada, puede ser una alternativa, siempre y cuando el Estado se incorpore y participe para garantizar la participación de los intereses sociales y la orientación que tienen que tener esos instrumentos, sobre todo en beneficio de la gente.
¿Y cómo estamos con el tema presupuesto para todo eso?
Esa es una observación transversal. Chile, para el nivel de desarrollo que tiene, marca una inversión en ciencia y tecnología que no supera el 0,35, el 0,36 por ciento del presupuesto. Cuando en la OCDE, por ejemplo, es de 2,5 en promedio, y países más desarrollados como Corea del Sur, Suecia, tienen de 4,5 hacia arriba. Hay una brecha súper clara. Existe un compromiso en el diseño programático, donde participé, de Apruebo Dignidad, de aumentar los recursos para ciencia a un 1%. Eso significa triplicar los recursos. La idea es establecer un plan que permita cumplir con esa promesa y a partir del 2023, aumentando recursos desde el Estado, pero convocando a los privados, contar en ese uno por ciento.
(*)Entrevista publicada en edición impresa de “El Siglo”, el 11 de marzo de 2022.