Rony Corbo, encargado internacional del Partido Comunista de Uruguay, enfatizó que en América Latina “es necesaria la amplia organización y movilización social para la profundización democrática” y avanzar en proyectos de transformación. A días del referéndum a efectuarse en su país para respaldar o rechazar leyes antipopulares del Gobierno de Lacalle, el dirigente sostuvo que “el 27 de marzo las uruguayas y uruguayos vamos a ser legisladores”, como otro ejemplo de participación ciudadana.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 25/03/2022. ¿Hay un déficit en la coordinación e intercambios a nivel de los partidos de izquierda latinoamericanos?
Hace muchos años que hay varios intentos de coordinación política. El más importante es el Foro de Sao Paulo, yo soy el coordinador de la regional sur, que integran Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil, y estamos contentos que las fuerzas progresistas chilenas hayan ganado el Gobierno con Gabriel Boric con los desafíos que implica y esperamos que el programa se pueda aplicar, que es lo más importante que como fuerzas progresistas, populares y de izquierda del continente llevamos adelante.
Como Frente Amplio del Uruguay tenemos 51 años de unidad en la diversidad, lo componen más de 30 organizaciones políticas. En las últimas elecciones de diciembre, después de 30 años, el Partido Comunista se convierte en la primera fuerza política del Frente Amplio, después el Movimiento de Participación Popular (MPP) de José Mujica, y tercero, sectores vinculados a la socialdemocracia, así quedó el mapa electoral en nuestro campo. Para nosotros, los comunistas uruguayos, es motivo de mucha alegría haber recuperado ese primer lugar que nos lo merecíamos por la lucha que el pueblo uruguayo lleva adelante y en particular nuestro partido, sus organizaciones sociales y las más representativas de Uruguay, como la Central Única de Trabajadores, la Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay, las cooperativas de vivienda.
Dentro de esa unidad en la diversidad, creemos firmemente que ése es el camino de la izquierda latinoamericana en muchos países, la construcción de grandes acuerdos que permitan un programa común que nos permita limar las asperezas que tenemos, salvar las diferencias, e ir juntos a procesos electorales. Vemos, en contradicción con eso, procesos electorales donde la izquierda ha ido con tres o cuatro candidatos. Hoy, con candidatos comunes en Colombia y Brasil, aparte de lo sucedido en Chile, tenemos la enorme posibilidad de ganar las elecciones con (Gustavo) Petro y Lula Da Silva. Sería fantástico que la izquierda ganara con Petro en Colombia y el triunfo de Lula en un país como Brasil que gravita mucho en la región.
¿Coincide con ese análisis de que en América Latina hubo un ciclo progresista, de gobiernos de izquierda, y después una etapa de gobiernos de derecha y neoliberales, y que ahora se volvería a ese ciclo progresista?
No coincido con eso. Hubo un ciclo progresista que por errores propios y aciertos de la derecha, con el apoyo estadounidense a los partidos de derecha del continente, la creación del foro de Madrid y la instalación de fuerzas de extrema derecha que comenzaron fuertemente a hacer política dentro del continente latinoamericano y caribeño, se fue perdiendo. Hubo un primer componente de gobiernos populares, progresistas y de izquierda revolucionario, que empezó con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, con el factor permanente de resistencia de la Revolución Cubana, todo el proceso vivido con Lula y otros procesos que siguieron después. Ese primer ciclo dejó enseñanzas. Nosotros como Partido Comunista creemos que el progresismo debe ser superado, apostamos a una superación del maquillaje del capitalismo, a construir desde el pié, como decía (Alfredo) Zitarrosa, con participación popular, un proceso emancipatorio, donde cambie la realidad estructural de nuestros países, su base económica, su legislación, dar paso a los procesos constituyentes, como el chileno. Creemos que debemos ir hacia otras cosas, no a nuevas etapas de gobiernos simplemente progresistas.
Hay un papel de los partidos, sobre todo en las elecciones. Pero ¿qué papel tiene el movimiento social en todo esto?
El movimiento social es fundamental. Expresa las demandas del pueblo organizado en sus diferentes instancias. Fijate que en el Frente Amplio de Uruguay, la mitad de su dirección son los comités de base organizados a nivel popular en todo el país y sus congresos son de comités de base. Esa es una característica de nuestro país, con mucha organización popular desde abajo que impulsa los cambios que el pueblo demanda y necesita. Creo que eso es determinante, sino lo que queda son acuerdos de cúpula, de superestructura, donde las correlaciones de fuerzas políticas muchas veces no son favorables a las fuerzas de izquierda. Es necesaria la amplia organización y movilización social para la profundización democrática, estamos por la democracia avanzada, la teoría de la revolución uruguaya de Rodney Arismendi que cree que la democracia avanzada es el camino de la profundización democrática con horizonte socialista en el continente latinoamericano y caribeño. Para eso se requiere una gran organización popular, un trabajo no sectario, desde la diversidad, con el surgimiento de movimientos fantásticos, como el movimiento feminista en todo el mundo, el movimiento cooperativo, de los pueblos indígenas, de estudiantes, de la clase obrera. Al movimiento social le cabe un rol central en los procesos de transformación.
Como decía Salvador Allende, el socialismo chileno será de empanada y vino tinto, el de nosotros será de asado y vino tinto, cada uno tendrá sus particularidades y eso lo hemos aprendido los partidos comunistas a lo largo de la historia. Los modelos únicos son muy malos, los procesos políticos son continuidades de las historias y culturas diversas de los pueblos. Si bien en el continente podemos tener aspectos concretos, el más importante es que tenemos un enemigo común, y es el imperialismo norteamericano, su doctrina monroista, su acción contra la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. De la realidad concreta de cada pueblo podemos construir un modelo distinto, basado en la integración regional que apueste al desarrollo. Chile ha sido pionero, recordemos todos los estudios de desarrollo que se realizaron en Chile en los años cincuenta y sesenta, el modelo de la Cepal, la teoría de la dependencia, del desarrollismo.
Están a días de un plebiscito para votar Sí o No a derogar un conjunto de leyes y medidas antipopulares del Gobierno de derecha…
Eso fue una verdadera hazaña. La restauración neoliberal en Uruguay a través de una ley de urgente consideración en plena pandemia del Covid-19, con un mecanismo express del Gobierno neoliberal de Luis Alberto Lacalle -que nos ganó por 30 mil votos la elección en segunda vuelta, con la unidad de cinco partidos de derecha y de extrema derecha-, implicó que se aprobaram en un mes artículos legislativos para la restauración neoliberal. Tuvimos que salir a buscar al referéndum para evitar la aplicación de más de 100 artículos de corte neoliberal. No era fácil porque teníamos como ocho meses en realidad -entre que el organismo electoral habilitó la firma electrónica y medidas por la pandemia- para tener las miles de firmas necesarias para que se convocara a la consulta. Tuvimos que hacer miles de casa a casa, ir a los barrios, la gente estaba algo recluida por medidas sanitarias, nos movimos en todo el país y, al final, metimos un maracanazo, para usar términos futbolísticos, y superamos las 700 mil firmas que necesitábamos, obtuvimos 800 mil para hacer realidad este referéndum. El 27 de marzo las uruguayas y uruguayos vamos a ser legisladores por una vez y vamos a votar por el Sí a la derogación de esas leyes.
A fin de cuentas, ustedes lograron que se plebiscitara el proyecto del Gobierno.
Exactamente, los 135 artículos de restauración neoliberal, que nosotros no acompañamos, porque afectarán a nuestro pueblo, son en contra de las empresas públicas, contra políticas sociales de salud, educación, vivienda, en contra de las políticas sociales que veníamos implementando. Cuestionamos esos artículos, planteamos el referéndum para que el pueblo decidiera, y juntamos las firmas para hacer la consulta y que el pueblo uruguayo sea quien defina por Sí o un No a la derogación de esos artículos.
La encuestadora de nosotros, que es el trabajo casa a casa, en los territorios de todo el país, trabajando con el pueblo uruguayo, nos da que vamos a tener una victoria por el Sí, lo que sería a medio camino de este Gobierno neoliberal, un golpe de nocaut a nivel político y nos prepararía muy bien para volver al Gobierno y sumarnos a una nueva corriente de gobiernos populares, diversos, progresistas y de izquierda en el continente, cada uno en su manifestación concreta.