Sobre el Ejército chileno

Compartir

El revelador y decisivo documento “Reflexión sobre las actuaciones del Ejército en los últimos 50 años”.

Eduardo Contreras(*). Santiago. 13/03/2022. Resulta sintomático el silencio generalizado en la sociedad chilena luego de conocerse el reciente Informe del Ejército de Chile denominado “Reflexión sobre las actuaciones del Ejército en los últimos 50 años” que dedica además un extenso e ilustrativo informe respecto de las gravísimas violaciones a los derechos humanos perpetradas por la institución bajo el mando de Augusto Pinochet.

En efecto, el capítulo cuarto del documento denominado “Del gobierno cívico militar a los cambios institucionales en doctrina, derechos humanos y justicia”, cubre el período transcurrido entre los años 1973 a 1998 y allí la institución militar condena abiertamente las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura de Pinochet.

Por lo cual no deja de llamar la atención el silencio generalizado de los medios de comunicación y de la sociedad chilena en su conjunto, sus instituciones, organizaciones políticas y sociales ante un hecho de importancia histórica. Es que el documento condena sin reservas “las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el período y en la que los miembros del Ejército tuvieron participación -ya sea como consecuencia de actos derivados de la obediencia debida, por el uso desproporcionado de la fuerza, por excesos individuales o bien por eventuales acciones fortuitas- fueron una profunda herida ocasionada al deber ser militar”.

El texto deja expresa constancia de que la circunstancia de que Pinochet permaneciera a la cabeza de la institución luego del retorno a la democracia, ha sido la causa de que la institución bajo el mando del principal responsable no colaborara en el esclarecimiento de la verdad. Es más, el texto recuerda que el Ejército dirigido todavía por quien fuera el dictador, hizo público un documento en que atacó el categórico Informe Rettig y trató de poner en duda sus conclusiones.

El documento del Ejército condena expresamente hechos tan graves como los masivos fusilamientos a lo largo del país por la llamada “Caravana de la Muerte” operativo siniestro comandado por el general Sergio Arellano Stark.

El documento militar afirma explícitamente que “las acciones del general Arellano fueron absolutamente ajenas y reñidas con un correcto ejemplo de amor a la patria y al ejército y menos tuvo consideración con los subalternos”.

El histórico documento que comentamos da cuenta además de la detención ilegal de personas en todo el país por parte de personal de las Fuerzas Armadas y policiales, que se ejecutaban en sus viviendas, en la vía pública, o llamándolos mediante bandos.

Condena asimismo las graves torturas a que eran sometidos los detenidos y además que muchos de ellos hayan sido ejecutados sin que existiera ningún proceso judicial previo. Además de la circunstancia cruel de no entregar sus cadáveres a los familiares para su debida sepultación.

El texto  institucional condena también crímenes como la muerte del líder sindical Tucapel Jiménez y del químico Eugenio Berríos. Y con fuerza especial se condena los asesinatos de los generales René Schneider y Carlos Prats.

El documento condena con igual fuerza los delitos económicos perpetrados por algunos de sus mandos, los fraudes al Fisco y recuerda que hasta hoy tres ex comandantes en  jefe de la institución se encuentran procesados judicialmente por estos delitos.

Sugestivamente, este histórico documento fue dado al conocimiento público justo en el momento que el general Ricardo Martínez renunciaba a la Comandancia en Jefe del Ejército tras haber sido citado a declarar acusado por otra presunta malversación de fondos.

Los chilenos y chilenas tenemos el justo derecho a exigir y esperar una real recomposición del principal instituto armado del Estado. Una situación como la ocurrida no ha de volver jamás o el Estado de Chile dejaría de serlo.

(*)Eduardo Contreras, abogado de derechos humanos, integrante del Comité Central del Partido Comunista de Chile.